El mundo del famoseo no deja de traernos continuamente nuevos bulos y falsas creencias relacionadas con la nutrición. La última de ellas viene de la mano de la diseñadora de moda y exintegrante de las Spice Girls Victoria Beckham, y su particular forma de alimentarse. Según su marido, el exfutbolista David Beckham, la celebritie tiene una dieta a base de “pescado a la plancha y verduras al vapor” desde hace más de 25 años. Así lo confesó el excentrocampista del Real Madrid en un reciente podcast del restaurante londinense The River Cafe.
Dejando a un lado la casi segura exageración de estas declaraciones, lo cierto es que seguir una dieta estricta y monótona no se relaciona en absoluto con el mantenimiento de una relación saludable hacia la comida. Esta simbiosis debe ir mucho más allá de lo nutricional, ya que comer es uno de los mayores placeres de la vida y debe hacernos disfrutar también.
Por otro lado, este tipo de comportamientos y formas de relacionarse con la comida pueden enmascarar ciertos trastornos de la conducta alimentaria o TCA —por sus siglas. Alertar del peligro que tienen estas formas de alimentarse resulta crucial, sobre todo para informar al público más joven que puede dejarse influenciar fácilmente por la dieta de la famosa de turno. Suele ser algo predominante en chicas jóvenes por culpa de los estereotipos e ideales de belleza que imponen actualmente las redes sociales.
Por qué es peligrosa una dieta solo a base de pescado y verduras
A pesar de que el pescado y las verduras conforman dos grupos de alimentos bastante saludables —de hecho de los más completos— lo cierto es que alimentarse exclusivamente a base de ellos no es la mejor de las ideas porque corremos el riesgo de padecer ciertos déficits nutricionales.
Los alimentos están compuestos por un amplio abanico de nutrientes. Sin embargo, no podemos encontrar todos ellos en un mismo producto o familia de alimentos. Esto es lo bonito de la alimentación ya que, a diferencia de una compañía telefónica, no te ofrecen ningún tipo de exclusividad ni permanencia. En el combo del comer se encuentra la fantasía alimentaria y la plenitud nutricional.
Por otro lado, es importante matizar que si freímos una coliflor con seis litros de aceite poco rastro de salud quedará en ese amasijo de calorías con forma de alimento. La forma de cocinado también influye mucho en el resultado nutricional de un alimento. Por ejemplo, la fritura es uno de los peores métodos de cocción que existen por las altas cantidades de aceite que se utilizan, generalmente de mala calidad y con un número de calorías muy alto asociado. En contraposición, la cocción al vapor, horno y plancha con poco aceite se postulan como los formatos de cocinado más saludables que podemos llevar a cabo.
Ningún alimento tiene todos los nutrientes que necesitamos
Las legumbres, por ejemplo, son muy buenas fuentes de proteína vegetal, pero presentan déficit de algunos aminoácidos esenciales como la metionina. Por otro lado, aunque el macronutriente más destacado en los cereales sean los hidratos de carbono, no debemos olvidar que estos también contienen proteína en su composición. En este caso, los cereales suelen tener como aminoácido deficitario la lisina.
Existen muchos más casos también aplicados a alimentos de origen animal como la mismísima carne. Un filete de pollo o cerdo es alto en proteínas y puede que también grasa —según la región del animal que nos comamos—, pero su contenido en hidratos de carbono apenas resulta representativo.
El huevo es uno de los alimentos más completos que existen para una dieta equilibrada, ya que aporta proteínas de alto valor biológico y grasas en la yema. También aporta un buen número de vitaminas esenciales, a excepción de la vitamina C, por ejemplo. Por otro lado, su aporte en hidratos de carbono es muy residual, e inexistente si nos referimos a la fibra dietética. Con los lácteos en general: leche, yogur y queso, sucede exactamente lo mismo.
Las frutas, verduras y hortalizas son excelentes fuentes de hidratos de carbono complejos, fibra dietética, vitaminas y minerales. Pero no busques en ellas proteínas o grasas, ya que ni están ni se las espera.
Si hablamos del pescado, su composición nutricional puede variar ligeramente según el tipo de especie. Generalmente los pescados se clasifican en especies blancas y azules. Los pescados magros o blancos son aquellos que poseen menor contenido graso, como por ejemplo la lubina, merluza o la dorada. Por el contrario, los pescados grasos o azules como la sardina, salmón o atún se caracterizan por poseer un contenido importante en ácidos grasos saludables Omega-3. Una dieta equilibrada para nuestro organismo necesita este tipo de grasa para cumplir con diferentes funciones metabólicas como el mantenimiento adecuado de la presión arterial y la función cerebral, siendo un componente indispensable para las membranas de nuestras células.
Incluso el alimento más saludable del mundo no contiene todos los nutrientes que nuestro cuerpo necesita. La cosa está bastante repartida en el gremio alimentario. Es importante grabar esto a fuego en nuestra mente, ya que se trata del principal razonamiento para huir de las dietas milagro que prometen perder peso mediante la ingesta exclusiva de un alimento. Ni la dieta de la piña, ni la dieta de la alcachofa, ni tan siquiera la dieta del cucurucho funcionan para perder peso de forma saludable a largo plazo. Todo son patrañas.
No existen alimentos imprescindibles
Todo esto, además, justifica el hecho de que aquellas personas con alergias e intolerancias hacia ciertos alimentos puedan mantener su salud en buen estado. También sirve para derribar el mito relacionado con las dietas vegetarianas y veganas, donde aún a día de hoy se sigue pensando que son deficitarias en algunos nutrientes como proteínas. Sin embargo, se pueden obtener perfectamente todos los nutrientes que nuestro organismo necesita a partir de fuentes alimentarias vegetales. La única excepción es la archiconocida vitamina B12, micronutriente esencial que debe ser suplementado en la dieta de veganos —y también vegetarianos— ya que no puede obtenerse adecuadamente mediante alimentos de origen vegetal.
Para alimentarnos de forma saludable debemos mantener una alimentación variada con una dieta sana, basada en alimentos frescos y rica en vegetales como frutas, verduras, hortalizas y legumbres. También con alimentos proteicos de calidad como pescado, huevos o carne y fuentes de hidratos de carbono saludables como cereales integrales, frutos secos y semillas. Una buena guía visual para entender esto es el Plato para Comer Saludable de Harvard. Además, los procesados de buena calidad nutricional como las conservas de pescado y legumbres, o los vegetales ultracongelados también pueden tener una presencia habitual sin problemas ya que nos hacen la vida mucho más fácil sin renunciar a una alimentación sana.
Sin embargo, y al margen de lo nutricionalmente adecuado, lo más importante es mantener una relación sana con la comida con una dieta sana. Una relación que nos permita salir los fines de semana a tomar unas cañas con los colegas o pedir una pizza a domicilio mientras vemos Netflix en el sofá sin sentir remordimientos ni culpabilidad. En el equilibrio está la clave. Solamente de esta forma podremos mantener una relación estable a largo plazo con la comida que nos ayude a estar saludables físicamente, y también a nivel mental.