“G’Day Melbourne”, el cuarto episodio de la tercera temporada de *The Leftovers*, comienza con los prolegómenos del viaje de Kevin Garvey (Justin Theroux) y Nora Durst (Nora Durst) a Australia. Por las reconocibles y molestas medidas de seguridad en las aduanas de los aeropuertos, nos percatamos de que ella se trae algo entre manos, para desconcierto de Kevin, cuyos detalles se descubren bien pronto. El clima que hay ante la proximidad del supuesto apocalipsis se ejemplifica durante estos trámites, y a continuación conocemos las verdaderas razones que esgrime Nora para haber aceptado la propuesta que le hizo Mark Linn-Baker en “Don’t Be Ridiculous” (3x02), relacionada con su pérdida el ya lejano día de la Ascensión.
Pero parece que ella y Kevin van a vivir sus andanzas por separado. Este último nos procura flashbacks de su enajenación con la buena de Patti Levin (Ann Dowd), ojeando el fruto de los esfuerzos de Matt Jamison (Christopher Eccleston), Michael (Jovan Adepo) y John Murphy (Kevin Carroll). Los hilos de Australia y la ciudad milagrosa de Jarden empiezan a unirse por fin gracias a un televisor que no se comporta como debería, lo cual recuerda a los aparatos que no responden de forma adecuada cuando los utiliza Nora en segundo capítulo, y es el momento en que el cuarto se lanza a ponerse rarito juguetón a la manera de la serie, para disfrute de los espectadores a los que nos sedujeron los desvaríos de la segunda temporada, con algún espeluzno inicial.
Las peripecias de Nora arrancan con un contratiempo aparentemente innecesario, y podríamos decir que el hecho de que más adelante corten y vuelvan a Jarden con el negociete de John Murphy y Laurie Garvey (Amy Brenneman), y luego una vez más, rompe la unidad dramática del guion, pero aunque esto pudiera ser cierto, lo que sin duda no rompe es la coherencia del planteamiento general de la temporada, recordando la conversación que Kevin tuvo con su ex mujer respecto a lo que convenía hacer con el reaparecido Dean (Michael Gaston) en “The Book of Kevin” (3x01). Y no debemos olvidar que su recomendación no dio un resultado especialmente positivo ni agradable, conque ya veremos lo que ocurre en esta ocasión.
La trama australiana y la estadounidense se conectan de nuevo de un modo satisfactorio, pues **se explica uno de los pormenores más desconcertantes de “Crazy Whitefella Thinking” (3x03), si bien no del todo ni mucho menos*. Pero lo que hemos de comprender en este punto es que los guiones pulidos no desperdician ni una sola de sus líneas y escenas, y cuanto hay en ellos debe servir para algo, premisa que se corrobora también precisamente con el contratiempo que sufre Nora al principio de su peripecia. A estas alturas, después de haber sido uno de los que estuvo al frente de una narración tan complicada como la de Lost (J. J. Abrams, Jeffrey Lieber y Damon Lindelof) y sus piruetas, a este último no deberíamos poder pillarle en un renuncio, sobre todo tras su guion de la cuestionable Prometheus* (Ridley Scott, 2012).
Sea como fuere, lo que desde luego no esperaríamos jamás es que “G’Day Melbourne” terminara con una bronca apoteósica, que saca a la luz cómo se sienten los personajes de veras con hechos sucedidos en estos tres años de elipsis entre la segunda temporada y la tercera, y que resulta más delirante de lo que podría si cabe gracias al caos que se desata a su alrededor y a la ópera que se escucha de fondo, en esa misma televisión que ha propiciado, primero, el frenesí de Kevin, y luego, la última sorpresa del capítulo, de lógica incuestionable y que une definitivamente las tramas separadas. Pero, pese a algunas respuestas, nuevas dudas han surgido, aún en torno al sujeto al que se encontró Kevin Garvey Sr. en el capítulo anterior, a las razones de la última prueba a la que han sometido a Nora aquí, al caos y, sobre todo, a si lo que le ha ocurrido Kevin Jr. durante su primer día en Australia es de verdad lo que parece o si traerá una cola muy distinta.