No cabe duda de que **la madurez de la ficción televisiva a la que llevamos unos cuantos años asistiendo, que tantos ratos deliciosos nos está haciendo pasar y que tanto está contribuyendo a dignificar la narrativa audiovisual en la caja tonta, no podría ser así sin la lúcida construcción de personajes complejos**, nada arquetípicos, que justifiquen la propia narración. Y he aquí algunos de los mejores.
Homer Simpson (‘The Simpsons’)
No podía empezar sino con el gran veterano, cabeza de chorlito de la familia más famosa de Estados Unidos y por cuya boca han salido las mejores frases de esta sátira de la sociedad estadounidense. Es una lástima que haya sufrido un claro proceso de flanderización, desde un cinismo descerebrado de lo más deslumbrante a la simple estupidez, que por sí solo ya merece que le pongan punto y final a esta inolvidable serie animada.
El Fumador (‘The X-Files’)
El más oscuro villano de esta serie repleta de ellos, **el personaje más enigmático de una historia llena de enigmas, interpretado con precisión milimétrica por William B. Davis**; frío, siempre inquietante, conocedor de los mayores secretos y casi nunca claro en sus motivaciones, hábil estratega de la conspiración y siempre un paso por delante de Mulder y Scully, a los que les hace la vida imposible. Se hace querer, vaya.
Chandler Bing (‘Friends’)
Mi preferido de esta sitcom de grandes personajes. Matthew Perry es el actor que le da vida, aportándole el punto exacto de inseguridad a este colega, marcado por la familia más disfuncional que pueda imaginarse, que utiliza el humor sarcástico como autodefensa, caza las cosas al vuelo y se debate entre lo histriónico y la cara de circunstancia.
Ruth Fisher (‘Six Feet Under’)
Esta ama de casa viuda, interpretada con espléndido tino por Frances Conroy, es el personaje con peores perspectivas de tan dolorosa serie, el que menos esperanzas de la vida podría tener y, a la vez, el más impredecible en sus decisiones y reacciones. No puede menos que conmoverle a uno su capacidad para sobreponerse a los golpes y complacerle su búsqueda de un camino para sí misma a pesar de todo.
Omar Little (‘The Wire’)
En la serie con más delincuentes por fotograma, este individuo con la cara y los gestos de Michael Kenneth Williams no podía ser más particular entre ellos. Osado, sagaz y desafiante, homosexual respetado a la fuerza en un mundo en que violencia, hombría pueril y respeto no se distinguen, se hizo un nombre que difícilmente olvidaremos.
Gregory House (‘House MD’)
El más grande entre los grandes. Si hay un personaje lo suficientemente complicado hasta resultar trágico, genial, agudo, desagradable, autodestructivo y, al tiempo, ocurrente y divertido en la ficción televisiva, ese es el doctor House. Y si existe una integración perfecta de un actor con su personaje, esa es la de Hugh Laurie con el buen doctor, del que ya se ha dicho que es un trasunto de Sherlock Holmes que aplica su extraordinaria mente analítica a la resolución de casos médicos. No puedo echarle más de menos desde que dejó de cojear por los pasillos del Hospital Princeton-Plainsboro.
Benjamin Linus (‘Lost’)
Lo confieso: amo a este ser de ojos saltones, los de Michael Emerson, al que todo el mundo odia con todas sus fuerzas. No se trata de un amor romántico, sino puramente narrativo, quizá porque me pierde un personaje tan ambiguo, manipulador, impasible, educado, malévolo e implacable como el bueno de Ben, que siempre cuenta con un plan de acción y que tiene pinta de todo excepto de lo peligrosísimo que en verdad es. Un trozo de pan, pero de los duros.
Dexter Morgan (‘Dexter’)
Es posible que muchos piensen que pasar del David Fisher de Six Feet Under al asesino en serie protagonista de Dexter es un gran cambio de registro para Michael C. Hall, pero hay algo en la rigidez de David que conduce directamente al letal Dexter Morgan. Y pocas veces se le ha dado la oportunidad en pantalla a un homicida de desarrollarse psicológicamente como en esta siniestra serie de asesinatos, brindando al personaje principal una evolución tan inesperada y con tantas aristas que resulta de lo más satisfactoria.
Sheldon Cooper (‘The Big Bang Theory’)
No se trata sólo de un genio insoportable con síndrome de Asperger: el Sheldon Cooper de Jim Parsons es todo un carácter elaborado con esmero para ofrecer una perspectiva del ombligo del mundo desconsiderada, excéntrica, maniática e hilarante y, de paso, sacar de quicio a sus sufridos amigos con su torpeza social. *Él es el personaje cómico de cuantos años dure la serie*.
Tyrion Lannister y Petyr ‘Littlefinger’ Baelish (‘Game of Thrones’)
Con un reparto tan coral, no os extrañará que haya decidido escoger a dos personajes de esta magnífica adaptación televisiva de las novelas de George RR Martin. El Tyrion Lannister interpretado por Peter Dinklage es pequeño pero verbalmente matón, pues es su gran elocuencia y su ingenio lo que conquista sobre todo a los espectadores. Y en cuanto al Littlefinger de Aidan Gillen, que fue político en The Wire y aquí se maneja en el mismo ámbito, comparte la virtud de Tyrion pero aplicada a la manipulación de quien, algo marrullero, da visos de haber trazado un plan al milímetro que aún no alcanzamos a ver bien porque no ha enseñado todas sus cartas.
Jude Martin (‘American Horror Story: Asylum’)
La fortaleza de esta monja, a la que ha construido una grandiosa Jessica Lange, su perversidad ocasional, sus momentos vulnerables por los secretos traumáticos que esconde y sus agallas en cada enfrentamiento físico o verbal la hacen un personaje irresistible de esta serie de terror. No es adorable como la imagen que tenemos, por ejemplo, de Marylin Monroe, sino que se la adora precisamente por todo lo contrario.
Claire y Frank Underwood (‘House of Cards’)
Son inseparables. No se puede elegir sólo a uno de ellos porque, de hecho, la historia de la serie es la de ambos, y si él es brillante y maquiavélico en la persecución de sus objetivos, ella es además absolutamente audaz. Son un equipo, están hechos el uno para el otro, y resultan un matrimonio temible cuando trabajan juntos. Un auténtico regalo de personajes para Robin Wright y Kevin Spacey, que los bordan en cada escena.