halt and catch fire elon musk

SpaceX / AMC

Se equivocan por completo los que piensan que el séptimo arte, igual que cualquier otro tipo de narrativa, solamente puede servir para entretenernos, para pasar el rato un día no laborable en la butaca de algún multicine, ante el televisor, repantigados en el sofá, o incluso frente al ordenador portátil y el teléfono móvil. **Si los responsables de una película o de una serie de televisión son personas lúcidas, habilidosas e interesadas en mostrarnos alguna especie de verdad, sea sobre el mundo en el que desenvolvemos nuestras actividades diarias, un ámbito más específico o, especialmente, las de calado emocional, qué duda cabe de que algo aprenderemos contemplándola. Es lo que ocurre con el drama tecnológico Halt and Catch Fire (Christopher Cantwell y Chris C. Rogers, 2014-2017), una interesantísima serie televisiva de la AMC**, que se puede ver al completo bajo demanda en el canal español con todos los operadores de pago hasta el fin de 2018, y **que podría enseñar unas cuantas cosas a un visionario como Elon Musk**.

Teniendo en cuenta que la serie se ocupa de mostrar a los espectadores, con un entusiasmo contagioso, una incuestionable agilidad, un ingenio a prueba de bomba y una precisión quirúrgica, el desarrollo creativo de la innovación técnica y de la atroz competencia empresarial, para gozo de los geeks —amantes de la informática retro incluidos— y también de los que anhelan dramas veraces protagonizados por seres de ficción con complejidad y emociones muy reconocibles, hirientes y embriagadoras, no hay razones de ninguna clase por las que discutir que Halt and Catch Fire sea idónea para seriéfilos exigentes y para que el resto, de mayor benevolencia, le dé una oportunidad, porque de veras la merece. Y si alguien como el magnate sudafricano Elon Musk se sentara a verla, seguro que sacaría útiles lecciones para encarar los desafíos tecnológicos y las polémicas empresariales en las que acostumbra a meterse de vez en cuando.

halt and catch fire elon musk
AMC

Si en algún personaje del drama de la AMC pudiera Musk encontrar quizá un reflejo de sí mismo, quitando ciertas actitudes negativas que no le conocemos, ese es Joe McMillan (Lee Pace), el gran visionario de carácter difícil y motor de buena parte de los proyectos técnicos y de los conflictos en Halt and Catch Fire, como Musk en las compañías Tesla, SpaceX, Hyperloop, Neuralink, SolarCity, OpenAI y The Boring Company. Si este ha declarado entre sus propósitos contribuir a cambiar el mundo para bien, poniéndole freno al calentamiento global o empujarnos hacia “una civilización interplanetaria” para no extinguirnos, McMillan se empeña en llevar a cabo sus revolucionarias ideas sobre la tecnología informática y trasladarla al siguiente nivel desde los albores del PC en los años ochenta del siglo pasado; los dos comparten el prurito por la innovación interminable que impulsa a los seres humanos y les conduce más allá de lo que imaginaban.

Lo cierto es que Musk no necesita que le convenzan de lo conveniente que es rodearse de personas talentosas, como McMillan recurre a la capacitadísima picacódigo Cameron Howe (Mackenzie Davis), a los pragmáticos ingenieros Gordon y Donna Clark (Scoot McNairy y Kerry Bishé) y a la impagable experiencia empresarial de John Bosworth (Toby Huss), para que sus planes arriben a un puerto hospitalario, desde su fabricación de automóviles eléctricos, tejas solares y cohetes para la exploración espacial hasta un económico transporte urbano y un tren que viaje casi a la velocidad del sonido a través de túneles e inteligencias artificiales. **Sin embargo, no le vendrían nada mal asistir a las equivocaciones que comete McMillan en Halt and Catch Fire para no repetirlas él mismo**. Porque la falta de autocontrol, de un freno para esos arranques irreflexivos de decir y hacer lo que a uno le viene en gana sin pararse a pensar en las consecuencias es lo que les pierde a ambos.

halt and catch fire elon musk
AMC

Los dos dañan así a sus respectivas compañías y a sus compañeros empresariales, y si Musk comprendiera que los fracasos de McMillan y sus amigos tienen su origen en su propio egoísmo caprichoso, sus maniobras poco éticas, sus manipulaciones e incluso la traición a sus allegados, quizá resolviese actuar de otra forma. Pues **esa conducta, entre otros efectos, genera deserciones en sus filas, animadversión y demandas judiciales y desconfianza entre los inversores, que es lo que está cosechando Musk, y perjudica a los proyectos que se emprenden** más que a ninguna otra cosa. Así, tal vez dejaría de tuitear impertinencias y, por pura lógica económica, se preocuparía en mayor grado por que Tesla, Inc. se rentabilice y despeje toda sombra de duda al respecto, no volvería a fumarse un canutillo de marihuana en público ni a discutir agriamente con la prensa y los inversores, y esquivaría el oportunismo como si de un derechazo se tratara. **La gente le adora porque es un soñador con los medios para poner en práctica sus magníficas ideas futuristas, igual que los espectadores no hallamos más remedio que admirar al carismático Joe McMillan y a su tropa de Halt and Catch Fire. Pero el cauce de la opinión pública es veleidoso, y siempre es mejor aprender de los errores ajenos, aunque sean los de los personajes dramáticos de una lúcida serie de televisión**.