*La esperadísima tercera y última temporada de The Leftovers ya está aquí*. Después de que la segunda dejara el pabellón tan alto, no es de extrañar que los seguidores de esta serie de televisión, creada por Damon Lindelof y el novelista Tom Perrota para la HBO en 2014, nos mordiésemos las uñas aguardando su regreso. Y este comienza con “The Book of Kevin”, un capítulo menos hipnótico de lo habitual pero sólo estamos arrancando, y al igual que la temporada precedente, una elocuente historia de un pasado no tan remoto que tal vez haya marcado algún lugar, relacionada con el gran asunto que aborda la serie: el drama terrible de la fe.
Pese al antecedente obvio, este inicio es tan inesperado como lo que sigue tras una transición que une la negrura de ese pasado blanco con los sectarios de los Culpables Remanentes, Meg Abbott (Liv Tyler) y Evie Murphy (Jasmin Savoy Brown), y surge de nuevo la idea de las coincidencias por algún motivo y de la destrucción, que junto con el drama de los creyentes remite sin duda al hito en la trayectoria de Lindelof, en compañía de J. J. Abrams y Jeffrey Lieber, que fue la magnífica *Lost* (2004-2010). Pero parece que la ciudad milagrosa de Jarden y su feria permanente de las creencias ha sobrevivido al ataque que contemplamos en “I Live Here Now” (2x10), último capítulo de la temporada anterior, y Kevin Garvey (Justin Theroux) ha vuelto sorprendentemente a su antigua forma de ganarse la vida con su hijo Tom (Chris Zylka), pero allí y no en la también imaginaria ciudad neoyorkina de Mapleton.
Y no se trata del único que ha prosperado en este interludio de tres años: el reverendo Matt Jamison (Christopher Eccleston) lo ha conseguido igualmente con su esposa Mary (Janel Moloney) recuperada, aprovechando el inmejorable caldo de cultivo de los que acuden a Jarden en busca de maravillas religiosas para establecer su liderazgo, y además se nos sugiere que tiene algo que esconder, algo entre manos con Michael Murphy (Jovan Adepo). Nora Durst (Carrie Coon), a la que vemos con un misterioso brazo roto, ha regresado como Kevin a su ocupación habitual. Entonces es cuando **aparece Dean (Michael Gaston), al que no veíamos desde la primera temporada, y su rocambolesca explicación de la actualidad política, que trae a la memoria el puesto de nuestra añorada, insolente, maravillosa Patti Levin (Ann Dowd) en la enajenación de “International Assassin” (2x08), nos descoloca por completo**.
Y quizá los recuerdos en flashes que ver a Dean le provoca al ahora controlado Kevin preludian que algo malo va a ocurrir. Pero parece que los guionistas no quieren dejar de sorprendernos, y que el escéptico y muy problemático John Murphy (Kevin Carroll) no sólo esté estupendamente sino que, además, haya recogido el testigo adivinatorio del ausente Isaac Rayney (Darius McCrary) con algo más que la ayuda de Laurie Garvey (Amy Brenneman) resulta tan asombroso que es casi inverosímil. Y la llegada de Jill Garvey (Margaret Qualley) trae consigo una pregunta: ¿dónde está la bebé Lily, hija del iluminado Wayne Gilchrest (Paterson Joseph)? Y de paso, ¿cuál es el paradero actual de Erika Murphy (Regina King)?
El uso de las canciones en la banda sonora continúa buscando el extrañamiento del espectador por el contraste, y esto es eficaz al principio y justo antes de que Kevin demuestre que no se está tan bien como aparenta. Más flashes de memoria tras un acto con resonancias de las imposturas de los Culpables Remanentes y otro tan imprevisto pero verdaderamente violento; y después, la revelación de lo que Matt y Michael se traen entre manos, algo que sería una absoluta ida de olla en cualquier otra serie pero no si nos referimos The Leftovers, que en esta apertura de temporada por último nos golpea con un cierre que no invita más que a poner los ojos como platos.