Ahora mismo, Avatar 2: el sentido del agua sigue recaudando una asombrosa cifra de taquilla. Más allá del suceso dirigido por James Cameron, hay otros dos fenómenos que asombran por su carácter inesperado. Una de ellas es M3GAN, convertida en una de las películas más rentables de Blumhouse. La otra, El gato con botas: el último deseo, de DreamWorks. Una secuela tardía de la original, estrenada hace once años.
Un mes después de su llegada a la pantalla grande, esta película de animación obtuvo, según BoxOffice Mojo, un total de $251,348,975 millones. Una cifra que, probablemente, seguirá aumentado en las semanas siguientes. Todo con un presupuesto más o menos discreto de $90 millones de dólares, lo que la convierte en un éxito financiero apreciable.
Y por si eso no fuera suficiente, la película es también un triunfo de crítica y público. Fue nominada a los Globos de Oro en el rubro de animación y recibió la aprobación de Rotten Tomatoes, con 95 % de críticas especializadas positivas. Más interesante aún es que tiene un 93% de aprobación del público. Una dupla que convierte a la más reciente producción de DreamWorks en una rareza. A su vez, en la demostración de que el estudio atraviesa un momento inmejorable.
Pixar, el extremo opuesto de DreamWorks
Curiosamente, Pixar, su rival tradicional, pasa un proceso confuso. El año pasado, dos de sus grandes estrenos, Lightyear y Red, se convirtieron en decepciones. Ambas fueron experimentos que tropezaron con polémica y, aunque la crítica especializada alabó a ambas, no fueron todo lo exitosas que se esperaba.
En especial, el singular spin-off de la subfranquicia Toy Story, que se anunció como la primera gran película del estudio en llegar al cine en dos años. Con un presupuesto de $200 millones, su recaudación total fue de $226,425,420, lo que apenas permitió recuperar la inversión. También obtuvo una moderada relevancia entre la prensa especializada, con 74% de reseñas positivas.
Pero fue la reacción de la audiencia la que desconcertó. Lightyear se vio envuelta en un escándalo ridículo por incluir una escena que mostraba el beso de una pareja del mismo sexo. La discusión sobre el tema convirtió al argumento en el centro de un debate insulso sobre los contenidos que podía —o no— mostrar una animación supuestamente dedicada al público infantil. Además, la recaudación de la producción fue la segunda peor en la historia de Pixar, solo por debajo de Cars. Una situación que la colocó en posición de inferioridad frente a su rival DreamWorks.
Parte de los analistas consideraron al largometraje un fracaso. Y, cuando finalmente llegó a la plataforma de Disney+, lo hizo sin demasiada repercusión y con relativo desinterés entre los suscriptores. Otro indicativo de que la película de animación se había convertido en un tropiezo difícil de analizar para la compañía.
La banda de criminales de DreamWorks conquista la taquilla
2022 también fue el año del triunfo de Los tipos malos, la adaptación de DreamWorks de la serie de libros escritos por Aaron Blabey. Con guion de Etan Coen, es una película de robos en toda regla que rinde tributo al género en múltiples formas. Pero, además, es una imaginativa reconstrucción de la figura del villano tradicional. Un osado experimento de animación con una técnica mixta que brinda un apartado visual dinámico y divertido.
DreamWorks corrió el riesgo, además, de narrar una historia que, quizás, podría considerarse en exceso adulta para una audiencia infantil. Con guiños a clásicos cinematográficos sobre robos y asaltos, el guion es más complejo de lo usual. Pero Coen supo moderar el matiz sobrio para crear un relato sólido y humorístico. La prensa especializada le brindó el 88% de reseñas positivas.
Asimismo, tuvo una recaudación en taquilla considerable: en total $250 millones con un presupuesto moderado de 80. Lo que más sorprendió fue la acogida de la audiencia, que la convirtió en un pequeño fenómeno. Con 93% de críticas entusiastas por parte del público en Rotten Tomatoes, la película demostró que el experimento narrativo del estudio fue exitoso. Más allá, que abría la posibilidad de otros tantos con igual o mayor solidez, como es el caso de Gato con botas: el último deseo.
El eterno debate entre Pixar y DreamWorks
Pixar vive años complicados. Desde el retraso en los estrenos de sus producciones, hasta su llegada directa al catálogo de Disney+. El estudio se enfrenta a una serie de inconvenientes que afectan el éxito de sus proyectos de forma directa. Incluso en cuanto a la temática, la compañía lidia con todo tipo de discusiones incómodas.
Onward, del 2020, fue el último largometraje del estudio en llegar a los cines antes de la pandemia y su escasa repercusión se atribuyó a la emergencia sanitaria. Pero fue Soul, que debutó para Navidad del mismo año y fue directamente al streaming, la que abrió un incómodo debate. ¿Pixar había perdido su capacidad de dialogar tanto con el público infantil como con el adulto?
La producción, que cuenta la historia de un músico que debe afrontar la muerte, fue considerada en exceso compleja para una audiencia infantil. Pero, a la vez, muy simple en un estrato más adulto. Lo que condenó a la película a opiniones contradictorias sobre su calidad de las que no salió bien parada. Inclinando, en esta ocasión, la balanza hacia DreamWorks en su eterna batalla cinematográfica.
Los dilemas de dirigirse a un público hostil
Luca, del 2021, también se tropezó con un complicado dilema público al insinuarse que la película narraba un romance adolescente gay. Incluso el director se vio en la obligación de declarar que solo se “trataba de una amistad”. No obstante, Pixar volvió a ser acusado de perder su equilibrio entre discursos. Un punto esencial para comprender su éxito en el pasado. Además de ser el punto en el que siempre había logrado superar con creces a DreamWorks, mucho más enfocada en el humor cínico y las referencias pop.
Finalmente, y después de algunos retrasos, Red se estrenó también en el catálogo de Disney+. De nuevo, Pixar estuvo en el centro de una polémica ajena al tema central de su historia. La premisa fue criticada por ser “en exceso local” o por mostrar la menstruación de forma “escandalosa”.
Con todo, la prensa especializada la consideró un argumento sólido y le otorgó un 95% de críticas positivas en Rotten Tomatoes. Pero los espectadores le otorgaron apenas un 71%. Un número todavía alto, pero muy lejano a los momentos más brillantes de Pixar. Sin duda, la película de la directora Domee Shi tuvo problemas para encontrar a su público. Al final, se convirtió en una curiosidad dentro de la filmografía del estudio, muy lejos del éxito que se esperaba que fuera.
Con su decisión de ser más inclusiva, Pixar ha debido lidiar con una presión colectiva cada vez más dura sobre sus producciones. Asimismo, con el reto de superar debates ajenos al centro de interés de sus propuestas. Durante 2022, pocas veces lo logró. Algo que, como hemos visto, no le sucedió a DreamWorks.
El año de las nuevas propuestas de DreamWorks
DreamWorks ha trabajado con paciencia durante casi una década. Éxitos como la trilogía Como entrenar a tu dragón, Kung fu Panda y la dilogía Bebé Jefazo mostraron las posibilidades del estudio. En especial, al atreverse a la experimentación visual con argumentos sencillos y esencialmente emocionales. Alejados de polémicas y discusiones sensibles, las producciones de la compañía están enfocadas en un tipo de diversión sin complicaciones. Mucho más, a medida que usan el humor metarreferencial para apuntalar su éxito.
Pixar, al otro lado, se encuentra en el ojo del huracán. Con sus empleados quejándose de las restricciones de Disney sobre su contenido, debe lidiar con una competencia muy cercana. La división de animación de “la casa del ratón Mickey” tiene sus propios objetivos y una agenda a largo plazo. ¿Hay presión para Pixar en una condición semejante? Por ahora, ambas compañías tratan de mantener las diferencias entre sus planteamientos y premisas.
El porvenir del mundo de la animación
No obstante, Pixar lleva a cuestas la necesidad de retomar su personalidad. ¿Podrá hacerlo? La respuesta es complicada. Su próxima película, Elemental, se estrenará este año y debería ser el éxito que apuntale y sostenga el trabajo del estudio en el futuro. Una presión considerable con la que debe lidiar la animación.
En cuanto a DreamWorks, con la cuarta parte de Kung Fu Panda anunciada para 2024 y dos triunfos importantes, se toma las cosas con calma. Una manera de construir su propio lenguaje que, gradualmente, le brinda una posición preponderante en el mundo de la animación. Quizás, el verdadero secreto de su éxito.