Noticia bomba que saltaba ayerexclusiva de Bloomberg. Apuntaba a que no veremos Call of Duty nuevo en 2023. Al menos no un título dentro de lo que Activision Blizzard denomina experiencia premium: es clásico titulo anual de 70 euros. Pese a que esta decisión rompe la dinámica habitual, es una buena noticia no solo para los propios desarrolladores, también para los jugadores que serán los más beneficiados.
Desde Bloomberg apuntan a que no se trata de una decisión fruto tras la compra por Microsoft, sino que responde a la propia Activision fruto de la situación actual con Warzone y Vanguard. De hecho, es una decisión que se tenía que haber tomado hace ya cuatro años, cuando la compañía dio un golpe en la mesa con el reboot de Modern Warfare. El juego fue un éxito arrollador, y tenía todo para aguantar el tipo dos o tres años con un buen calendario de contenidos.
Además llegó Warzone, que supuso un cambio de dinámica respecto a la base de jugadores de Call of Duty. De hecho, ya cuando el Battle Royale era el título más jugado, muchos usuario pidieron que Activision mantuviese el soporte de Modern Warfare durante otro año más.
Malas decisiones y peores integraciones: Call of Duty necesita una nueva estrategia
Cuando un año después del lanzamiento de Modern Warfare Activision lanzó Cold War se confirmaron los presagios de los usuarios. El juego no estaba 100% terminado, tenía una jugabilidad diferente respecto a MW y, desde luego, su integración inicial con Warzone fue un auténtico desastre que todavía arrastramos a día de hoy y que se ha visto agravado con la integración de Vanguard y Caldera.
Modern Warfare en su lanzamiento podría haber sido un punto de partida nuevo para la franquicia lo mismo que lo fue para los títulos de Infinity Ward. Un juego muy pulido que trajo consigo Warzone y cuya jugabilidad, aunque dividió a la comunidad y trajo de vuelta un gran número de jugadores que habían abandonado la franquicia.
Además, su modelo de contenidos, con una calendario de nuevos mapas, armas y elementos gratuitos, unido a un pase de batalla y una selección de contenido cosmético de pago, con una estrategia bastante acertada, lo tenía todo para potenciar su continuidad.
Parece que la estrategia que pedían los usuarios con Modern Warfare, va a llegar con su secuela: tendremos nuevo juego en 2022, y será el último premium durante una buena temporada. El siguiente quizás, ya con el sello de Microsoft. Pero planteará una nueva estrategia, quizás mas acertada.
Modern Warfare 2: borrón y cuenta nueva para el nuevo Warzone
Unos meses de juego de Modern Warfare 2 para dar paso a Warzone 2 en 2023 y mantener un calendario de contenidos que alimenten ambos títulos es justo lo que quieren los jugadores de Call of Duty, al menos el grueso de ellos. Eso garantizará que al menos no tengamos integraciones a medio cocer, hechas a la carrera para cumplir un calendario y que el contenido se mantenga vivo durante más tiempo.
Y todo ello, pese a que nos pese, hay que hacer borrón y cuenta nueva. Modern Warfare 2 no puede cargar a la espalda los desastre actuales de Warzone, ni de Cold Ward ni de Vanguard. Si bien muchos usuarios que se han dejado tiempo y dinero en cosméticos no estarán de acuerdo con esta idea, tiene que ser así. Volver a empezar con una estrategia definida con Warzone como centro de la experiencia y Modern Warfare 2 como complemento premium. Que el Batte Royale no tenga que sufrir integraciones a la carrera por un calendario de lanzamientos standalone, ni que el Modern Warfare 2 tenga que pagar el precio de Warzone. Pero sobre todo para que no volver a pasar por el bochorno de Warzone Cold War y el lanzamiento inicial de Caldera.
No tener Call of Duty en 2023 abre la puerta a que Activision pueda planificar mejor la estrategia a seguir, que ofrezca una nueva oportunidad o un nuevo punto de partida para abrazar mejor una dinámica de mercado en el que Warzone y la experiencia free-to-play son reyes. Pero, sobre todo, a no repetir los errores del pasado. Errores que, aunque muchos se vayan solucionando, los jugadores de Warzone y el anterior Modern Warfare han pagado constantemente.
Y seamos realistas, Modern Warfare de 2019, sigue siendo a día de hoy un título muy jugado, demostrando que la idea de no haber sacado Cold Ward o Vanguard era bastante más acertadas que las malas integraciones que los jugadores han sufrido. Y que siguen sufriendo.
La situación actual de que Warzone actualmente siga integrado en el cliente de Modern Warfare de 2019 ha hecho más daño a los jugadores que bien. No permite integrar funciones nuevas de las consolas de actual generación, ni permite actualizar el Battle Royale sin tocar archivos del propio juego separado. Es más, en la mayoría de temporadas, los cambios en Warzone han roto muchos de los elementos de MW que, siendo un título sin soporte, se han tardado meses en arreglar.
Todo ello fruto de una planificación errónea que inicialmente presentó a Warzone como complemento a Modern Warfare y que después se convirtió en un monstruo enorme para el que no había una estrategia definida a largo plazo. Y de aquellos barros, estos lodos: las integraciones a media, los errores de implementación, actualizaciones de cientos de GB para solucionar un error menor, ausencia total de novedades como el FOV en consolas, resoluciones mayores o los 120 FPS que llegaron, desaparecieron y volvieron a aparecer.
Warzone necesita ser un Call of Duty independiente
Un enorme problema no solo para los desarrolladores, que tenía que integrar cientos de contenidos en un juego de 2019 no hacía más que engordar, en tamaño y en mal código, también para los jugadores que veían como con cada actualización, Warzone y Modern Warfare iban a peor. Y eso dejando al lado el enorme problemas de los tramposos que Ricochet, el anticheat de COD, no ha terminado de solucionar todavía.
Por eso es primordial que esta nueva estrategia pase por que Warzone 2 tenga un cliente nuevo y no esté atado a ningún título. Tampoco a Modern Warfare 2. Algo que permita mantener independiente el free-to-play aunque abrace los contenidos de temporada con otros juegos.