Durante la presentación en el Festival de Sitges de 30 monedas (desde 2020), la serie televisiva que ha dirigido el cineasta vasco Álex de la Iglesia colaborando de nuevo con su guionista habitual, Jorge Guerricaechevarría, los dos han explicado su experiencia y las distinciones al rodar un largometraje o una historia seriada. “Los episodios tienen que ser películas en el sentido de que deben ser autoconclusivos, o forman parte de un todo o son fragmentos de una gran película”, asegura el cineasta bilbaíno. “Hay series que, sin duda, encajan en ello; da la sensación de que, si tú juntas todos los episodios, se genera una gran película con sus tres actos”.

Y da gusto escucharle decir lo siguiente a estas alturas de su trayectoria cinematográfica: “Es una de las cosas maravillosas que hemos aprendido trabajando con HBO: la estructura o la narrativa dentro de una serie (…). No es el mismo modelo de historia [que el de un largometraje] (…). En serie tienes la oportunidad de desarrollar una historia mucho más compleja con personajes que evolucionan en ocho episodios, y eso da una envergadura y un carácter a los personajes muy diferente al de una película. La síntesis de la narración en un filme te permite generar una serie de situaciones y de personajes que viven, mueren e igual resucitan en el tercer acto de una forma gloriosa”.

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Pero, según él, “en una serie tienes la oportunidad de conocerlos realmente, de encontrar cosas en su pasado que se proyectan en lo que estás viendo y en las consecuencias de un posible futuro”. Y, por su parte, Jorge Guerricaechevarría ahonda en esta cuestión de esta manera: “El intríngulis que tiene escribir una serie es que un episodio ha de ser parte de un todo pero, a la vez, debe tener una entidad en sí mismo, con una estructura que te dé esa satisfacción de que estás viendo algo que, de alguna forma, tiene una cierta conclusión o te da una gratificación como espectador suficiente como para esperar el desarrollo que va a venir después”.

No obstante, considera que esta circunstancia entraña cierta dificultad: “Eso es complicado y un modo de trabajar distinto a lo que es un largometraje. Y, luego, sobre todo a la hora de desarrollar, sobre todo, las relaciones de los personajes, te permite un largo recorrido que, muchas veces, es beneficioso porque puedes hacer las cosas con más tiempo y detalle y más pausado, pues no tienes esa necesidad que hay en un largometraje de condensar el desarrollo de una relación de dos personajes en una o dos secuencias porque no hay más tiempo. Simplemente, la técnica es diferente”.