Entre tanto escándalo cripto y las disputas de Elon Musk para comprar Twitter, en 2022 el mundo se olvidó de uno de los culebrones más grandes del sector tecnológico de la última década: el veto de Estados Unidos a Huawei. Las sanciones que impuso Donald Trump en 2019 —que luego fueron ampliadas y que permanecen vigentes en la actualidad—, no solo hicieron tambalear a la empresa, sino que también escalaron el tono y la severidad de la guerra comercial con China. Sin embargo, puertas hacia adentro de la compañía asiática, están seguros de que las restricciones norteamericanas ya no surten efecto.
En su carta de fin de año, el presidente de Huawei, Eric Xu, destacó que los ingresos de la empresa durante 2022 se mantuvieron estables. Incluso aseguró que las ventas crecieron un 0,02%; algo que, sin dudas, no parece demasiado, pero que demostraría que las sanciones estadounidenses habrían dejado de afectar la comercialización de sus productos, servicios y tecnologías.
De hecho, la compañía ya considera el veto de Estados Unidos como su "nueva normalidad". Una forma de decir que han sabido adaptarse a la imposibilidad de penetrar el mercado norteamericano, tanto a nivel gubernamental, como empresarial o de consumidores. "Estamos de vuelta en el negocio, como siempre", presumió Xu.
Si bien Huawei no ha dado a conocer todas sus cifras de 2022, los ingresos han sido prácticamente idénticos a los de 2021. En tal sentido, la compañía registró 363.900 millones de yuanes (unos 91.530 millones de dólares), contra los 363.800 millones del año previo. Reuters nota que no se ha hecho mención a la rentabilidad, puesto que los resultados financieros completos se conocerán a comienzos de 2023.
Huawei cree que lo peor del veto de Estados Unidos ya ha pasado
La historia tras el veto estadounidense a Huawei es larga y complicada. Si bien las sanciones más graves entraron en vigor en 2019, la Casa Blanca ya había prohibido el uso de móviles de la marca —y de ZTE— en el ámbito gubernamental en 2018. Con el correr de los meses, la situación escaló a niveles impensados.
Las acusaciones de espionaje estaban a la orden del día. Al punto tal que la administración de Donald Trump acusó a Huawei de ser controlada por el ejército de China. Y los consumidores en Norteamérica vieron de la noche a la mañana cómo los móviles de la marca desaparecían de las tiendas. Un dato no menor, considerando que hasta 2019 Huawei era una de las compañías top al hablar del desarrollo y la venta de smartphones Android.
Pese a la imposibilidad de incluir los servicios de Google, Huawei continuó desarrollando teléfonos para otros mercados. En este caso, ya sin Android pero con HarmonyOS, que es básicamente lo mismo. Mientras que en el orden corporativo, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) prohibió que empresas estadounidenses compraran tecnología de la firma china utilizando subsidios federales.
Para subsistir, Huawei encontró en China a su salvavidas. El gigante asiático le tendió una mano a la compañía, que estuvo a cargo del desarrollo y la implementación de buena parte de su red 5G. Algo que también se ha extendido a África, Oriente Medio y hasta ciertas partes de Europa, pese a ciertas amenazas.
Esta es una versión muy resumida del largo conflicto entre Huawei y Estados Unidos. No olvidemos que la administración de Joe Biden ha mantenido las sanciones que impuso Trump, lo cual también explica por qué la compañía considera este escenario como su "nueva normalidad".
¿Qué le depara el 2023 a Huawei? Ya lo veremos. Más allá de su subsistencia en el mundo de los móviles —incluso con modelos plegables—, la compañía ha expresado su interés por la movilidad eléctrica. Aunque también ha dejado entrever su intención de convertirse en líder en desarrollo de software.