El estreno de la segunda temporada de Westworld, el western de ficción científica seriado de la HBO que puede llegar a hacerle una sombra alargada a la mismísima Juego de tronos, nos ha traído consigo un detalle verdaderamente insospechado: durante una de las escenas intermedias del episodio “Journey into Night” (2x01), han lanzado una pista que relaciona a esta serie con Futureworld, la secuela de la película original homónima, dirigida por Richard T. Heffron en 1976. En dicha escena, a partir del minuto treinta y nueve y después de que sus acompañantes cayeran en la trampa tendida por la anfitriona Angela (Talulah Riley) de camino a un puesto de avanzada para abandonar el parque y no morir a tiros, Charlotte Hale (Tessa Thompson), directora de la junta directiva de Delos Destinations, conduce al androide inadvertido Bernard Lowe (Jeffrey Wright) hasta unas instalaciones bajo tierra** donde él encontrará algo sorprendente que no esperaba.
Tras conseguir el control manual para acceder porque “hasta este sistema está caído”, descienden al escondite. “¿Qué es esto”, pregunta Bernard una vez abajo, y Charlotte le responde: “Puedo decirte lo que no es: no soy yo informándote”, lo que nos deja bien clarito que se trata de un lugar ultrasecreto en el que hay cosas ultrasecretas al que la directora le ha llevado porque no tenía más remedio, para garantizar su supervivencia. Ponen sus manos sobre un lector de ADN “para no tener problemas dentro”, y segundos más tarde deducimos que con el espeluznante dron anfitrión que trabaja en las instalaciones, “fuera de red” para asombro de Bernard, cuyo ADN ha leído y sabe que no representa una amenaza”, según le dice Charlotte. ¿Para qué? Para lo que se suponga que esté haciendo allí. Y mientras ella activa manualmente la comunicación en una computadora y se entera de que “los protocolos de extracción del parque han sido suspendidos”, Bernard observa las labores del temible dron.
“¿Llevamos registro de las experiencias de los invitados y de su ADN?”, pregunta el androide a Charlotte, a lo que ella contesta, tajante: “No vamos a hablar de eso, Bernard”, y cambia radicalmente de asunto. Pero, en una escena anterior, el narrador Lee Sizemore (Simon Quarterman) le había explicado a Maeve Millay (Thandie Newton), la otra gran anfitriona autoconsciente aparte de Bernard y, por supuesto, Dolores Abernathy (Evan Rachel Wood), que las mentes de los anfitriones —los cuales interactúan cada día con los invitados humanos en el parque futurista— valen millones de dólares en propiedad intelectual. Y, considerando esta información, enfatizada por una pausa significativa a causa de los horrores mortales que encuentran en las arrasadas oficinas de jefatura sin control y de un buen sobresalto con un búfalo robótico, tal vez los showrunners de la serie, Jonathan Nolan y Lisa Joy, hayan decidido incluir en ella parte fundamental de la trama de Futureworld.
Lo que descubren en la película el reportero Chuck Browning (Peter Fonda) y la popular entrevistadora Tracy Ballard (Blythe Danner) en una visita a Delos para realizar un reportaje sobre el parque reconstruido y supuestamente seguro dos años después de la carnicería narrada en el filme de Michael Crichton (1973), es una conspiración morrocotuda para fabricar clones robóticos de los individuos más poderosos del mundo mientras visitan el lugar y, de esta forma, controlarlo a través de ellos. Para algo así, es lógico que las clonaciones se efectúen tras obtener el ADN y el contenido de las mentes de los invitados, “sus experiencias” incluidas, por lo que es posible que la corporación para la que trabaja Charlotte esté ejecutando plan semejante, o sea, que los guionistas de Westworld vayan a utilizar a partir de ahora este complot del filme de Heffron, o su técnica científica para otros objetivos. Por lo pronto, de lo que único que podemos estar seguros es de la referencia indiscutible a la misma, y de que su desarrollo en la serie nos podría resultar una auténtica gozada.