El tercer trimestre del año confirma la tendencia de 2020 para los resultados de Uber: su división de repartidores sigue siento una tabla salvavidas para la tecnológica. Que, aun así, sigue perdiendo dinero.

Uber acaba de presentar sus cifras para el tercer trimestre del año, lo que supone una pérdidas de 5.799 millones de dólares entre enero y septiembre. ¿Grandes números rojos? La realidad es que, aun teniendo en cuenta que Uber –como el resto de compañías del planeta– se ha tenido que enfrentar al parón por la pandemia, los datos se sitúan en un 22% menos respecto al mismo periodo del año pasado.

Respecto a los ingresos en los resultados de Uber, la compañía de movilidad ha visto una reducción considerable de sus cifras. De los 10.078 millones de los tres primeros trimestres de 2019, ha pasado a 8.913. Lo que implica pérdidas para los accionistas en bolsa de la tecnológica, ahora mermada por la pérdida de su modelo de negocio principal.

Sin embargo, hay luz al fondo del túnel. Si bien es cierto que el transporte de pasajeros se ha desplomado un 53% a nivel mundial, el negocio de entrega de comida a domicilio ha crecido un 125% respecto a 2019. El año de la pandemia es, sin duda, el año del delivery. Algo que ya quedó demostrado en la presentación de cuentas del primer trimestre de 2020. Tanto así que en mitad de la vorágine de confinamientos y restricciones de movilidad, Uber se lanzaba al mercado de las compras adquiriendo Postmates en Estados Unidos. Su objetivo: ponerse a la cabeza de un sector creciente y dominante. También vital para su supervivencia.

¿Qué ocurre con España? La realidad es que Uber, ni prácticamente ninguna compañía del sector, publica datos sobre geografías concretas. Aún así, la tendencia global en los resultados de Uber se mantiene. Mientras el transporte de pasajeros se desploma ante un mercado sin turistas o actividad laboral presencial, el delivery coge carrerilla.

De hecho, precisamente en España es donde Uber tiene ahora mismo un gran enemigo: la famosa 'Ley Rider' que busca a aprobar la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Pendiente desde verano de este mismo año, y con el objetivo de tener una hoja de ruta sobre la mesa antes de que termine el curso, el objetivo pasa por establecer una relación laboral entre repartidores y compañías. Sin tener claro, de momento, cuál será el resultado del proyecto de Trabajo, la realidad es que si se obligase a la contratación de todos los repartidores, las empresas se verían en un grave aprieto. No solo Uber, Glovo y Deliveroo tendrían el mismo problema.

Con el subidón del sí a la Propuesta 22

Junto a las elecciones para conocer el nuevo inquilino de la Casa Blanca, en California también se ponía en juego precisamente el futuro de Uber –y otro gran grupo de compañías de transporte de pasajeros y delivery–. La Propuesta 22, que terminó saliendo victoriosa, buscaba evitar la Propuesta de Ley 5; la misma que les obligaba a contratar a todos sus conductores en California.

Con el sí a la Propuesta 22, Uber puede respirar tranquila –más ahora que sus cuentas siguen alejándose del ansiado objetivo de la rentabilidad prevista, y ya abandonada, para 2020–. De no haber salido el resultado a su favor, Uber se tendría que haber enfrentado a la contratación de miles de conductores o de salir de California dejando uno de sus principales focos de negocio atrás.

De hecho, con el apoyo a la propuesta, Uber ha cogido carrerilla. El mismo Dara Khosrowshahi, director ejecutivo de la compañía, apuntaba en la llamada a los accionistas que "abogaría enérgicamente por leyes como la Proposición 22". No solo en Estados Unidos, también en el resto del planeta donde operan. Una declaración de intenciones principalmente para Europa, donde la compañía se ha encontrado con más baches por el camino.

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