Si el último episodio de la segunda temporada de *Westworld, titulado *“The Passenger” (2x10)** en referencia a la conversación imaginaria que Bernard Lowe (Jeffrey Wright) mantiene con el difunto Robert Ford (Anthony Hopkins) acerca de la falta de control que los seres humanos tienen de sus decisiones y, en fin, de su comportamiento y de sus vidas, nos sorprendió bastante por todo cuanto ocurre y nos revelan, lo que de verdad nos dejó patidifusos fue la escena poscréditos que Jonathan Nolan y Lisa Joy decidieron regalarnos al estilo de la exitosa saga de películas de Marvel Studios, que sirve para adelantarnos algo de lo que veremos en el futuro y acrecentar nuestras ganas de seguir disfrutando de la historia y que en la temporada tres necesitará su explicación correspondiente.
No obstante, que haya que aguardar hasta el año próximo lo más seguro para obtenerla, con las cortapisas que mantener el misterio o no masticarlo mucho puedan requerir y que a Nolan y Joy les diviertan lo suficiente para tocarnos las narices a base de bien, no implica que ahora mismo no sea posible analizar lo que nos han mostrado y proponer una hipótesis razonable según lo que ya sabemos tras los veinte episodios que hemos visto. El caso es que la escena en cuestión parte, en primer lugar, de cómo el Hombre de Negro (Ed Harris) ha comenzado a cuestionarse “la naturaleza de su realidad”, de su esencia íntima como individuo, desde “Vanishing Point” (2x09) y, en segundo lugar, de una de las triquiñuelas narrativas que emplean en un instante muy concreto del último capítulo y que nos llenó de pura extrañeza.
Cuando la anfitriona autoconsciente Dolores Abernathy (Evan Rachel Wood), mitad ella misma y, sobre todo, con la personalidad difícil del inclemente bandido Wyatt, se topa con el Hombre de Negro, lo descubre hurgándose el brazo en busca del cable conectivo típico de los androides de Delos Destinations; y luego se la juega ella metiéndole en el cargador de su revólver la bala deforme que había chocado contra el núcleo cerebral de Teddy Flood (James Mardsen) cuando se suicidó, previendo que intentaría liquidarla, y así, el tiro le revienta en la mano al disparar. El pistolero se pone en pie después de haber permanecido largos minutos inconsciente en tierra y se dispone a bajar a la Forja por el mismo acceso que antes habían utilizado Dolores y Bernard.
Pero, según el montaje que procura tan ladino guion, debería haberse cruzado con el segundo cuando se disponía a subir en el ascensor tras detener a Dolores, que pretendía destruir alegremente todos los archivos del sistema de la Forja —el Edén virtual para los androides incluido—, y no es así, no se cruzan para estupefacción de los espectadores, como si el Hombre de Negro se hubiese esfumado: de entrada, deberíamos comprender que son momentos diferentes en la misma ubicación. Pero, cuando el Hombre de Negro se levanta, el vehículo y los cadáveres de los soldados de Charlotte Hale (Tessa Thompson) a los que Dolores y el Hombre de Negro habían tiroteado continúan allí, como cuando Bernard sale de la Forja y no hay ni rastro del pistolero herido.
En la escena poscréditos, este último llega por fin a las instalaciones subterráneas de la Forja y, no sólo las encuentra en abandono, sino también a la viva imagen de su hija Emily (Katja Herbers), a la cual se supone que había matado durante “Vanishing Point” al tomarla por un androide y quien le asegura que el sistema no existe desde hace mucho y que no se hallan en una simulación; y cuando él se da cuenta con cierto disgusto de aquello en lo que está metido, le conmina a acomodarse para proseguir con la comprobación de “su fidelidad” otra vez, una de tantas en un periodo de tiempo considerable. Resulta muy evidente, por todo lo que nos han enseñado de James Delos (Peter Mullan) desde “The Riddle of the Sphinx” (2x04), que están en un futuro en el que el Hombre de Negro ha sido copiado como androide.
Ya hemos visto que en el sistema de la Forja estaban sus datos mentales durante la tournée que este, con la apariencia de Logan Delos (Ben Barnes), les dio a Dolores y Bernard, y que, por tanto, las pruebas para recrearle robóticamente se habían puesto en marcha; y es la androide de Emily la que testea su fidelidad porque conocía bien a su padre como Dolores a Arnold. De manera que él habría sido recogido frente al ascensor de la Forja por el mismo grupo con el que se tropezó Bernard al salir de allí, al que acompañaban Elsie Hughes (Shannon Woodward) y Charlotte. Arriba blandía un cuchillo, y abajo, su revólver, así que lo que contemplamos de su acceso a la Forja sería parte de una simulación del sistema para él como la de James Delos, y su último periplo físico por el parque, tal vez la prueba definitiva de su viabilidad como superviviente cibernético en la era de Dolores Abernathy. Pero será en la tercera temporada cuando nos despejen todas nuestras dudas al respecto.