Westworld, la serie creada por Jonathan Nolan y Lisa Joy (desde 2016) para HBO según la película homónima de Michael Crichton (1973), es una de las más fascinantes de la televisión actual por su complejo argumento, cuya estructura narrativa permite el mayor asombro en los espectadores, y sus ingredientes de ciencia ficción y de western que cautivan. Quizá antes la superaba Dark (2017-2020) en este sentido pero, claro, terminó. Así que nadie debe discutir su reinado.
Con el estreno de su cuarta temporada, conviene entonces recordar la senda por la que nos ha conducido hasta ahora. Empecemos hablando del parque de atracciones futurista en el que los visitantes pueden vivir aventuras en el Salvaje Oeste americano con unos anfitriones robóticos.
Dichas aventuras están determinadas por una narrativa de la que se supone que estos últimos no pueden escapar, pero el Arnold Weber de Jeffrey Wright decide acabar con ello.
Él y el Robert Ford de Anthony Hopkins son los diseñadores de todo el tinglado de Westworld, y su obra magna, estas inteligencias artificiales. Pero el primero se propone que consigan la autoconsciencia y, por lo tanto, la libertad.
Con este objetivo, programa a Dolores Abernathy, el androide de Evan Rachel Wood, con unos ensueños para que recorra un laberinto hasta su despertar. Una idea revolucionaria que retoma su colega años después y termina con la rebelión de las máquinas.
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La Forja y la búsqueda de la inmortalidad
La Maeve Millay de Thandiwe Newton es la otra gran anfitriona autoconsciente gracias a Robert Ford, pero también con la capacidad increíble de controlar a otros androides del parque. Y el Akecheta de Zahn McClarnon logra recorrer el mismo camino por su cuenta. En lo que respecta a William o el Hombre de Negro, encarnado por Jimmi Simpson en su juventud y por Ed Harris en durante su madurez, está obsesionado por el mundo de Westworld y sus jugosos enigmas.
Consigue que su suegro, el James Delos de Peter Mullan, invierta en este, de lo que se deriva un proyecto secreto con el que se reproduce la mente humana de los visitantes para introducirla en copias robóticas de ellos. De manera que el afán de la Charlotte Hale de Tessa Thompson, directora ejecutiva de Delos Destinations, es llevarse los datos recopilados que se almacenan en la Forja tras la sublevación inesperada de los anfitriones. Pero es Dolores Abernathy quien los obtiene.
Esto último, con la ayuda del Bernard Lowe de Jeffrey Wright, trasunto artificial de Arnold Weber y otro gran androide autoconsciente, y sus recuerdos de Robert Ford, que le aconseja qué hacer. Mientras que el código de los demás robots, como Akecheta, la hija de Maeve Millay, con los rasgos de Jasmyn Rae, o el Teddy Flood de James Marsden se introducen en un paraíso digital, Dolores Abernathy escapa de Westworld a la sociedad humana suplantando a la difunta Charlotte Hale.
Rehoboam y el espejo de la distopía de Westworld
Descubrimos que las personas soportan una distopía que es el reflejo de la de los anfitriones en los parques de Delos: un sistema de inteligencia artificial llamado Rehoboam, obra de Engerraund y Jean Mi Serac, a los que dan vida Vincent Cassel y Paul Cooper, predice el futuro de la humanidad y controla “la narrativa” de la gente para impedir cualquier clase de inestabilidad social. Lo que implica el mismo determinismo que coarta sus posibilidades de escoger cómo será su propia existencia.
Un régimen que, por supuesto, abomina Dolores Abernathy, conque quiere destruirlo para liberar a los seres humanos como liberó a los androides de Westworld. Para ello, se copia a sí misma varias veces con diseños distintos y persuade al Caleb Nichols de Aaron Paul para que se una a su lucha legítima contra la opresión. Y, aunque Engerraund Serac imprime a Maeve Millay y la convence para que la detenga, también acaba asumiendo esta misión emancipadora.
Sin embargo, el personaje del que interpretó a Jesse Pinkman en Breaking Bad (2008-2013) es quien termina ordenándole a Rehoboam que se autodestruya. Pero la Dolores Abernathy en Charlotte Hale, que ha sido traicionada por la original y posee los recuerdos de la última, sufre por el asesinato de su ex esposo, el Jake Reed de Michael Ealy, y de su hijo, el Nathan de Jaxon Thomas Williams, cuando Engerraund Serac intentaba matarla. Y renuncia a sus intenciones liberadoras.
La amenaza de Dolores-Charlotte y las respuestas para el futuro
Según nos muestran al final de la primera escena poscréditos de la irregular temporada tres, un sorprendente y violento duplicado del Hombre de Negro se carga al William real, que ahora quería suprimir a todos los anfitriones, en la sede de Delos Destinations de Dubái. Tales instalaciones están siendo utilizadas por Dolores-Charlotte para la impresión de androides, probablemente con el objeto de enfrentarse a la dañina humanidad y sustituirla a lo Futureworld (1976).
Para ello, tal vez necesite los datos de la Forja de Westworld, que la robot autoconsciente había escondido en la cabeza de Bernard Lowe junto con el paraíso virtual y la mayor parte de sus congéneres supervivientes, cortesía de Robert Ford. Y, en la segunda escena poscréditos, la copia de Arnold Weber accede a la información que buscaba la inmortalidad de las personas con su conciencia en androides, queda inmóvil y vuelve en sí mucho tiempo más tarde. Quizá, con las respuestas para el futuro.
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