2020, el annus horribilis. Poco más se puede decir del curso que prácticamente está llegando a su fin. Es, sin lugar a dudas, el año que todos querrán olvidar. O casi todos. Para el sector delivery ha sido la confirmación definitiva de que su actividad ha venido para quedarse. Just Eat, Glovo, Deliveroo o UberEats, con sus diferencias, han consolidado el negocio, aunque no sus cuentas.

Precisamente este año, JustEat –la más veterana de toda la lista de empresas del sector– cumplía 10 años de actividad en España. Y aun así, se quitan méritos. "No fuimos pioneros de la comida a domicilio, porque ese reconocimiento se lo deben llevar los restaurantes de barrio y probablemente Telepizza, que arrancó el delivery de una manera mucho más escalada. Quizá pioneros del mundo online porque en 10 años hemos pasado a tener 47 restaurantes a tener más de 13.000 este año", explica el director de Just Eat, Patrik Bergareche, a Hipertextual.

Con antecedentes o no, lo cierto es que su aportación al PIB en España -la de todo el sector- se sitúa en los 708 millones de euros en 2019, según datos de Adigital. También los propios restaurantes, con coronavirus y sin él, han evolucionado a nueva etapa en la que sin reparto a domicilio, o al menos un planteamiento digital, no se concibe su modelo de existencia.

"Los restaurantes ahora son más capaces de entender cómo tienen que montar sus operaciones para montar un delivery eficiente", explica Bergareche. ¿Quién inició el proceso? Y lo más importante, ¿las grandes plataformas delivery se aprovechan de la situación o es, por el contrario, el camino inverso? Probablemente, un entorno de simbiosis incrementado por la situación actual haya creado el caldo de cultivo perfecto para un ecosistema basado en el reparto a domicilio. Ese que, precisamente hace 10 años, se veía con malos ojos por prácticamente toda la comunidad.

Just Eat, rentables después de 10 años

Just Eat

Las cifras de Just Eat son envidiables para la media del sector. En 2019, y para sus cuentas en España, la compañía anunciaba unos ingresos de 44 millones de euros –un 16% más que el año anterior–. Cerraban, de esta manera, su tercer año de beneficios en el país encaminando a un cuarto. Que aunque menor en resultados por la coyuntura, seguirá la misma línea.

Su competencia aún lucha por conquistar países –o por abandonarlos bajo el objetivo de ser rentables y centrarse en lo esencial– y lograr la ansiada rentabilidad del negocio. 2020 ha supuesto la consolidación del delivery, especialmente a partir de mayo con el levantamiento de los confinamientos. Incluso para los grandes conglomerados como Uber, ha sido precisamente el negocio de los repartos lo que ha permitido equilibrar las cuentas de la compañía en un año con una actividad desigual.

El problema venía, en cualquier caso, de las tendencias de gasto anteriores a 2020: si Just Eat cierra un año con números verdes será, en gran parte, por las reservas acumuladas de otros años. La compañía ponía en duda, entonces, el eterno debate de que una empresa delivery no podría ser rentable. Menos aún, si la obligación de contratar a todos sus repartidores venía en el acuerdo.

"Crecemos de una manera rentable y lo que decimos siempre es que el tema laboral es solo un punto más de la caja de explotación. Para nosotros es posible tener un modelo laboral de repartidores que estén registrados en la Seguridad Social y ser rentables".

El debate de los descuentos

Y si hablamos de problemas respecto a las cuentas, el tema de los descuentos masivos –además del laboral– ha sido determinante en el histórico de las compañías delivery.

¿Just Eat ha hecho descuentos? Decir lo contrario sería mentir, pero desde la compañía pronto se retiraron de un juego en el que poco podrían hacer para ganar. En las órdenes de arriba no se concebía la posibilidad de competir en una clara inversión a pérdida.

"Reconozco que los competidores han ido tan fuerte que nos ha puesto mucha presión", explican desde Just Eat. Y no es para menos, el efecto de los descuentos es muy efectivo y gran parte de la población es altamente sensible a ellos.

A la compañía se le presentó entonces un gran debate: seguir o no. Optaron por no jugar al descuento: tenían todas las de perder. "Sí que es verdad que si tienes un pull de recursos infinitos, al final es algo que puede hacer merma y ser una estrategia acertada, pero es tener la voluntad de perder capital durante muchos años", analizan.

Bajo el modelo de las adquisiciones

Sin descuentos que lograsen un crecimiento rápido y masivo, para Just Eat el modelo de las adquisiciones ha sido una de las bases principales para su crecimiento. En 2012, dos años después de llegar a España, adquirieron a su principal competidor: SinDelantal.com. En 2016 anunciaron una de sus mayores adquisiciones en el país: La Nevera Roja por 80 millones de euros. La más reciente de todas: Canary Flash, en 2019, para entrar en el archipiélago.

No solo en España, en todas sus regiones han mantenido la misma política de actuación. La última de ellas, con el acuerdo de compra de Grubhub por 6.500 millones de dólares abría la puerta de entrada al sector más solicitado: Estados Unidos. Antes de eso, la compañía culminaba su fusión con Takeaway en Europa. . Todo en sintonía con la consolidación del sector en 2020.

"Es verdad que las dos organizaciones, tanto Just Eat como Takeaway, han seguido una estrategia de crecimiento combinado orgánico e inorgánico", explica el director para España, "pero hemos desarrollado una buena capacidad de operaciones para adquisiciones, es casi una skill, y está demostrado que se pueden hacer compras de calidad que aporten valor". Aun así, de momento y en lo que respecta a España, no tienen ningún objetivo sobre la mesa.

Y fueron anunciados como sector esencial

repartidores en Just Eat

La llegada de la Covid-19 trajo consigo algo nunca visto hasta entonces: los confinamientos masivos. La proclamación del Estado de Alarma, iniciado el 15 de marzo, puso sobre la mesa una gran pregunta: ¿qué sectores estarían considerados esenciales para poder seguir operando durante los confinamientos? El delivery, junto al sanitario, alimentación o sanidad, fue uno de los elegidos.

Una buena noticia para el colectivo que, sin embargo, no las tenía todas consigo. La oferta y la demanda no se ajustaban. Mientras los restaurantes cerraban ante la imposibilidad de ofrecer un servicio en sala, los usuarios de aplicaciones no encontraban lo que buscaban.

¿Le fue bien al sector durante los meses confinados? Para Patrik Bergareche no todo es tan bonito como lo pintan:

"El ejercicio que hemos tenido que hacer es difícil y avanzando a 2020 hemos tenido unos meses en los que se paralizó la actividad. Creo que no se contó bien del todo el boom del delivey, porque es verdad que se relanzó mucho pero fue después del estado de alarma".

Una cuestión de cifras

Fue precisamente después de mayo cuando se recuperó una cierta normalidad –no solo para Just Eat–. "Vimos que los restaurantes estaban entendiendo que el delivery era una forma de mantener la actividad y la gente que estaba aburrida entendió que era una forma de cambiar la rutina", explican.

Con esto, efectivamente, crecieron las cifras del sector de los repartos a domicilio de forma exponencial. De un 4% previo a la pandemia, la actividad total actual se sitúa en un 10%. Un poco menos del doble, ya que el conjunto de la actividad hostelera ha decaído.

Ahora, y con la segunda ola de contagios que ha obligado a los cierres perimetrales de algunas regiones –y algunos confinamientos–, el delivery ha perdido su etiqueta de esencial. Concretamente en País Vasco, donde se ha limitado su actividad hasta las 9:30 de la noche.

Desde las plataformas, apunta, no entienden la decisión del gobierno vasco ante una actividad que, según explican, ya había demostrado su eficacia.

Pedir o no pedir, esa es la cuestión

Rider falsos autónomos, ley rider

Si el cierre de restaurantes se tradujo en una bajada de la actividad por una falta de oferta, la cuestión de los riders o repartidores ha ocupado también un primer plano.

No todos la tenían consigo en el hecho de que un rider trajese comida a casa en un momento de elevados contagios. Por el peligro del servicio en sí mismo y por pura empatía con el colectivo. Asimismo, la mayor parte de los riders tenían que seguir repartiendo para mantener sus ingresos. Un problema con dos caras que aún no tiene un resultado en la calle.

Esta cuestión, además, abría un debate que ya se viene repitiendo desde 2015 sobre derechos y obligaciones que, entienden, con una ley clara para el colectivo habrían tenido solución.

"La covid lo que ha hecho es aumentar el nivel de foco en un sector que se ha considerado esencial, y que al final mueve a un segmento de la población que trabaja en momentos complicados, pero tampoco es que estén pagados de una manera muy elevada, ni están ganando mucho", explican desde Just Eat.

A vueltas con la 'Ley Rider'

Es el tema del año, en lo que a delivery se refiere. La consolidación del sector ha venido de la mano de un intenso debate sobre la cuestión laboral de los riders.

En este contexto, Just Eat es la nota disonante en el sector. Hace 10 años, la compañía comenzó con un simple modelo de marketplace. Ellos ponían la plataforma, y los restaurantes el resto; incluido el repartidor. Al tiempo, JustEat comenzó a ofrecer personal externo a través de compañías de reparto. Ahora, han anunciado la creación de su propio sistema de repartidores internos. ¿Su máxima? No hay autónomos en su red. Con el tiempo, el segmento de repartidores controlados directamente por Just Eat, ya sea de forma interna o con empresas externas, ha crecido hasta el 20%, duplicando su volumen en los últimos años.

La compleja cuestión de la 'Ley Rider'

Aunque Just Eat se jacta de cumplir la ley establecida en el estatuto de los trabajadores de 1980, tienen muy clara su valoración sobre la misma: "La verdad es que la ley actual es poco clara, y la muestra está en que distintos operadores hacemos una valoración distinta de la misma; eso es lo que hay que aclarar".

En este punto, su opinión sobre la reformulación de la llamada 'Ley Rider' aborda la cuestión de la inseguridad jurídica y la igualdad de condiciones entre los diferentes players del sector. Y, al contrario que sus competidores, Just Eat apoya la inclusión de la laboralidad en el texto a tenor de la última sentencia del Supremo en contra de Glovo.

"Creemos que esa ley hay que revisarla y nos parece importante que haya que trabajar conjuntamente para tenerla sin perder los elementos de los derechos de los trabajadores y sin perder la oportunidad de estar en el sector digital. Hay que quitarle al sector la etiqueta de precariedad y hemos demostrado que se puede hacer. El gobierno tiene que hacer que esa ley se adapte".

¿Cuándo veremos ese texto? Pese a que algunos borradores ya han trascendido, la realidad es que la futura 'Ley Rider' no pasa por su mejor momento. Todo apunta a que la normativa, que tenía que estar lista en verano, se retrasará hasta después de Navidades. Según publica elDiario.es, una falta de acuerdo entre las empresas representadas por la CEOE sería el origen del problema del parón de las negociaciones en las que Glovo estaría ganando terreno. Una propuesta que mantendría vigente el modelo de autónomos actual junto al de las contrataciones.

El famoso registro

El último de los borradores referente a la 'Ley Rider' eliminaba el punto del registro de operaciones, según publicaba La Información. Una suerte de sistema de control de actividad de las plataformas en el que todas ellas debían detallar, al menos de forma esquemática, cómo funcionaba su algoritmo de operaciones. Pese a todo, algunos sindicatos como RidersxDerechos piden que este punto vuelva a formar parte de las mesas de negociaciones al considerarlo esencial para el control de las plataformas.

Glovo, Deliveroo, UberEats y Just Eat están, por supuesto, en contra de esta inclusión. Por un lado, "entra frontalmente contra otros textos regulatorios. Temas de propiedad intelectual y secreto empresarial. Si acatamos ese requisito estamos incumpliendo otros cuadros del derecho", explican.

Por otro lado, las plataformas entienden que no es una medida equitativa con otros sectores –el Tribunal Supremo ya tumbó una medida similar aplicable al colectivo VTC–. Asimismo, apuntan a que si la ley es clara, no es necesario un mayor escrutinio que demonice al sector delivery.

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