Si en el CES 2018 les hubiesen dicho a los directivos de Huawei que en apenas año y medio su empresa iba a tener que hacer frente una crisis a nivel internacional que amenazaría con borrar del mapa a la división de consumo de la compañía, habrían reído estrepitosamente. Aquel mes de enero la tecnológica asiática no solo se encontraba en mejor forma que nunca, sino que además se disponía a poner un pie en Estados Unidos de forma oficial con la puesta a la venta en el territorio del Mate 10 Pro.

Pero los planes, incluso los mejores, pueden truncarse en un abrir y cerrar de ojos, que fue exactamente lo que ocurrió cuando las principales operadoras del país dieron la espalda a la marca de Shenzhen. Una acción que ni siquiera entonces permitía adivinar los descalabros venideros, bien conocidos ya, que han puesto a Huawei en la cuerda floja y en posición de jaque constante en la partida de ajedrez que es la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Mientras tanto, en el resto del mundo hemos asistido expectantes a un intercambio de estocadas que parece haber alcanzado una tregua. Pero ¿cómo se ha vivido esta situación dentro de China? ¿Qué opinan los habitantes del país ante lo que muchos señalan como un flagrante ataque a la prominente empresa patria? En Hipertextual hemos hablado con cuatro residentes del país asiático para conocer de primera mano su opinión acerca de uno de los acontecimientos tecnológicos que podrían haber marcado por completo el devenir de la industria.

"Sabía que iba a pasar"

Huawei preparaba el pasado año una artillería que dispararía a lo largo de los siguientes meses y que ha llevado a la firma a estar más cerca que nunca de Samsung en número de ventas de dispositivos móviles. Un reconocimiento de gran calibre que ha llegado con un varapalo de iguales dimensiones por parte de Norteamérica en una sucesión de acciones que, según cuenta T.Y. –el nombre completo ha sido ocultado a petición del entrevistado–, ya "se sabía que iba a pasar", aludiendo a la sensación generalizada de tensión entre ambos países.

"Las compañías de tecnología chinas están superando a las compañías estadounidenses en varias áreas, especialmente en el caso de las compañías que reciben apoyo del Gobierno, como Huawei", asegura. "Creo que esta es una gran preocupación dentro del gobierno de los Estados Unidos. Incluso si hubiera otro presidente podría haber tomado la misma decisión. No se trata principalmente de justicia, sino de competencia, creo".

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Esta es, precisamente, una de las principales preocupaciones por parte de quien ve, como se mencionaba anteriormente, a Huawei como un peón dentro de los planes comerciales de Estados Unidos. La Administración Trump mantiene que la permisividad hacia los aparatos de Huawei vulnera gravemente la seguridad estatal, pero al mismo tiempo la puerta ante un posible acuerdo se ha ido abriendo de manera progresiva a lo largo de las últimas semanas, elevando las dudas acerca de los motivos primarios que subyacen en el procedimiento de la inclusión de la empresa en la Entity List.

Junhui Qian es profesor en la universidad Jiao Tong de Shanghái y expresa una postura diferente en lo que al hecho de la prohibición se refiere: "Cuando escuché por primera vez sobre la prohibición de Huawei en los Estados Unidos, pensé que era increíble. Pero desafortunadamente, muchos sucesos increíbles ocurren a día de hoy". Sin embargo, está seguro de que el Gobierno estadounidense actúa motivado por el deseo de "escalar la tensión" entre ambas potencias y que "si hubiera sido solo por motivos de seguridad, habría bastado con impedir que las operadoras no utilizaran el equipamiento de Huawei" desde un primer momento.

"Creo que existe una seria preocupación en los EE.UU. sobre el riesgo de seguridad que se puede presentar al utilizar la tecnología de 5G de Huawei, pero este ha sido infinitamente exagerado por los políticos. En última instancia, son los operadores de red los que controlan el flujo de datos, no el proveedor de dispositivos de red. Serían necesarios dispositivos de alta calidad y seguros para reducir la actividad de espionaje, pero no es suficiente para eliminar el riesgo".

¿Territorio comanche?

No son pocas las cuestiones que se han alzado acerca de un posible boicot o acciones en contra de las compañías estadounidenses que operan en suelo chino por parte de los habitantes de dicho país. Al fin y al cabo, Huawei es una de las empresas más reverenciadas allí por la magnitud de la que dispone y su proyección internacional. Que un país extranjero –y rival en términos económicos– desbarajuste el orden habitual y amenace la estabilidad de la misma no es, desde luego, plato de buen gusto.

En este sentido, las opiniones de las personas con las que hablamos –que bajo ningún concepto pretenden expresar una realidad aplicable al conjunto de la población– se inclinan hacia una posible reacción por parte de los ciudadanos de China en relación, por ejemplo, a Apple y otras empresas norteamericanas relacionadas con el sector tecnológico.

Campus de Huawei en Dongguan.

"Creo que ya hay un movimiento silencioso e intencionado de boicotear el iPhone. La prohibición estadounidense de Huawei ha sido un punto de inflexión", relata Qian, quien dice poseer un Xiaomi y considera cambiar a Huawei en el futuro. "La mayoría de la gente en China lo ve como un movimiento escandaloso. Pero no he visto ninguna señal de boicotear otros productos estadounidenses como Starbucks o McDonald's". Unas declaraciones que apoya Zhu Yuanjie, un antiguo trabajador de una Apple Store y residente también en Shanghái, quien asegura que muchos de los usuarios del smartphone de la compañía de la manzana ahora quieren dar el salto a uno manufacturado por la empresa local, citando a empleados actuales. "Es ridículo", afirma, mientras comenta que el trabajo realizado por la firma de Cupertino en los últimos años en China ha sido y continúa siendo "muy bueno", fortaleciendo su ecosistema en un mercado de notable relevancia para ellos.

De hecho, esta es una de las claves por las cuales Apple se encuentra en una posición increíblemente incómoda mientras la guerra comercial continúe sin resolverse definitivamente. Tanto el volumen de ventas locales como las tarifas de exportación, por ejemplo, son factores clave para la firma californiana a la hora de hacer cuentas a nivel global.

T.Y. se inclina por una reacción por parte del Gobierno chino no tan notoria de cara al exterior como sería, por ejemplo, complicar a Apple la producción de sus dispositivos mediante diferentes imposiciones, sino mediante algún subterfugio: "No lo dirán directamente, pero influirán en la mente de las personas de manera imperceptible. Las personas de la edad de mis padres tendrán más probabilidades de no comprar productos estadounidenses debido al sentimiento nacionalista".

La nota discordante la pone Yong Qian, un experto en robótica y aprendizaje automático que asegura que las decisiones de compra o no de un determinado producto no se tomarán en base a las recientes acciones entre ambos países, sino a la experiencia pasada de los consumidores: "Por ejemplo, si recibieron un mal servicio de Apple, entonces no volverán a comprar un iPhone".

Escenario impredecible

Aunque las aguas parezcan ahora más calmadas que hace unos días, la realidad es que el futuro permanece igual de incierto para Huawei. Por un lado, no hay una decisión oficial por parte de Estados Unidos que haya solventando la perspectiva del futuro de la división de consumo de de la firma; por otro, nadie puede asegurar que dentro de un cierto tiempo la tensión vuelva a escalar y todo vuelva al punto de partida. Por eso Huawei, con casi total probabilidad, continuará desarrollando su sistema operativo y potenciando la autonomía en la producción de sus componentes, en caso de un eventual veto futuro.

Porque a día de hoy todavía está por dilucidar si realmente la seguridad estatal es tan relevante para Estados Unidos como hizo creer en el primer momento del veto a Huawei y si las tensiones comerciales pueden terminar por provocar un nuevo desastre.

Empleados de Huawei en una sesión de 'team building'.

“Entiendo muy bien que la Administración de Trump haya bloqueado a Huawei como consecuencia de los problemas de seguridad y tecnología de espionaje”, explica Yuanjie. “Dado que Estados Unidos ha dominado los campos de la tecnología y la tecnología durante mucho tiempo, cuando alguien lo hace mejor que tú (por ejemplo, en la tecnología 5G), se puede considerar que se trata de una medida de protección de seguridad nacional, pero también puede entenderse como una baza para que China y los Estados Unidos intercambien acuerdos comerciales en China”.

El desarrollo del 5G, cuya implantación comercial se está comenzando a llevar a cabo este 2019, es una de las claves que marcarán el panorama tecnológico y delimitarán el camino de una industria que pugna ahora por conseguir efectuar dicha expansión lo antes posible.

En este espectro, Huawei es un agente clave con su infraestructura de comunicaciones, algo que no gusta en Norteamérica y que, si bien su prohibición puede lastrar al país en lo que a la instauración inicial se refiere, podría ser la única manera de impedir a las gigantes asiáticas extender su dominancia. “Las compañías de tecnología chinas están superando a las compañías estadounidenses en varias áreas, especialmente las compañías que reciben apoyo del gobierno, como Huawei. Creo que esta es una gran preocupación dentro del gobierno de los EE. UU. Otros presidentes podrían haber tomado la misma decisión”.

Un futuro sin el Android de Google

Las últimas informaciones apuntan de manera clara a un levantamiento del veto de Huawei en lo que a la relación comercial con empresas y fabricantes estadounidenses se refiere y, por ende, también de la imposibilidad de incluir la versión de Android firmada por Google en sus smartphones. Poder hacerlo es imprescindible para que los dispositivos cuenten con aplicaciones y servicios clave para el mercado europeo, siendo una de las mayores preocupaciones de la marca en relación a la puesta en el mercado de los mismos.

Recientemente, la compañía ha confirmado estar trabajando en su propio sistema operativo, conocido como HongMeng OS –o Ark OS, fuera de China–, basado en la versión open source de Android y con mejoras en la carga de aplicaciones y rendimiento. No es la solución ideal, pues Huawei tendría que ver cómo apañárselas fuera del territorio local para hacer sus terminales atractivos a ojos del consumidor, pero es una forma de no depender de las medidas del Gobierno de Estados Unidos.

Con aún muy poca información acerca de lo que aportará exactamente dicho software y cuál será su apariencia, entre otros muchos datos, las opiniones al respecto son contrapuestas. “No probaré, por ahora, ningún producto de Huawei”, confiesa Yuanjie, considerando estos como “fríos, carentes de humanidad y arte”. En la posición contraria está Yong, quien asegura que, a pesar de estar lejos aún su posible lanzamiento, “probaría si la experiencia de usuario es buena, especialmente si puede ayudarme a ahorrar tiempo”.

EE.UU. emitirá licencias para que sus empresas puedan vender productos a Huawei

Algo que desde luego jugaría a favor de Huawei a la hora de poner a la venta terminales con este sistema operativo en China sería el actual estado de los servicios de Google en dicho territorio, los cuales se encuentran vetados por el Gobierno y, a efectos prácticos, por tanto, no supondría un gran cambio contar o no con el apoyo de la empresa de Mountain View en el software. Qian resume muy bien la situación:

He oído que el nuevo sistema operativo es una gran mejora con respecto a Android, tanto en seguridad como en eficiencia. Se dice que el nuevo sistema operativo es compatible con las aplicaciones de Android. Si ese es el caso, al menos los usuarios chinos no tendrían ninguna dificultad en adaptarse al nuevo sistema operativo. Mi teléfono Android actual, por ejemplo, no tiene servicios de Google como Google Play, Google Maps, etc. Fuera de China, debido a la posición de monopolio de Google, sería mucho más difícil.

Una nueva esperanza

Tras haber pasado –o casi– la peor de las crisis imaginables para Huawei, aquel CES 2018 comienza a sonar ya lejano ante la perspectiva de un futuro en el que la marca pueda continuar desarrollando sus operaciones a nivel internacional sin ninguna traba u obstáculo más allá de la Entity List, la “lista negra” –que no es poco, pero sí mucho menos de lo que se podría esperar–, la cual impediría su incursión en suelo estadounidense. Pablo Wang, Director de la unidad de consumo en la división española de la tecnológica, expresaba de la siguiente manera la situación actual en una reciente entrevista concecida a este medio, dejando claro que, pase lo que pase, seguirán presentes tanto en España como en el resto de países fuera de China:

[...] desde el día en que ocurrió todo esto, hemos creído, con total confianza, de que, pase lo que pase, vamos a continuar y trabajar en este mercado. Porque después de tantos años de inversión e I+D, de tecnología y de innovación creemos que tenemos la capacidad de enfrentar esta situación. Y, pase lo que pase, podemos continuar ofreciendo nuestros productos a nuestros consumidores.

Wang, no obstante, no niega el daño y el impacto sufrido por la firma en este lapso de tiempo donde las noticias negativas han llovido y empapado a unos consumidores que ahora miran con cierto recelo a los productos de Huawei. “Incluso si EE. UU. eliminase a Huawei de la ‘Entity List’, el daño ya está hecho”, afirma Qian, refiriéndose tanto al impacto que pueda tener a medio plazo en las ventas de la firma china como en las empresas norteamericanas, que pueden perder clientes de cara al futuro. “El monopolio estadounidense de cierta tecnología será considerado un riesgo potencial para la cadena de suministro global. Las principales empresas, como Huawei, pensarán en alternativas a la tecnología de Estados Unidos”.

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Lo que resta de año será, sin ningún género de duda, esencial para entender el futuro de Huawei y cerrar un capítulo de su historia personal que jamás desearían haber escrito. A pesar de que “todas las empresas deberían trabajar juntas para mejorar el mundo”, como expresa Yong, los intereses comerciales internacionales juegan un rol cada vez más importante en la tecnología, y probablemente lo harán más aún en los próximos años. China, en este sentido, lleva años buscando una mayor independencia a la hora de obtener suministros y componentes fuera de sus fronteras, comenzado a dibujarse un futuro donde la colaboración entre países sea menor y los productos patrios dependen cada vez más de sí mismos para garantizar su continuidad.