El 2022 ha sido un año plagado de controversias para el ecosistema de las criptomonedas. El bull run de Bitcoin a fines de 2021, cuando alcanzó su máxima cotización histórica de casi 69.000 dólares, repercutió positivamente en todos los activos del mercado. No obstante, las predicciones de una continuidad alcista no se cumplieron, y el invierno cripto se apoderó rápidamente del panorama. Algo potenciado, además, por dos de los más grandes escándalos en la historia del sector: el desplome de UST y Luna, y la quiebra de FTX.
Es lógico preguntarse, entonces, qué le deparará el 2023 al ambiente cripto. Independientemente que hablemos de Bitcoin, Ethereum, stablecoins, NFTs o tokens de cualquier otro tipo. Dentro del ecosistema parece existir una mirada bastante uniforme: las cotizaciones de los principales activos continuarán estancadas o con tendencia a la baja. Al menos hasta que se produzca el próximo halving de Bitcoin, en 2024. Es que el proceso que reduce a la mitad la emisión de nuevos BTC con el minado de cada bloque, históricamente ha servido como punto de partida para una nueva corrida alcista.
Por supuesto que nada está escrito en piedra, tomando en cuenta la volatilidad de las criptomonedas. No obstante, expertos del ecosistema consideran que si los activos con mayor capitalización de mercado —Bitcoin y Ethereum— han logrado mantenerse estables tras el desastre de FTX y la recurrente suba de tasas de interés de la FED en Estados Unidos, puede ser una señal alentadora para este año.
Hoy Bitcoin lleva desde comienzos de noviembre oscilando entre los 16.000 y 17.000 dólares. En tanto que Ethereum ha transitado los últimos dos meses con una cotización de entre 1.100 y 1.250 dólares. Es cierto que ETH no ha visto una explosión en su precio tras The Merge, como se vaticinaba, pero ha logrado estabilizarse tras el paso de Proof-of-Work a Proof-of-Stake. Esto último ha acabado con la minería y ha reducido su impacto energético en un 99,95%.
¿Será 2023 el año de la regulación de Bitcoin y demás criptomonedas?
Todo indica que a lo largo de este año se hablará mucho sobre regulación en el ecosistema de las criptomonedas. Esto no es algo nuevo, ciertamente. Podemos rastrear intentos por legislar sobre Bitcoin para acabar con su anonimato desde, al menos, 2016. No obstante, los proyectos nunca avanzaron o no llegaron a instancias decisivas.
En el 2023 la historia podría ser diferente. Los criptoactivos se popularizaron muchísimo en los últimos dos años. De hecho, más de la mitad de quienes poseen estos activos los compraron por primera vez en 2021. Pero también es una realidad que escándalos como los del ecosistema Terra y FTX les han costado decenas de miles de millones de dólares a un gran número de personas en todo el mundo. Es lógico, entonces, que los principales entes regulatorios intenten meter mano en el asunto.
Aunque también es una realidad que la regulación a Bitcoin y otras criptomonedas pretende allanar el camino para el establecimiento de las CBDC; es decir, las monedas digitales de los Bancos Centrales. Para los promotores del ecosistema cripto, esto no es más que un plan para erradicar los únicos instrumentos capaces de poner de rodillas al sistema financiero tradicional.
Europa, a la carga
Europa es la que más ha avanzado en tal sentido. De hecho, se espera que para fines de 2023 entre en vigencia la ley MiCa (Markets in Crypto Assets) en la Unión Europea. Sus promotores buscan poner fin a lo que han calificado como el "Salvaje Oeste de las criptomonedas", para proteger al público de la manipulación del mercado y los crímenes financieros. A esto se le suma una iniciativa para acabar con el anonimato en las trasferencias de criptoactivos.
Las propuestas europeas para regular al Bitcoin y el mercado cripto han tenido recepción dispar entre las empresas más importantes del sector. Si bien es cierto que apuntan principalmente a las grandes plataformas centralizadas, la discusión pasa por su verdadera utilidad al hablar de las descentralizadas, que al fin y al cabo son el núcleo de las criptomonedas.
Las blockchains funcionan como una suerte de libro abierto donde las transacciones quedan registradas y visibles para todo el mundo. Ciertamente, el hecho de que no aparezcan los nombres de los dueños de las wallets hace muy difícil su implementación en entornos descentralizados. Esto no significa que las autoridades no tengan otros instrumentos para la aplicación de la ley, incluso a la fuerza. Recordemos que Estados Unidos bloqueó Tornado Cash, un mixer de criptomonedas acusado de lavar miles de millones de dólares.
Un panorama que podría no cambiar demasiado
A riesgo de parecer descreído, pienso que el mercado del Bitcoin y otras criptomonedas no cambiará demasiado en 2023. No me quedan dudas de que el escrutinio regulatorio será mayor, porque incluso los grandes jugadores del sector —los exchanges centralizados— están empezando a solicitarlo. Hasta Binance, que históricamente ha sido señalado como sinónimo de movimientos turbios, habló recientemente de la necesidad de transparentarlo.
Estoy convencido de que esto se debe, en gran medida, a la necesidad de mostrarse dispuestos a colaborar con las autoridades, más que por una intención genuina. Figuras como Do Kwon, de Terra, y Sam Bankman-Fried, de FTX, se convirtieron en ejemplos de todo lo que no se debe hacer dentro de la industria. Y si bien algunos los consideran meros chivos expiatorios, es imposible no pensar que quienes los señalan tienen su parte de razón.
Los emprendedores de proyectos descentralizados que buscan añadir valor al ecosistema, están convencidos de que el "invierno cripto" es una purga necesaria. Tanto para eliminar las estafas, como para empoderar a los que verdaderamente intentan agregar valor basándose en la blockchain. Por supuesto que los grandes organismos financieros siguen sin verlo así. Sin ir muy lejos, el Banco Central Europeo recientemente aseguró que Bitcoin "está en camino a la irrelevancia".
El 2023 promete ser un año interesante para las criptomonedas, aunque no uno donde las cosas cambien drásticamente de la noche a la mañana.