No cabe duda de que 30 monedas (desde 2020), la serie televisiva con una trama de terror religioso de la HBO que ha dirigido Álex de la Iglesia (Crimen ferpecto), se ha revelado como uno de los acontecimientos más interesantes de las últimas semanas. Al director bilbaíno se le quiere y se le respeta como cineasta (¡y qué discursos dio en los Goya!), salga o no airoso con cada proyecto que realiza, y en el presente, que él mismo considera “algo muy loco” según declaró en el Festival de Sitges, lo ha logrado de una forma bastante holgada. Y hemos querido hablar con él para que nos cuente en qué consiste esa locura.

La cristalización de viejas obsesiones

30 monedas es la concatenación de un montón de pasiones y enfermedades y obsesiones que me vienen desde los ocho años, cuando conocí a Jorge Guerricaechevarría”, nos asegura, “y desde entonces, pasando por los años en la universidad, lecturas absurdas como los Manuscritos del Mar Muerto o los juegos de rol, hasta El día de la bestia [1995]”. Y prosigue así: “Quizá la pasión por La llamada de Cthulhu [H. P. Lovecraft, 1928] me originó esa obsesión por el libro maldito, por los textos arcanos. Los Evangelios no dejan de ser libros de magia, y es una de las cosas de las que se habla en la serie”.

Por otra parte, reconoce que, “desde que ambos tienen uso de razón, les ha fascinado el terror, y el terror que proviene de esos libros o de los descubrimientos arqueológicos. Por ejemplo, el de William Friedkin con El exorcista [1973]”, que se llevó el Oscar al mejor guion adaptado. Porque “casi la secuencia que más le gusta de esa película es cuando el padre Lankester Merrin de Max von Sydow [Minority Report], ese proto-Indiana Jones, encuentra en unas ruinas babilónicas una estatua de Pazuzu. Es cuando, de pronto”, Álex de la Iglesia “se dice: «Ahí ocurre algo». O el cine de Larry Cohen y John Carpenter”.

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El gran ritual del octavo episodio de '30 monedas'

“Ese universo forma un segundo bloque”, continúa. “El primero, digamos que es el de una infancia torturada o fascinante por las Ediciones Vértice, las procesiones de Semana Santa e irte a confesar los domingos con tu sacerdote y, por otro lado, ese mundo del cine de serie B y del Festival de Sitges, del cine fantástico, de encontrarte con Walter Hill o con Carpenter en una misma sala porque han ido al festival”. En cuanto al modo en que Álex de la Iglesia piensa que debe narrar, esto es lo que nos explica: “No concibo las historias sin una catarsis final; eso es algo que ya me conocéis y que forma parte de mi manera de ver las cosas”.

“Siempre están las alturas, o siempre están esos personajes trágicos que dicen la verdad al final ante un coro, que parece que necesitan contar lo que sienten en un momento determinado y encuentran la verdad. Y esto también ocurre en 30 monedas, pero no de la misma forma”, apunta. Y sobre el final de la primera de sus tres temporadas, lo define en estos términos: “El episodio ocho es un ritual, un gran ritual. Es algo que siempre había rondado en nuestra cabeza y que se halla incluido en todos estos libros de aquí”, dice señalando los volúmenes de Lovecraft que tiene en sus nutridas estanterías.

Un equipo que trabaja como un organismo único

En el propio Álex de la Iglesia y, suponemos, en Jorge Guerricaechevarría, su guionista habitual desde el cortometraje Mirindas asesinas (1990) hasta su próximo largo, Veneciafrenia (2021), “existe esa fascinación por Las máscaras de Nyarlathotep [William Jones, Larry DiTillio y Lynn Willis, 1984]” —el suplemento especial del juego de rol diseñado a partir de La llamada de Cthulhu (Sandy Petersen, 1981)— “y tantas otras obras”. Y, a consecuencia de lo mismo, “por el resurgimiento del dios: alguien quiere traer la sinrazón a la Tierra, y solamente unos pocos, que ya se están volviendo locos, pueden impedirlo”.

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Pero más personas aparte del guionista son asiduas de Álex de la Iglesia. “La gente que trabaja conmigo y yo mismo formamos parte de una entidad única. Llevamos tanto tiempo trabajando juntos que hemos generado un organismo aberrante y absurdo, como los monstruos de la serie”, afirma. “Es el caso de Roque Baños, el de los directores artísticos, Arri [José Luis Arrizabalaga] y Biaffra [Arturo García], o mi cámara, Raúl García y tantos otros”. En estas condiciones, “su manera de mirar coincide con la de Raúl, su forma de ver la dirección artística coincide con la de Biaffra y Arri, y las obsesiones de ellos son las de él y al revés”.

Apasionados de la Semana Santa

“Entonces, Roque Baños y yo compartimos esa pasión por la Semana Santa”, admite Álex de la Iglesia, “por aquel momento en que empezaba el «Especial Vacaciones» y echaban películas increíbles, de Cecil B. DeMille [Los diez mandamientos, 1956], en las que se abría el mar y veíamos los primeros efectos especiales que habíamos visto en nuestra vida. Al mismo tiempo que se estrenaba El coloso en llamas [John Guillermin e Irwin Allen, 1974] en los cines y sonaban por las calles los tambores”. Y lo enfatiza con una imitación del sonido. “Todo ese pasado lo tenemos en la cabeza y se une de una manera ignominiosa”.

Le chifla “el cine que echaban en Semana Santa. Porque era un cine especial para estar en casa; de pronto daban películas de terror, o cine fantástico o La túnica sagrada [Henry Koster, 1953]”. Y, según el director bilbaíno, “así son los títulos de crédito de 30 monedas”, con ese tema musical que trae a la memoria el de la película Balada triste de trompeta (2010). “Es un viacrucis extraño, en el que Cristo ríe porque sabe que Judas va a hacer algo que él necesita”. Y es que “los títulos de crédito son una cosa en la que siempre le gusta utilizar pequeñas claves, como un jeroglífico que te lleva a la solución del misterio”.

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El reparto familiar de Álex de la Iglesia

“También me ocurre algo con los actores: me gusta mucho hacer como una compañía circense, como una familia”, dice Álex de la Iglesia. “Y hay algunos de los que no me puedo desprender como, por ejemplo, Pepón Nieto [Allanamiento de morada]”. No en vano, le ha escogido para que interprete a personajes de Las brujas de Zugarramurdi (2013), Mi gran noche (2015), Perfectos desconocidos (2017) y, ahora, 30 monedas. “Muchas veces es mi alter ego, o esa persona sensata. En este caso, el sargento Laguna, el guardia civil, es el único que tiene dos dedos de frente en la serie”.

“Dice: «A ver, pero ¿qué pasa aquí? Esto no es así. Nadie muere por una güija, nadie desaparece cuando se hace una güija. ¿Qué es esto? O le han secuestrado o se a ido. Vamos a buscar una razón»”. Pero no se trata del único personaje peculiar en estas circunstancias. “El cura del pueblo, que se supone que también es una persona que tiene que creer en lo sobrenatural, no cree en absoluto, o intenta disimular y fingir que no cree”. Y, en cuanto a la veterinaria de Pedraza, cuyo nombre es Elena Echevarría, la asume Megan Montaner (La caza: Monteperdido), “una nueva adquisición” para Álex de la Iglesia.

La serie es el padre Manuel Vergara

“Es una actriz a la que escogí haciendo pruebas; hicimos pruebas y la mejor era Megan”, sostiene el cineasta. “Cuando tú eliges a una actriz, hay muchos factores, y uno de ellos, por supuesto, era el físico. La mirada me parece fundamental porque es el noventa por ciento. Y, luego, que es muy buena actriz. Es como mi Sigourney Weaver. Y Eduard Fernández (Todos lo saben), que es el cura, ¿qué te voy a contar? Le conocía de mucho antes pero, hasta Perfectos desconocidos, creo que no pude darle ese papel que se merecía. Y ahora le he entregado en sus manos 30 monedas porque la serie es él. La serie es quién es el padre Vergara y qué oculta en su pasado”.

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