No cabe duda de que el sexto episodio de la temporada final de *The Leftovers*, titulado “Certified”, es el mejor de cuantos se han emitido hasta ahora, el ejemplo perfecto de por qué nos apasiona esta serie. **Comenzamos con un revelador flashback sobre las razones que llevaron a la casi siempre apacible Laurie Garvey (Amy Brenneman) a ataviarse de blanco y unirse a la secta de los Culpables Remanentes un par de años después de la Ascensión**, tal como pudimos verla en el primer ciclo. En este extenso prólogo regresa la madre del bebé llamado Sam (Natalie Gold), a la que conocimos en la mismísima apertura del piloto, que aparece en otros tres capítulos de la temporada uno y que aquí nos explica con sus propias palabras cómo desapareció su hijo, un testimonio terrible que destroza a los abanderados del karma. El silencio de Laurie ante esto resulta muy elocuente en relación a dónde y con quiénes va a terminar, y es lo que pretenden traernos a la memoria.
Y lo que sigue es un comportamiento que, como poco, la conecta psicológica y emocionalmente con su familia, el cual contrasta con su postura racional en “It’s a Matt Matt Matt Matt World” (3x05) y que, no obstante, nunca nos esperaríamos de ella. Recordemos que, tras “Off Ramp” (2x03), este personaje no había tenido ningún episodio que protagonizara hasta el presente. Después de los títulos, cuyo rap hardcore de Gravediggaz menciona en lo que habría desembocado el comportamiento de Laurie durante el prólogo, nos plantan con el relato avanzado en Australia, saltando adelante y atrás para exponernos la situación como conviene a los guionistas, de forma que azuzan nuestra curiosidad en varios frentes para que no despeguemos los ojos de la pantalla si de veras queremos, pobres drogadictos de The Leftovers, obtener algunas respuestas.
Parece que Nora Durst (Carrie Coon), algo fuera de sí, continúa obsesionada con la organización en nombre de la que Mark Linn-Baker le hizo una propuesta en “Don’t Be Ridiculous” (3x02) y que la rechazó durante “G’Day Melbourne” (3x04); y Kevin Garvey Sr. (Scott Glenn), según lo que nos contaron en “Crazy Whitefella Thinking” (3x03), sigue con lo suyo respecto a su hijo, ha ido un paso más allá y los espectadores estamos ahora coreando que sí, que Kevin Jr. (Justin Theroux) acepte su proposición: de ahí pueden salir más de las maravillas enajenadas que nos mostraron en “International Assassin” (2x08). Y el motivo **entronca directamente con la secuencia inicial de “The Book of Kevin” (3x01), en la que unos creyentes del pasado esperan en balde lo que Kevin Sr. trata de prevenir**.
La conversación más interesante del episodio se produce dentro de una furgoneta a lo Scooby Doo (VV. CC., desde 1969) o, vaya, similar a la que conduce Hurley en *Lost* (J. J. Abrams, Jeffrey Lieber y Damon Lindelof, 2004-2010): sobre el suicidio y la necesidad de un cierre para los seres queridos de los que se esfumaron durante la Ascensión siete años atrás. Entonces nos revelan qué es lo que le ocurre a Matt Jamison (Christopher Eccleston), y en escenas posteriores, de dónde ha salido el esqueleto de arca que hay frente a la casa de Grace Playford (Lindsay Duncan) en una plática con John Murphy (Kevin Carroll), por qué el responsable del caos aéreo hizo lo que hizo, siempre relacionado con la locura religiosa desatada por la Ascensión y su próximo aniversario, y el motivo de que viésemos a Grace manipulando zapatos en “Crazy Whitefella Thinking”.
Y, tras una elocuente charla sobre la última cena y los apóstoles, averiguamos que Laurie había decidido llevar a cabo una acción de lo más audaz para neutralizar un poco a esta pandilla de supuestos locos, que no será la única. Y la explicación de ello viene de modo que engloba sus intereses y los de Nora con una estupenda pirueta conceptual de guion, sobre una metáfora a raíz de una anécdota familiar, en una escena que nos pone el vello de punta, en buena parte gracias a la bellísima banda sonora de Max Richter. Y con estos escalofríos de puro gusto y asombro entendemos que lo que estamos contemplando es una despedida, la cual se corrobora mediante un diálogo confidencial de Laurie con Kevin Jr., su ex marido, que nos trae sendos recuerdos de la primera temporada, y después, en otra conversación intrascendente en apariencia con los hijos de ambos, lejos de tierra firme, mientras la gran tormenta se aproxima.