En aquellos tiempos, no tan lejanos, en los que podíamos elegir entre hacer un pedido entre La Nevera Roja y Just Eat había algo que les diferenciaba hasta la médula. Un detalle que, pese a que pueda parecer absurdo, marcaba la personalidad de las dos compañías y, a fin de cuentas, la experiencia de usuario.
Con la compra de La Nevera Roja por parte de Just Eat hace casi un año, surgió una duda básica: ¿cómo se organizarían a partir de ese momento? En lo que respecta a restaurantes el problema sería mínimo puesto que la mayor parte estaban duplicados en lo que a su servicio se refiere. Los que tenían exclusividad con La Nevera Roja sólo tendrían que negociar con el nuevo dueño de la compañía el tema de las comisiones y procedimientos.
La cuestión sobre la organización iba encaminada a otro tema. Concretamente, al que se refiere a las zonas de reparto. Si bien es cierto que Just Eat, a diferencia de otras compañías delivery de nueva creación, han venido usando motos para el reparto en vez de bicicletas, por lo que se quitan de muchos de los problemas asociados a la zona, la modalidad de Just Eat no es la más eficiente de todas. Especialmente en Madrid. Desde su llegada a la capital se eligió la distribución de las zonas de reparto tomando como referencia los códigos postales de la ciudad. Y esto estaría genial si no fuese porque la distribución de los mismos tiene mucho sentido para otro tipos de actividades, pero no tanto para el reparto de un producto que debe llegar lo antes posible al plato de los usuarios. Y, a ser posible, caliente.
Y así tenemos, por ejemplo, el caso del 28046 que prácticamente tiene la misma extensión que todo el Paseo de la Castella. Una de las principales arterias de la capital con más de 6 kilómetros de largo y grandes volúmenes de tráfico. Es decir, que alguien con residencia en algún punto de esta zona, oficinas en su mayoría, podría pedir en restaurantes que tendrían que cruzar media ciudad. Y tanto así con otros muchos que si bien están tomados con escuadra y cartabón tienen influencia en zonas demasiado grandes.
La olvidada eficiencia de La Nevera Roja
Si los códigos postales, creados allá por 1985 a causa de la automatización de la clasificación del correo, no sirven para gestionar el delivery pues habrá que buscarse otra referencia. O al menos así lo entendió La Nevera Roja desde el día uno. Para evitar que la actividad de algunos restaurantes franquiciados se solapasen y para limitar el tiempo de reparto a no más de 35-40 minutos se crearon zonas que nada tenían que ver con la referencia de los códigos postales.
Al más puro estilo casero con un mapa en mano y calculando tiempos, La Nevera Roja se fabricó sus propias zonas de influencia. Mucho antes de la compra, y sin saber cuál iba a ser el futuro de la compañía, el CEO Íñigo Amorabieta comentaba a Hipertextual que "a algunos restaurantes quizás les cuesta admitirlo, pero somos inflexibles con eso: a partir de 3 o 3.5 kilómetros, la comida ya no llega en condiciones óptimas. Se enfría, tarda demasiado, etc".
Sin embargo, esta estructura no convenció demasiado a los propietarios de Just Eat y decidieron que no era lo suficientemente buena como para adaptarla a su modelo de negocio. Posiblemente porque saldría demasiado caro cambiar la estructura original. Jesús Rebollo, director de Just Eat España, explica que "en Just Eat hasta ahora no lo hemos necesitado ya que nos adaptamos a las necesidades de los restaurantes", pero lo podrían estudiar a largo plazo. Toda una lástima ya que era uno de los mejores valores de la antigua compañía.
El resto sí que tomó buena referencia
Aunque con la compra, Just Eat aparcase la posibilidad de las zonas versus los códigos postales, lo cierto es que el resto de compañías delivery de relativa nueva creación o llegada sí que han aplicado este sistema. Mucho más sensato y organizado tanto para Deliveroo y UberEat, sobretodo para ellos, ya que sus reparto requiere de bicicletas. O lo que es lo mismo: distancias más cortas para que la comida llegue en condiciones óptimas y, a ser posible, en el mismo día.