**Esa jugosa reinvención de la historia de diversos hitos informáticos que es Halt and Catch Fire (Christopher Cantwell y Chris C. Rogers, 2014-2017) ha llegado a su fin**. Una década ha transcurrido en la ficción desde que un pequeño grupo de visionarios se las veían y se las deseaban para dar a luz la computadora personal y los ordenadores portátiles en el Silicon Prairie de Texas. A continuación, orientaron la mirada al entretenimiento por internet y las comunidades de jugadores, los chats, la banda ancha y los antivirus corporativos; y luego, hacia los antivirus para ordenadores particulares, el comercio electrónico y las tres uves dobles en las que se basa ese otro mundo inmenso que es hoy la web.
La cuarta y última temporada de la serie, que se centra en la creación de los buscadores con sus algoritmos para indexar webs y sus herramientas y contenidos adicionales, se inicia por todo lo alto con un montaje brillantísimo de transiciones entre escenas separadas varios meses en el tiempo y con los modales de los planos secuencia, y al alcanzar los títulos después, uno no puede evitar descubrirse pensando lo que ha echado de menos, durante el parón entre temporadas, esta interesantísima trama plena de entusiasmo sobre los procesos creativos de la innovación técnica y de la feroz competencia empresarial, que hace las delicias de los geeks y también de los que buscan dramas creíbles de personajes complejos.
El director de los dos primeros episodios, “So It Goes” (4x01) y “Signal No Noise” (4x02), es nada menos que Juan José Campanella, que ya se había encargado de cuatro más, de algunos de otras series como *House (David Shore, 2004-2012) o Colony (Ryan Condal y Carlton Cuse, desde 2016) y que es el responsable de siete largos hasta la fecha, entre ellos, la estupenda El hijo de la novia (2001) y un prodigio como El secreto de sus ojos (2009). Él es el artífice, claro, del montaje inicial y de otro paralelo posterior sobre cómo de diferentes son las cosas para la indócil, perdida y talentosa *Cameron Howe (Mackenzie Davis) y para la ahora implacable y desinhibida Donna Emerson (Kerry Bishé)**.
Y vuelve la emoción por las innovaciones tecnológicas, sus dificultades y los enfrentamientos por llevarlas a cabo, pero la verdad es que este último ciclo de Halt and Catch Fire, aun conservando los mismos ingredientes, se revela menos conflictivo y más luminoso que los tres anteriores, con un Joe MacMillan (Lee Pace) que parece haber renunciado a sus impulsos egoístas, manipuladores y caprichosos, lo que quizá sea simplemente un reflejo de su madurez, llegando al punto de Gordon Clark (Scoot McNairy), que ya no da lástima ninguna, y al contrario que el dicharachero John Bosworth (Toby Huss) hasta cierto momento, con su inestabilidad económica. Y Haley (Susanna Skaggs) y Joanie Clark (Kathryn Newton), Diane Gould (Annabeth Gish) o Katie Herman (Kathryn Newton) con ellos y su propia idiosincrasia.
Sin embargo, todo cambia de repente en “Who Needs a Guy” (4x07), por una de esas insospechadas decisiones de los guionistas que nos traen a la memoria las de otras series como *A dos metros bajo tierra* (Alan Ball, 2001-2005). Pero no resulta en absoluto incoherente ni con la esencia de Halt and Catch Fire ni con el desarrollo emocional que veníamos viendo durante esta temporada, en la que está clarísimo que es de mayor calibre que en las precedentes y en cuanto a lo que el mejor ejemplo lo constituye el casi catártico “Goodwill” (4x08), una clara demostración de que Cantwell y Rogers se preocupan por tratar con respeto a sus criaturas ficticias, y no solamente por avivarle el interés a los geeks con el progreso informático. Y, a pesar de todo, en “Search” (4x09) hay una escena “típicamente MacMillan” y retorna el bouquet más crudo de la serie; algo atenuado, eso sí.
Y “Ten of Swords” (4x10) es una despedida en toda regla; de la misma serie respecto de los espectadores que la han seguido fielmente estas cuatro temporadas y sentían en carne propia cada golpe que la vida traicionera le propinaba a los personajes, y de estos en su historia y en sus dramas íntimos con el corazón en la mano; admirable en su glorioso discurso feminista por boca de Donna, en su conocimiento indiscutible de la innovación perpetua, infinita, interminable que estimula a los seres humanos y les lleva más allá de lo que creían posible; en su nostalgia sin imposturas, sus lúcidas conversaciones, sus dolorosos enfrentamientos y la irresistible verdad emocional de todas las temporadas pero, muy especialmente, de esta última. Qué tristeza y qué alegría grande y qué desconsuelo y qué gozo haber tenido la oportunidad de ver cómo termina Halt and Catch Fire.