Elon Musk tomó el control de Twitter hace apenas un mes, pero en ocasiones se siente como si hubieran pasado años. En el transcurso de las primeras cuatro semanas al frente de la compañía, ha ocurrido de todo. ¿Lo más notorio? Despidos masivos, renuncias en cantidad, súplicas a los anunciantes, exclamaciones a favor de la libertad de expresión, rabietas acusando censura, la introducción, cancelación y reintroducción de características, la restitución de cuentas suspendidas, y tuits. Muchos tuits.

Todo esto ha sucedido ante un público extremadamente polarizado. Cada vez que Elon Musk abre la boca —o toca un teclado—, el mundo se pone patas arriba. Sus fanáticos defienden y celebran cada palabra del magnate; mientras sus detractores revuelven cada fibra posible para dejarlo mal parado. Y mientras todo esto sucede, el hombre más rico del mundo disfruta como nadie de ser el centro de atención.

Dicho esto, es innegable que los primeros treinta días de Elon Musk al mando de Twitter han sido caóticos. No solo por las decisiones que ha tomado —y sigue tomando—, sino por cómo las ha ejecutado y justificado. En algunos casos quedando al borde del ridículo, y no solo ante sus adversarios.

Ese comportamiento vehemente e impulsivo, que despierta amores y odios por igual, nos lleva a una pregunta inevitable: ¿Es Elon Musk estúpido o un manipulador?

El intrincado camino hasta asumir el control de Twitter

Twitter

El caos provocado por Elon Musk en Twitter viene desde mucho antes que tomara el control de la empresa. No olvidemos que el magnate se convirtió en accionista mayoritario a principios de abril, con la intención de sumarse a la junta directiva de la red social. Sin embargo, cuando vio que los mecanismos existentes le impedirían tomar la empresa por la fuerza, optó por realizar una oferta formal de compra valuada en 44.000 millones de dólares.

Así, el empresario propuso pagar 54,20 dólares por cada acción de la red social. Un precio muy por encima de su cotización de por entonces, que rondaba los 45 dólares. Pero el número no fue casual, sino una alegoría a la marihuana (420), una broma recurrente ante sus seguidores de Twitter.

No olvidemos que, en 2018, Elon Musk dijo estar dispuesto a pagar $420 por cada acción de Tesla para que dejara de cotizar en la bolsa. Un trolleo que no cayó nada bien ante los reguladores estadounidenses, claro. Pero no se detuvo allí. Este año, el fabricante de coches eléctricos lanzó un tequila de edición limitada, con un stock de solo 420 botellas, con un precio de 420 dólares.

Pero no todo ha sido diversión y memes de cannabis durante la compra de Twitter. Ya sabemos lo que sucedió después. Las disputas del CEO de Tesla y SpaceX con la directiva encabezada por Parag Agrawal hizo estallar todo por el aire. Elon Musk no solo acusó a la red social de coartar la libertad de expresión, sino también de mentir en sus cifras sobre bots y cuentas spam. Al punto tal de anunciar que la adquisición se detendría, en una jugada que derivó en demandas cruzadas con la red social.

Twitter fue a la justicia buscando que Elon Musk honrara su oferta original, y no dudó en acusarle de acobardarse ante la magnitud de la compra. Mientras que el empresario sostuvo que la compañía californiana le había engañado al no presentarle información fidedigna de sus operaciones.

Amenazas iban y venían, y el juicio era inevitable. Previo al cruce legal en la Corte Federal de Delaware, se hicieron públicos los chats de Musk sobre la adquisición. Así salieron a la luz adulaciones, consejos y hasta ofertas de financiación bajo las firmas de Mathias Döpfner, CEO de Axel Springer, Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn, el podcaster Joe Rogan y hasta el propio Jack Dorsey, fundador y exCEO de Twitter, entre muchos otros.

Analistas no tardaron en señalar que Elon Musk pudo haber sido influenciado por sus pares para avanzar con su afán de apoderarse de Twitter. Pero que a las semanas el propio magnate habría comenzado a tener dudas del impacto que el acuerdo tendría en sus otras empresas, principalmente Tesla. No olvidemos que en las primeras 24 horas después de anunciada la compra de la red social, el fabricante de coches eléctricos sufrió una caída del precio de su acción que borró 128.000 millones de dólares de su valor de mercado.

Desde el anuncio oficial de compra en abril, hasta la concreción en octubre, los dardos cruzados entre Twitter y Elon Musk fueron constantes. Como dijimos en líneas anteriores, el juicio era inevitable. O al menos parecía serlo, hasta que el magnate dio un volantazo y optó por proseguir con la transacción, y la historia se resolvió en un santiamén.

A partir de allí fue cuando la cosa se puso verdaderamente loca…

El reino de Elon Musk

Elon Musk | Twitter

Desde que Elon Musk apareció en las oficinas centrales de Twitter cargando un lavabo, todo lo que sucedió después se puede catalogar como surrealista.

Lo primero que hizo el magnate al tomar control de la red social fue despedir a sus principales directivos, incluidos el CEO, Parag Agrawal, y la directora legal, Vijaya Gadde. Incluso los hizo escoltar fuera de las instalaciones por el personal de seguridad.

Otra de las medidas iniciales de Elon Musk fue que los desarrolladores de la compañía imprimieran su código para que fuera revisado por los ingenieros de Tesla.

Pocos días más tarde, dio inicio a los despidos masivos. Se estima que el 50% de la plantilla fue removida, eliminando equipos enteros en áreas cruciales como confianza y seguridad del producto, políticas, curación de tweets, IA ética, accesibilidad, aprendizaje automático y ciencia de datos, entre otras. Sin embargo, a las horas de haberlos concretado, Elon Musk tuvo que pedir que docenas de trabajadores despedidos “por error” volvieran a la empresa.

Cuando los despidos parecían haber terminado, el nuevo dueño de Twitter instó a los empleados restantes a aceptar una cultura de trabajo hardcore, o a salir de la compañía. Esto derivó en la renuncia de casi 1.000 trabajadores que no estaban dispuestos a operar bajo esas condiciones. Un sacudón tan fuerte que obligó al empresario a convocar a una reunión de emergencia con quienes todavía formaban parte del staff.

No obstante, algunos ingenieros que habían aceptado continuar trabajando en Twitter también terminaron en la calle. En días pasados, un correo electrónico sin firma les informó a unos 50 desarrolladores sobre su despido. ¿El motivo? Su código “no era satisfactorio”. En tanto que otros fueron amenazados con ser los próximos, en caso de no mejorar “la calidad de su habilidad para escribir código”.

Los mareos de Twitter Blue y el retorno de los tuiteros 'exiliados'

Donald Trump Twitter

Mientras todo esto sucedía, Elon Musk anunció que todas las cuentas verificadas deberían pagar 20 dólares mensuales para no perder dicho estatus. Sin embargo, reculó a las pocas horas ante la reacción negativa de personalidades como Stephen King. Pero su nuevo plan resultó todavía más polémico: una suscripción a Twitter Blue que verificara las cuentas de todos quienes estuvieran dispuestos a pagar 8 dólares por mes. Una receta para el desastre, sin dudas. Y lo peor fue que hubo advertencias en cantidad de que era una mala idea que facilitaría la falsificación de perfiles y la divulgación de noticias falsas. Pero hizo oídos sordos.

Así, tal como se predijo, el despliegue inicial de Twitter Blue fue desastroso. No tardaron en aparecer cuentas verificadas que personificaban a deportistas, celebridades, periodistas y hasta empresas. Y la red social no pudo hacer más que cancelar su implementación a las pocas horas de lanzarlo. El propio Elon Musk salió a decir que la función retornaría una vez que resolvieran cómo evitar la suplantación de identidad. En teoría, volvería a estar el próximo 2 de diciembre, y llegaría con marcas de distintos colores para diferenciar a individuos, empresas y organizaciones. Aunque hoy no existe garantía de nada.

A esto hay que sumarle la restitución de perfiles que habían sido suspendidos permanentemente por violar los términos y condiciones de Twitter. El caso más notorio ha sido el de Donald Trump, cuya cuenta fue reinstaurada tras una encuesta en el perfil de Elon Musk. No obstante, el retorno del expresidente de Estados Unidos a la red social puede explotarle en la cara al dueño de la empresa. ¿Por qué? Porque Trump no piensa retirar una demanda contra Twitter por haber cancelado su perfil, ni tampoco está obligado a hacerlo, porque la decisión de Musk se realizó sin que existiera un acuerdo previo entre las partes.

Por ende, el republicano tiene vía libre para volver a la red social a publicar barbaridades bajo la bandera de la libertad de expresión y, si la justicia falla a su favor, Elon y compañía deberán pagarle una compensación millonaria. Todo esto hace pensar que seguramente el magnate nunca se enteró de la demanda de Trump. Y que si lo sabía, hizo caso omiso a cualquier recomendación al respecto.

Apple, el enemigo que nadie quiere, excepto Elon Musk

Tim Cook con el logo de Apple detrás

Si llegaste hasta aquí y te cuesta procesar tanta información, lamentamos recordarte que esto solamente representa lo ocurrido durante el último mes. Y aún no se acaba. Es que ayer Musk salió en la búsqueda de un nuevo enemigo, y lo encontró en Apple. Más específicamente, en la gestión que los californianos hacen de su App Store.

Fiel a su estilo, el CEO de Tesla y SpaceX acusó a los de Cupertino de querer censurar a la red social y de amenazar con quitarla de su tienda de aplicaciones. Pero el momento más delirante fue cuando apuntó a los dirigidos por Tim Cook por su “impuesto secreto” del 30% a las compras desde la aplicación. Algo que de secreto nunca ha tenido nada, pero que Elon parece haber descubierto recién ahora, al lidiar con la tajada que se lleva Apple por cada suscripción a Twitter Blue desde iOS.

Pero detrás de esta “declaración de guerra” a los de la manzana existe mucho más que el deseo de emprender una de las clásicas cruzadas elonianas. Es que Apple era uno de los principales anunciantes en Twitter, llegando a gastar casi 50 millones de dólares solo en el primer trimestre de 2022, pero ahora ha decidido dar un paso al costado. No ha sido la única, claro, puesto que la compañía ya perdió a 50 de sus principales anunciantes.

Sin embargo, los de la manzana —reflejados en la figura de su CEO— parecen haber sido el chivo expiatorio elegido por Elon Musk. “Apple ha prácticamente detenido sus anuncios en Twitter. ¿Odian la libertad de expresión en Estados Unidos? ¿Qué está pasando, Tim Cook?”, tuiteó.

No deja de ser llamativo que Musk salga a cargar con semejante vehemencia contra Apple. Máxime sabiendo cómo se manejan los de Cupertino al lidiar con cuestiones de la App Store. No olvidemos que no les tembló el pulso en desterrar a Fortnite cuando intentó saltarse su sistema de pagos. Y el juego de Epic Games le representaba ingresos muchísimo mayores que los que podría generarles Twitter. Esto no quiere decir que esté bien o que esté mal, sino marcar un hecho. Apple puede darse el lujo de vivir sin Twitter en la App Store, la red social no.

¿Es Elon Musk estúpido o un manipulador?

Elon Musk / Tesla | Twitter

La pregunta del millón hoy está lejos de tener una respuesta. Por momentos, las decisiones de Elon Musk parecen estar alimentadas por la ignorancia y la imprudencia. Mientras que en ocasiones dan la impresión de ser impulsadas a sabiendas de que traerán problemas, pero con la intención de sacar un rédito inmediato (y no necesariamente económico).

Algunos consideran que lo que se está viendo en Twitter es una versión extrema de lo que, en realidad, sucede en Tesla o SpaceX. El periodista Josh Marshall aportó una mirada interesante a esta situación. “Hablando con varias personas de sus otras empresas, está claro que un tema clave es que allí han construido capas de aislamiento alrededor de Musk para permitir que la compañía funcione a través de sus desmadres, rabietas y obsesiones. Twitter no tiene esa capa”, aseguró.

¿Cuál es el punto a favor de Elon Musk en esta historia? Que como Twitter ya no cotiza en la bolsa, está bajo el control absoluto de una persona que no debe rendir cuentas a nadie. Bueno, solo a quienes le han prestado el dinero para comprar la red social, pero eso no aparenta ser un desafío tan grande para el hombre más rico del mundo, ¿no? Y al no tener que actuar a base de la conformidad de los accionistas, tiene vía libre para hacer lo que quiere. Para bien y para mal.

Hace poco, el empresario aseguró que Twitter “hará muchas cosas tontas” en los próximos meses, para probar qué funciona y qué no. Si su primer mes al frente de la empresa sirve como muestra de lo que se viene, nos espera una montaña rusa de decisiones, retracciones y todo tipo de declaraciones que harán poner los pelos de punta. Ya veremos si todo forma parte de un “plan maestro”, como dicen sus fanáticos, o si son solo los caprichos de un tío con demasiado dinero, como aseguran sus detractores. Lo cierto es que, estúpido o manipulador, Elon se ha garantizado una exposición y cobertura mediática como nunca se ha visto en la historia.

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