Durante la rueda de prensa para la presentación en el Festival de Sitges de 30 monedas (desde 2020), la serie televisiva de HBO España con una intriga de terror religioso que ha dirigido Álex de la Iglesia (Crimen ferpecto) y cuyo guion ha redactado con su habitual Jorge Guerricaechevarría, el realizador bilbaíno ha contado una anécdota personal al preguntarle un periodista sobre el tratamiento de las creencias religiosas en su filmografía. Una cuestión bastante pertinente si consideramos que, según el propio cineasta, “era muy de misa los domingos”, estudió “en una universidad de curas” y los ha tenido “siempre muy cerca”, como la misma la religión católica, “sobre todo, a un nivel inconsciente”.

No en vano, hay tintes del cristianismo de Roma en obras suyas como El día de la bestia (1995), Balada triste de trompeta (2010), con ese estupendo tema musical inicial, del asiduo Roque Baños, y su replanteamiento de las saetas y los tambores de Semana Santa y con esa famosa cruz de 108 metros de altura en el último tramo; Las brujas de Zugarramurdi (2013), el segmento “La confesión” de la episódica Words with Gods (2014) y, ahora, en su nueva serie. “Creo que el origen de la comedia no está en el espíritu de la música [parafraseando a Friedrich Nietzsche], sino en ese momento, con ocho años, en la iglesia del Carmen de Bilbao”, ha dicho para comenzar a responder.

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Y ha continuado con estas palabras al hilo de su memoria infantil: “Recuerdo que estaba con mi familia y todos mis vecinos ese domingo soleado, y con un amigo que se llama Pedro en primera fila. Y empezó a entrarnos la risa; y la risa es una cosa que, si la situación en la que te encuentras no es la ideal para reírse, se pone complicada. Y nos reímos a carcajadas porque, claro, no nos podíamos reír en misa. Y el sacerdote nos miraba y yo pensaba: «Esto está mal; me estoy riendo y es un pecado. Me está mirando el cura y no debería reírme». Y entonces empecé a morderme los labios para provocarme el suficiente dolor y no reírme. Y también empecé a sangrar porque no podía dejar de reír”. ¡Cáspita!

“Y, en ese momento”, ha proseguido Álex de la Iglesia, “el cura, que nos seguía mirando, estaba en medio del sermón, y estaba diciendo: «… porque tenemos que creer en la posibilidad de la redención y solventar nuestras diferencias… Como por ejemplo, ¡estos dos!». Y nos señaló. Y la iglesia del Carmen de Bilbao es enorme, y habría allí 500 personas, y todas ellas se pusieron a mirar a esos dos tíos que estaban sentados en la primera fila”. Imaginaos la incomodidad. “Y siguió el cura: «Porque vosotros os estáis riendo aquí pero esto es muy serio. Si ya os reís con vuestra edad, imaginaos cuando seáis mayores». Y directamente no me arranqué los labios de milagro”.

Pero el asunto no quedó de tal manera: “Empecé a reír y a llorar al mismo tiempo por el bochorno”, ha seguido explicando. “Y salimos los dos de la iglesia desde la primera fila, y tuvimos que atravesarla. Recuerdo a todo el mundo mirándonos, toda mi familia, avergonzados, en medio de un silencio brutal porque el cura se calló hasta que salimos”. “Todavía se recuerda en Bilbao eso”, ha decidido terciar Jorge Guerricaechevarría en ese instante, y Álex de la Iglesia lo ha admitido y ha rematado reconociendo algo más: “Y me define mucho como persona”, ha dicho. Y como cineasta por la irreverencia incorregible ante lo sagrado, el humor a su costa y los sangrientos y demenciales estallidos de violencia de sus películas.

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