Es fácil que las dos mejores galas de entrega de los Premios Goya, y los dos discursos más brillantes y persuasivos que ha soltado en la misma cualquier Presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, coincidiesen con el director Álex de la Iglesia en el cargo. Las unas fueron presentadas por Andreu Buenafuente con guion de El Terrat, y en el segundo discurso, de febrero de 2011, el cineasta bilbaíno supo defender que la industria del cine no debía enemistarse con Internet sino aprovecharlo para difundir sus contenidos, una idea visionaria que los reaccionarios rechazaron con vehemencia.

Pocas cosas tan vergonzosas hemos visto como al productor y distribuidor Enrique Fernández Macho, siguiente presidente de la Academia, negar con una rotundidad lamentable en la gala de 2012 cuanto había propuesto Álex de la Iglesia sobre el enorme potencial de la red para el negocio del cine. Y, unos años más tarde, los productores, los cineastas, los periodistas y el público se han volcado con plataformas de streaming como Netflix, Amazon Prime Video, HBO o Disney Plus. Porque el director de Crimen ferpecto (2004) o Los crímenes de Oxford (2008) tenía toda la razón del mundo.

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Ya había levantado ampollas con lo que penaba en declaraciones de 2010, pero lo que soltó ante los académicos durante su discurso presidencial de 2011 fue para ponerle un marco y buscarle sitio en alguna pared de casa. “Las reglas del juego han cambiado”, dijo entonces Álex de la Iglesia desde el atril. “Hace veinticinco años, quienes se dedicaban a nuestro oficio jamás hubieran imaginado que algo llamado Internet revolucionaría el mercado del cine de esta forma y que el que se vieran o no nuestras películas no iba a ser solo cuestión de llevar al público a las salas. Intenet no es el futuro, como algunos creen. Internet es el presente”.

No en vano, al margen de la piratería fílmica, cuya fortaleza en aquellos tiempos con poco vídeo bajo demanda asombraba lo suyo y la gente debatía sobre su alcance, la veterana plataforma de Filmin, por ejemplo, estaba activa desde 2007. Porque Internet ya era lo que es hoy para “ese público que habían perdido, que no iba al cine porque estaba delante de una pantalla de ordenador”: “la manera de comunicarse, de compartir información, entretenimiento y cultura que utilizan cientos de millones de personas”, aseguraba Álex de la Iglesia. “Internet es parte de nuestras vidas y la nueva ventana que nos abre la mente al mundo”.

Y continuó con esta espléndida rotundidad: “Quiero decir claramente que no tenemos miedo a Internet, porque Internet es, precisamente, la salvación de nuestro cine. Solo ganaremos al futuro si somos nosotros los que cambiamos, los que innovamos, adelantándonos con propuestas imaginativas, creativas, aportando un nuevo modelo de mercado que tenga en cuenta a todos los implicados: autores, productores, distribuidores, exhibidores, páginas web, servidores y usuarios”. El modelo que impera hoy en día, hasta el punto de que se están desarrollando las llamadas Streaming Wars.

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Y Álex de la Iglesia ha demostrado durante la presentación en el Festival de Sitges de 30 monedas (desde 2020) ser consciente de su acierto una década atrás: “Hace diez años hablamos de ello. Sabíamos que esto iba a ocurrir y ha ocurrido. Y ahora, gracias a este nuevo modelo de mercado, en el que no solamente hay dos televisiones que financian las películas sino que además hay diferentes plataformas digitales que apuestan por los contenidos, se ha mejorado muchísimo la oferta y hay más trabajo que nunca. O a mí me da la sensación, porque nunca he tenido dificultad, por ejemplo, para encontrar técnicos y ahora sí”.

Y se alegra por esta circunstancia: “Todo el mundo está trabajando, o mucha gente está trabajando gracias a las plataformas. Se están haciendo más series que nunca. Cambian los formatos, cambia el modelo de mercado, cambia todo, y hay que adaptarse o morir. Lo cual en absoluto es un problema. En el caso de las plataformas, todo lo contrario: creo que tenemos la suerte de encontrar nuevas voces y nuevas miradas, y eso va a ser muy bueno para el espectador y, sin duda, para los que nos dedicamos a la imagen”. Y, si ya dio en el clavo con su polémico discurso de los Goya en 2011, parece razonable suponer que lo hará de nuevo.