En el episodio doble “Rubber (Wo)man” (1x01-2) de American Horror Stories (Ryan Murphy y Brad Falchuk, desde 2021) nos adentramos de nuevo en uno de los escenarios infames de la serie original, el de Murder House (2011-2012).
Pero ahora, en “Drive In” (1x03), la trama que el guionista Manny Coto y el director Eduardo Sánchez es nueva por completo, sin antecedentes en su universo sombrío más que en aquellas narraciones de terror que nos trae a la memoria por su premisa paranormal. Por ejemplo, el capítulo “Blood” (2x03) de la imprescindible The X-Files (Chris Carter, desde 1993) o el fascinante largometraje En la boca del miedo (John Carpenter, 1994).
Después, nos brindan la grata confirmación de que las imágenes lúgubres en la secuencia de los títulos cambian según la historia de la que se trate, sin que varíe el tema musical de siempre, compuesto por Charlie Clouser (Wayward Pines), César Davila-Irizarry (Planet b234) y Mac Quayle (Mr. Robot).
La experiencia no es siempre una garantía
Que Ryan Murphy y Brad Falchuk (Pose) hayan confiado en Manny Coto y Eduardo Sánchez para escribir y realizar “Drive In” no resulta nada chocante. El uno es un veterano con su firma en episodios de Alfred Hitchcock presenta (1985-1989), Historias de la cripta (Steven Dodd, 1989-1996), Más allá del límite (Leslie Stevens, 1995-2002), Star Trek: Enterprise (Rick Berman y Brannon Braga, 2001-2005), 24 (Robert Cochran y Joel Surnow, 2001-2010), Dexter (James Manos Jr., 2006-2013), American Horror Story (desde 2011), 24: Vive otro día (Cochran y Surnow, 2014) o The Exorcist (Jeremy Slater, 2016-2018); y el creador de 24: Legacy (2016-2017) junto con Evan Katz.
El otro rodó El proyecto de la bruja de Blair (1999), un éxito instantáneo, y otros seis largometrajes de mínima resonancia; además de capítulos de Supernatural (Eric Kripke, 2005-2020), Abierto hasta el amanecer (Robert Rodríguez, 2014-2016), Lucifer (Tom Kapinos, 2016-2021) o Venganza: Orígenes (Alexander Cary, 2017-2018). Pero sus currículos no los han salvado del desastre aquí.
Un episodio indigno del universo de ‘American Horror Story’
Se sabe casi desde primera hora que va a ocurrir algo funesto por lo que correrán ríos de sangre, no solamente porque es un episodio de American Horror Stories y eso constituye una promesa de horror, sino también por los propios avisos verbales, gracias a los que nos quedamos a ver “Drive In” para saciar nuestra curiosidad malsana. E incluso intuimos algunos pormenores horribles que luego se nos vienen encima.
El breve montaje veloz con planos de detalle que nos da una idea de lo que produce el estallido de las atrocidades es meritorio. Pero, lamentablemente, la dignidad de este capítulo termina ahí; y, si habíamos pensado en The X-Files o la mejor película de John Carpenter, la sutileza de ambas está a años luz de este espectáculo atroz. Y eso que el cineasta neoyorkino se las trae a veces.
Más bien habría que considerarlo emparentado con The Crazies (Breck Eisner, 2010), remake del filme homónimo de George A. Romero (1973), o de cualquier aproximación a los apocalipsis de zombis ágiles, como 28 días después (Danny Boyle, 2002) y su secuela superior, 28 semanas después (Juan Carlos Fresnadillo, 2007), que de todas maneras se derrumba igual. Como las referencias anteriores. Y esto no pueden arreglarlo las explicaciones subsiguientes ni el moderno viraje final de “Drive In”.
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Debe parecernos lo acostumbrado que regresen actores de American Horror Story: el reconocible John Carroll Lynch (Zodiac) en los zapatos de Larry Bitterman y Naomi Grossman (El vecindario), que fue la inolvidable Pepper en Asylum (2012-2013) y Freak Show (2014-2015), encarnando a Rabid Ruth; como Matt Bomer (Los chicos de la banda) y algún otro secundario en “Rubber (Wo)man”. Pero en absoluto que nos propongan un despropósito simplón y tan trillado como este, indigno de su sugerente universo hasta resultar un tropiezo incomprensible.