La técnica Flowtime fue creada por Dionatan Moura, un desarrollador de software brasileño, escritor y gurú de la productividad y equipos personales, en 2015, y publicada en su libro “Mantra da Produtividade” en el año 2016 —el libro está disponible solo en portugués—.

La traducción de ‘flowtime’, sería algo así como tiempo de flujo, de fluir o sobre el ’flow’. El flow, en la psicología, lo podríamos definir como el estado mental en el cual una persona está completamente inmersa en la actividad que ejecuta. Por tanto, el tiempo de flow es el período de alto enfoque y de máxima productividad, en el cual se utiliza la mayor capacidad y mayor energía cognitiva para llevar a cabo una tarea difícil. Vendrían a ser esos extraños momentos en los que el sujeto se concentra tanto en la tarea que está haciendo que hasta llega a olvidar el paso del tiempo. Todos los hemos sentido alguna vez, pero probablemente menos veces de las que nos gustarían.

El flow, en la psicología, lo podríamos definir como el estado mental en el cual una persona está completamente inmersa en la actividad que ejecuta

Pues bien, Flowtime es una técnica orientada a los periodos de tiempo de enfoque. Digamos que se presenta como una alternativa o evolución a la técnica Pomodoro, la cual es más conocida y seguro que os suena por sus beneficios, pero también por sus miles de detractores. El problema que muchos profesionales encuentran con los pomodoros es que, muchas veces, estando en el pico de la productividad se acaba el tiempo de este, y entonces tenemos que tomar por fuerza un descanso rompiendo totalmente la concentración para luego sufrir tratando de recuperarla de nuevo. Flowtime, en cambio, hace las tres cosas buenas que trae la técnica Pomodoro: el seguimiento del tiempo, alienta a evitar la multitarea y permite tomar descansos; sacando lo malo de ella: las roturas.

Un Flowtime o tiempo de flujo tiene una duración de 10 a 90 minutos, lo que de por sí ya deja mucha más libertad que los 25 o 45 minutos de un pomodoro estándar, pero además es que se pueden ampliar de acuerdo con la concentración que tengas. Cuando el período ha terminado, si todavía estás concentrado, se supone que deberías continuar produciendo. Si por el contrario estás cansado o ya has perdido la concentración, sí descansas.

Por ejemplo, si decides ejecutar un tiempo de flujo de 45 minutos, defines una alarma durante esos 45 minutos y empiezas a hacer tus tareas. Cuando termina el período de tiempo, simplemente te preguntas: “¿Por cuánto tiempo más puedo seguir”. Si es cero, tomas un descanso. Si crees que puedes continuar 15 minutos más, configuras a la alarma 15 minutos más y te mantienes trabajando. Cuando termina el período de 15 te lo vuelves a preguntar y así sucesivamente.

Esta técnica es simple, pues en realidad lo único que ha hecho es solucionar el inconveniente de otra ya existente, pero puede tener mucho potencial si se usa bien. Con los datos en bruto de la hora de inicio y tiempos de descanso, se puede ver cuánto tiempo has trabajado, lo cual ya es lo suficientemente motivante para la mayoría de la gente y es algo que con la Pomodoro ya se hacía. Pero, además, si se recogen estos datos durante el suficiente tiempo, ya sea a papel, lápiz y un reloj; o por medio de un ordenador u smartphone, puedes llegar a analizar tus patrones de fatiga y recuperación, ya que no hay cortes artificiales, y averiguar en qué horas del día trabajas mejor o tienes más capacidad y resistencia en cuanto a concentración. De hecho, podrías llevarlo incluso más allá y representar gráficamente los tiempos productivos de día para conscientemente programar las tareas más difíciles y fatigosos en su hora “fuerte” del día.