Cualquiera que haya seguido la trayectoria del director bilbaíno Álex de la Iglesia, ya muy cercana a los treinta años, conocerá bien sus intereses y sus constantes narrativas. El desarrollo de conflictos dramáticos en su cine se sumerge en lo satírico, el humor negro e incluso la astracanada, sin temor a los excesos desvergonzados, y conduce derechamente a una vivísima explosión de violencia y de esa estupenda tensión sostenida que constituye una de sus especialidades en el tramo final y que, claro, le emparenta en cierto modo con su colega estadounidense Quentin Tarantino (Reservoir Dogs).

Como en el caso de este último, sus apuestas fílmicas suelen ser muy arriesgadas. Porque conseguir un equilibrio con estos mimbres en el que todos los ingredientes funcionen, circular a gran velocidad por unos rieles dramáticos tan intensos e inseguros y que sus obras no descarrilen es una gran hazaña, al margen del nivel artístico que logre en cada oportunidad y si llega a donde se proponía o se accidenta por el camino. Y no cabe duda de que un buen ejemplo de la primera opción es 30 monedas, la serie para la HBO en la que se plasma de nuevo cuanto hemos dicho.

30 monedas temporada 1 álex de la iglesia hbo crítica
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Más allá de las peculiaridades de Álex de la Iglesia

No obstante, tampoco hay que olvidar que mucho de lo característico en el cine de Álex de la Iglesia se lo debe a su guionista habitual, el asturiano Jorge Guerricaechevarría (Crimen ferpecto), que aquí colabora por décima séptima vez con el cineasta vasco, ayudándole a poner en los ocho capítulos de la temporada inaugural la impronta imprevisible que comparte con su compatriota Javier Fesser (El milagro de P. Tinto) en el terreno de la comedia surrealista con la misma mala baba. Sin embargo, muy serio es el argumento religioso del thriller sobrenatural que se arma en 30 monedas.

La brutal secuencia inicial establece el tono genérico de la serie, que va a saco y no escatima en hacer correr auténticos ríos de sangre. El tema musical de los lujosos y cristianos títulos no puede sino traernos a la memoria el de una película del propio director, Balada triste de trompeta (2010), por ese mismo instrumento y los tambores de Semana Santa que se escuchan con gusto debido a su idoneidad, que en el filme fue un atrevimiento con asomos de saeta incluidos, también obra inspirada de Roque Baños (Lázaro de Tormes) como el resto de las partituras de 30 monedas.

Al ritmo de las secuencias

La sucesión de hechos asombrosos y de misterios que los espectadores suponen y comprueban que están interconectados de una forma letal, y que les empuja a seguir viendo la serie para saber qué diantres ocurre en este pueblecito amurallado, perturba, intranquiliza y produce curiosidad desde el principio. Cada episodio hasta los últimos ofrece una trama diferenciada con objetos distintos que, aun así, se integra en la principal, en una suerte de variaciones sobre un mismo asunto que van aportando cada vez más información acerca del enigma de 30 monedas que nos ocupa.

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Y en dichas variaciones se recurre a elementos bastante utilizados en el terror, pero nunca se sienten tópicos y cumplen con su función narrativa de una manera eficaz, sin que uno piense en cuántas ocasiones los ha visto antes. En gran medida porque esta serie es una inmersión absoluta en el estilo de Álex de la Iglesia, dinámico y efervescente, con la virtud aludida de generar una genuina tensión y prolongarla una secuencia tras otra y el defecto, solo ocasional en 30 monedas, de jugarse su verosimilitud e intenciones honrosas con detalles verdaderamente grotescos.

El buen hacer del reparto

El reparto se entrega del todo a su cometido, desde Eduard Fernández (El método) como el padre Vergara, Megan Montaner (Sin identidad) encarnando a la veterinaria Elena, Miguel Ángel Silvestre (En el corredor de la muerte) como el alcalde Paco, Macarena Gómez (La que se avecina) interpretando a la emprendedora Merche, Pepón Nieto (Un efecto óptico) como el sargento Laguna o Manolo Solo (Celda 211) del cardenal Rodrigo Santoro o Cosimo Fusco (Friends) como el peligroso Angelo hasta Javier Bódalo (Zona hostil) en la piel del alucinado Antonio.

Por otro lado, parece evidente que Álex de la Iglesia y su amigo Jorge Guerricaechevarría retoman ciertos factores de El día de la bestia (1995) y Las brujas de Zugarramurdi (2013), además de un tipo de personajes que intervienen en La comunidad (2000), para reformularlos en 30 monedas. Como bebe del espíritu herético de ficciones como la de la novela El código Da Vinci (Dan Brown, 2003), adaptada al cine por Ron Howard (2006). Y, sin alcanzar las más altas cotas de su filmografía pero tampoco estrellarse en las inferiores, la serie se gana a pulso que aguardemos su próxima entrega.

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