No ha sido un año sencillo, se mire por donde se mire. Y como dice el refrán, "el que diga lo contrario, miente". La crisis sanitaria por el coronavirus ha marcado un antes y un después. En apenas unas semanas, las que dieron tiempo a inicios de 2020, todas las previsiones y planes para la nueva década. El sistema sanitario, la concepción del trabajo o las relaciones sociales. También, las startups en 2020 han tenido que buscar su hueco y oportunidades; en encontrado su éxito y su fracaso.
Por primera vez en mucho tiempo, al menos que recordemos, el contexto político no ha sido el centro del debate para el sector de los emprendedores. Si en 2019 hablábamos de la famosa inestabilidad política, de la mano de la falta de pactos entre los diferentes partidos del hemiciclo, este año las miradas se han centrado en los efectos directos –e indirectos– que la pandemia ha tenido sobre la empresas tecnológicas. Y aún así, lo político ha sido esencial en este momento.
Pero sí hay una cosa cierta en este nuevo paradigma: han sido las pequeñas empresas las que se han llevado lo peor de la pandemia. Según los últimos registro de creación y destrucción de empresas en España, el 99,7% de las casi 68.000 empresas que se han destruido durante en 2020 cuentan con menos de 50 empleados. Sean startups o no, el sector se ha llevado lo peor de la crisis principalmente en hostelería, restauración y pequeños comercios.
Pero aunque está claro que la destrucción de empresas es una realidad, las startups en 2020 han visto como la inversión –aunque paralizada durante los primeros meses del virus– ha seguido su curso y –al menos para algunos– ha superado algunas métricas de 2019.
La financiación de las startups en 2020, un debate aún abierto
No hay mucho consenso y en el concepto, lo que a término afecta al resultado. ¿Qué es una startup? Y, por lo tanto, ¿qué entra dentro de los análisis? ¿Cuáles se consideran de un país u otro? Aún por estas fechas seguimos con esa misma batalla.
Cada año, el fondo de inversión británico Atómico hace balance de lo acontecido en el panorama inversor. El estado de la inversión privada, como es lógico, es uno de sus principales intereses. El veredicto para las startups en 2020 en España no era nada bueno: el sector se había dejado por el camino casi el 56% de la financiación respecto a 2019. Casi a la cola de nuestros vecinos europeos.
Sin embargo, era una bajada que el propio ecosistema no había notado tan brusca. Sí menguante a finales de marzo, pero casi recuperada a principios de verano. Así lo demostraba el Observatorio de Startups de Bankinter y su análisis del estado de la inversión. Con 1.101,79 millones de euros invertidos en startups en 2020, el curso se cierra con un descenso del 11,5%. Menos fondos que, sin embargo, se dirigen a un mayor número de empresas. 335 registradas o un 33% más que el año anterior.
¿Las más afectadas? Las grandes rondas de financiación. Las operaciones estrella han abandonado el barco a la espera de unas aguas más calmadas. De esta manera, las operaciones de más de 50 millones se equiparan, por primera vez, a las de 20 millones de euros. Decía Andrés Dancausa, de TheVentureCity, en declaraciones a Hipertextual, que este era precisamente el momento en el que los inversores tenían que apoyar a los emprendedores y no aprovechar la situación. Y así ha sido, al menos con empresas menos voluminosas.
Con ejemplos como Glovo, Flywire o Devo, que han despuntado por encima del resto, han sido cierres como el de Pack, Onna, Jeff, Ontruck o Factorial los que han marcado la pauta de un curso atípico. Esta última, de hecho, hizo de la situación el motivo para levantar una nueva ronda.
Para 2021, los primeros indicios apuntan a una continuación de la situación actual y, quizá, un aumento de los exits algo paralizados este año. Muchos de ellos de la mano de compañías extranjeras entrando en España a cerrar acuerdos. Es, desde hace algunos años, la cuenta pendiente que se deja el sector y que 2021 quiere cumplir.
¿Te dedicabas a un sector afectado? Es hora de cambiarlo, y no solo para las startups en 2020
Ha sido el año de la reconversión, a menos que estuvieses dedicado a los marketplace, entonces sí que ha sido tu año; si no, que se lo pregunten a Amazon. Para algunos más que otros sin duda alguna.
Los negocios vinculados al turismo han tenido que marcar una línea divisoria entre lo que hacían, y lo que querrán hacer. Wish&Fly o Waynabox tuvieron que cambiar de planes, otras del sector retail –Pompeii o Sepiia– pararon producción o se reconvirtieron en apenas unos días en fabricantes de mascarillas, muchos de ellos se unían a la lucha directa contra el coronavirus. Todo ha valido en 2020 para salvar los muebles.
Ni tan si quiera las grandes han podido evitar la coyuntura. El propio fundador de Airbnb, Brian Chesky, declaraba que su imperio de los alojamientos del turismo se había perdido en apenas unos días. Sin viajes turísticos ni pasajeros internacionales, su razón de ser carecía de sentido. En ese momento, Chesky anunciaba un retorno a la esencia de su compañía. Unos meses más tarde, y pese a las pérdidas millonarias que aún arrastra la tecnológica, Airbnb ha salido a bolsa con uno de los debuts más rentables de los últimos años. ¿El problema? La larga lista de daños colaterales –y no solo pisos turísticos– que el sector ha dejado por el camino. Es, desde luego, el año del cambio para un sector en el que España tenía una gran apuesta.
Y si te dedicas al transporte, mucho más
2020 ha dejado claro que puede con todo y con todos. El sector del transporte, en el que se mueven algunas de las startups de referencia de los últimos años, ha sido duramente castigado. Excepto para el sector del alquiler de vehículos privados para evitar el transporte público: Bipi ha sabido encajar su esencia en la nueva realidad.
Pero para otros no ha ido tan bien. Los gigantes del taxi en su versión más tecnológica, liderados por FreeNow, ya juegan con la idea de venderse a un comprador competente –y ya suena Uber por el camino–.
El negocio de las VTC tampoco lo ha tenido fácil; la mayor parte del sector sigue varado a la espera de una reactivación del negocio. Cabify, que alcanzó la rentabilidad técnica en 2019, no tendrá la misma suerte en 2020. Incluso sus inversores más potentes, liderados por Rakuten, ya han anunciado el fin de la financiación para el unicornio español, según adelantaba La Información. Uber salva los muebles por los pelos y gracias a su división de negocio estrella en 2020: el delivery.
Porque si algo es cierto es que es el año en el que el delivery ha marcado la pauta, también para las startups de 2020 –junto a Airbnb, la salida a bolsa de DoorDash ha liderado los titulares–. Glovo, el segundo unicornio por excelencia, se ha posicionado no sin polémicas. Junto al auge de las plataformas delivery, ha surgido el debate de los riders y su laboralidad.
2020 iba a ser el año de la Ley Rider –justo después de la de tajante decisión del Tribunal Supremo en contra a favor de los riders– finalmente habrá que esperar a 2021 para ver el resultado de una normativa que se queda corta para muchos, es injusta para otros y que no termina de cuajar para los terceros.