Cuando la primera adaptación cinematográfica de una obra relevante o incluso icónica para un público más o menos determinado la pifia, los críticos y los espectadores miramos el intento siguiente de reojo, tragando saliva y temiéndonos lo peor una vez que se anuncia su estreno inminente. Si estáis pensando en que rehagan Fundación (David S. Goyer y Josh Friedman, desde 2021), vais listos y no hace ninguna falta. Pero esperamos que confiéis más en Resident Evil: Bienvenidos a Racoon City (Johannes Roberts, 2021) porque lo merece.
El recelo general en este caso específico tenía razón de ser. No solo por el escarmiento horrible que nos produjeron las seis películas con Milla Jovovich en la piel de Alice que dirigió o quiso escribir Paul W. S. Anderson: Resident Evil (2002), Apocalipsis (2004), Extinción (2007), Ultratumba (2010), Venganza (2012) y Capítulo final (2017), espantosas desde cualquier punto de vista; sino también porque el currículum del director en el largometraje no parecía depararnos nada digno en esta nueva oportunidad para el videojuego de Capcom.
No a causa de que el británico Johannes Roberts no cuente con experiencia en el género de terror, puesto que no ha salido de él en sus diez filmes anteriores: Sanitarium (2001), Alice (2002), Hellbreeder: La resurrección del mal, Darkhunters (2004), El bosque de los malditos (2005), F (2010), Storage 24 (2012), El otro lado de la puerta (2016), A 47 metros (2017), Los extraños: Cacería nocturna (2018) y A 47 metros 2: El terror emerge (2019), que van desde lo simplemente fallido al despropósito más absoluto.
La sorpresa de ‘Resident Evil: Bienvenidos a Racoon City’
Así las cosas, tan poco halagüeñas, uno nunca hubiera esperado que diría esto: Resident Evil: Bienvenidos a Racoon City, no solo se revela como una película muy decente, sino que se trata de la traslación al cine que debía ser, tanto para los que se han entretenido mucho con el videojuego de Shinji Mikami y Tokuro Fujiwara (desde 1996), que lleva más de 120 millones de unidades vendidas, como aquellos cinéfilos que desean sencillamente una obra de horror con la que no poner los ojos en blanco otra vez.
Durante la misma secuencia inicial, nos queda clarísimo que el planteamiento no tiene nada que ver con el de Paul W. S. Anderson, para nuestra alegría; ni en el desarrollo que plasma su libreto ni en cuanto a su apuesta audiovisual. Buena parte de sus logros se apoya en la medida planificación de Johannes Roberts y en la efectiva partitura, que pivota en entre la dulzura siniestra de sus coros, los sonidos inquietantes y la tensión estruendosa, firmada por Mark Korven, a quien debemos las de Cube (Vincenzo Natali, 1997), La bruja o El faro (Robert Eggers, 2015, 2019).
De lo más clásico del terror a lo reconocible del videojuego
Hay que reconocer, sin embargo, que uno no se va a enamorar de los personajes de Resident Evil: Bienvenidos a Racoon City. El propio realizador inglés se ha encargado de guion, y no ha escrito sus intervenciones con demasiada chispa. Pero del elenco no podemos decir nada malo; todos los actores se portan como es debido.
Desde Kaya Scodelario (Skins) y Robbie Amell (The X-Files) en la piel de Claire y Chris Renfield, pasando por Hannah John-Kamen (Ready Player One), Tom Hopper (Juego de tronos) y Avan Jogia (Caprica) como Jill Valentine, Albert Wesker y Leon Kennedy, hasta Neal McDonough (Minority Report) o Donal Logue (Zodiac) encarnando a William Birkin y Brian Irons.
Sea como fuere, lo que Johannes Roberts ha sabido demostrar aquí es muy buena vista en la elección de los escenarios y las horripilantes situaciones, y su puesta en escena, configuración visual y montaje se mueven de lo más clásico en los recursos del género de terror a lo reconocible del videojuego famoso, siempre eficaz para mantener en tensión constante al público y hasta para ponerle de los nervios en ocasiones.
Además, hay alguna propuesta con juegos de iluminación muy estimable en Resident Evil: Bienvenidos a Racoon City, y cierta escena alucinada con una canción de contrapunto bastante sorprendente. Por todo lo cual, siendo Paul W. S. Anderson productor ejecutivo, debieron de saltársele las lágrimas al ver el este reinicio como a Robert Zemeckis se le saltarían al conocer la animación con captura de movimiento de Avatar (James Cameron, 2009) tras haber estrenado solo un mes antes la suya en Cuento de Navidad. Porque la del improbable Johannes Roberts es la adaptación que estábamos esperando.