La productividad es un tema que tiene muchas aristas. Sobre todo porque hay de todo: desde técnicas que prometen éxitos inmediatos, hasta prolongadas rutinas que intentan doblegar nuestros más arraigados malos hábitos.
Una parte muy importante y que muchas veces olvidamos o simplemente creemos opuesta a la productividad es el descanso. Pero esta no-actividad es parte fundamental para que funcionemos y demos lo mejor cada jornada laboral o en el área que deseemos ser productivos.
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Vayamos por partes. Muchas veces se relaciona con "productividad" la idea de una persona activa en todo momento, concentrada, que no procrastina, que es puntual y que tiene ordenada su área de trabajo. Nada más alejado de la realidad pues nadie somos iguales, ni funcionamos de la misma forma. Para empezar debemos sincronizarnos (en la medida de lo posible) con el horario en el que funcionemos mejor. Hay personas diurnas y personas nocturnas y es muy importante sacar provecho de estas horas creativas y en las que se tiene más pila. Aunque a veces no se puede sincronizar nuestro horario de trabajo con nuestras mejores horas, sí podemos ayudarnos a que estas no sean un calvario.
Debemos desechar esa idea de productividad y concentrarnos en lo que sí es: la relación entre el resultado de una actividad productiva y los medios que han sido necesarios para obtener dicha producción. Si nos fiamos de esta definición podemos decir que si nos dedicamos a nuestros objetivos laborales o creativos con todos nuestros recursos (atención, intención, dedicación) durante media hora, por ejemplo, habremos sido más productivos que si tratamos de multitaskear durante 8 horas seguidas. Las diferencias son abismales.
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Ahora bien, trabajar como máquinas tampoco es la clave para ser más productivos. Puede parecer que sí pero este ritmo en algún punto nos cobrará la factura. Sobre todo si no combinamos estos periodos de trabajo intenso con periodos de descanso en la misma proporción e intensidad y más que nada: con inteligencia.
El desvalorado descanso
Brad Stulberg es un autor que ha dedicado su trabajo a temas de productividad y rendimiento en atletas. En varios de sus libros y artículos nos habla de las distintas causas del temido "burnout" o síndrome del quemado y cómo descansar es parte esencial de la productividad.
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Si bien su controvertida afirmación sobre el descanso puede parecer opuesta a la idea de ser productivo sus razones para asegurarlo son más que convincentes:
La mayoría de las personas piensan que para mejorar en cualquier cosa - ya sea el atletismo o el aprendizaje intelectual o lo que sea - sólo hay que trabajar muy duro. Pero esta ecuación necesita equilibrio. No sólo tengo que hacer un trabajo realmente duro y deliberado, pero no tendré crecimiento ni adaptación o aprendizaje a menos que tenga la otra parte, que es el descanso, la recuperación; retroceder y permitir que el trabajo se absorba para que yo pueda mejorar en lo que sea que estoy haciendo.
También nos da una máxima que no debemos olvidar: "Descansar bien es parte del trabajo". No sólo por cuestiones fisiológicas como las que exige el cuerpo como dormir, sino para mejorar nuestro trabajo, nuestra productividad. Esta casi paradoja nos evitará "quemarnos" con nuestro trabajo o actividad; así mismo nos ayudará a dar tiempo a cada cosa, es decir: descansar como se debe, trabajar como se debe. Si este delicado equilibrio se rompe nos encontraremos trabajando en los descansos por nuestra poca productividad o descansando en el trabajo porque jamás nos damos tiempo de calidad para ello.
Brad Stulberg también insiste que los descansos no deben ser sólo dormir o desplomarnos en la cama de tanto cansancio sino descansos "inteligentes". Esto quiere decir periodos de descanso consciente como fines de semana o vacaciones, pero también de descansos cortos durante la jornada. Muchas veces tomarnos unos minutos para estirarnos, para caminar o descansar los ojos son la clave para continuar trabajando con calidad y concentración.
Otra cosa a tener en cuenta es la calidad de los descansos inteligentes. Brad Stulberg insiste en que los breaks más eficaces son los sociales: salir con amigos, platicar, ir a algún club. Esto tiene lógica cuando la intención de los descansos es "desconectarnos" en todos los sentidos posibles de la actividad principal que realizamos. Este autor insiste en que sólo tirarnos a ver TV (Netflix no es lo más conveniente sino que debemos optar por actividades que nos ayuden a "descomprimirnos" de estrés y pasar luego al descanso del cuerpo. Por esta razón sugiere las actividades sociales porque nos pueden dar ese intermedio necesario entre el trabajo y el descanso físico. ¿Buena idea, no?
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Por último, Stulberg advierte que un cambio en los hábitos puede costar mucho trabajo pero que si queremos hacerlo sí es posible. Y es que debemos tener en cuenta que al principio nos puede costar trabajo descansar (sí, tal como se oye) pero que poco a poco podremos ir viendo resultados. Así pues, además de la estrategia de productividad que tengamos como la técnica pomodoro, la flowtime o la de los "primeros 90 minutos", debemos recordar que combinarla con el descanso inteligente puede ser la clave para que nuestro tiempo sea tan productivo como nos lo proponemos y de paso (lo más importante) tener salud física, mental y en nuestras relaciones personales.