Es tentador ¿verdad? Abrir el programa de correo, veinte pestañas del navegador, echar un ojo a Twitter y otro a Facebook, y todo esto mientras mantenemos una larga conversación telefónica. Nos sentimos grandes y poderosos al creer que podemos hacer varias cosas al mismo tiempo, pero hoy te vamos a contar un secreto que va a hacer que desinfles tus ínfulas: no eres multitarea. Y de hecho, no sólo no estás preparado par atender varias cosas al mismo tiempo, sino que el resultado del trabajo repartido es muy inferior.
Recuerdo que en una ocasión, por motivos laborales, visité una planta productiva en la que me habían citado con su responsable. En lugar de conducirme a una sala de espera, me acompañaron directamente a la nave, y no olvidaré fácilmente la escena: el responsable daba órdenes a voz en grito mientras hablaba con alguien con un teléfono inalámbrico, y en la otra oreja, tenía acoplado el smartphone, a cuyo interlocutor atendía entre voz y voz. Por si todo esto fuera poco, estaba rodeado de un grupo de empleados con varios documentos a la espera de firma que iba rubricando sin terminar ambas conversaciones. Al concluir se dirigió a mí: "¿Has visto qué capacidad de trabajo?"
Los estudios neurológicos han demostrado que el cerebro es capaz de desempeñar con atención una única tarea
Y bien, era cierto que estaba atendiendo varios asuntos a la vez, pero después cabría preguntar por la calidad del resultado. Precisamente, ayer tratamos de refilón este asunto cuando nos referíamos a la celeridad con que en muchas ocasiones respondemos a los emails, y en esta rápida respuesta perdíamos una ocasión de oro por ofrecer un contenido de calidad. En el caso de los correos la furia o los sentimientos nos hacían actuar deprisa, pero todo el mundo sabe que cuando se hace algo con atención, cariño y con todo el foco en lo que se está desempeñando, el trabajo es de primera.
No es multitarea: es cambio de tarea
Pero como quiera que nuestro cerebro está diseñado para ser rápido, nos engaña creyendo que somos multitask, y llega la ciencia para echar esta teoría por tierra. Los estudios neurológicos han demostrado que el cerebro es capaz de desempeñar con atención una única tarea, pero como ces rápido en los cambios, parece que sigue desempeñando la primera cuando inicia una segunda, cuando en realidad no es así.
PsychologyToday incluso propone un sencillo ejemplo que demuestra este extremo. ¿En qué casos queda patente esta limitación humana? posiblemente el más evidente y trágico sea el de los accidentes de tráfico provocados por despistes: un cambio de emisora de radio o una conversación con el manos libres, anulan parcialmente la atención al volante en unos pocos segundos que pueden resultar fatales.
Y si aplicamos este hecho al ámbito laboral sucede exactamente lo mismo. Cuando nos centramos en una tarea en concreto con todos nuestros sentidos ¿sabes qué sucede? Que no sólo la concluimos con unos resultados óptimos medidos en términos de calidad, sino que además, atentos a este dato, la concluimos mucho antes que si la interrumpimos con llamadas, vistazos al ordenador o revisar el WhatsApp.
Esto va por el gerente de planta que antes hemos puesto como ejemplo y que sin saberlo, no sólo ofrece una pobre calidad en su trabajo, sino que además está dilapidando horas en su jornada. Por eso es tan importante concentrarse bien en una sola tarea.
Los que hayan indagado un poco en métodos de productividad conocerán la técnica de Pomodoro, que propone precisamente esto: dividir el trabajo en pequeñas parcelas y dedicar un tiempo limitado (en concreto, 25 minutos) a trabajar a plena concentración en esta tarea. Transcurrido este tiempo, un pequeño descanso y vuelta a empezar.
¿Qué se logra? No solo desmoralizarse ante la magnitud de grandes proyectos (ahora se subdividen en pequeñas tareas), sino sobre todo trabajar con el 100% de los sentidos en lo que estemos haciendo, y encima, a contrarreloj. Y no sólo eso: nuestra presunta 'multitarea' nos agota, porque obliga al cerebro a un mayor desgaste al saltar de tarea en tarea, llegando a confundirse al final del día.