A Ridley Scott y su nueva película, Napoleón, se les tenían muchas ganas. Para empezar, porque al director de Alien, Blade Runner o Gladiator siempre se le ha atacado con más dureza que a otros. Es lo que tiene la grandeza, obliga a exigir un poco más. Además, es un cineasta que no tiene reparos en decir lo que piensa, por duro que pueda sonar. Ahí están los titulares que siempre deja en sus declaraciones. Y por último, se trata de un británico representando la vida de Bonaparte, con todo lo que ello implica a nivel político.

A Scott se le ha acusado de retratar burdamente la historia del Emperador francés. De cometer numerosas inexactitudes históricas. De querer ridiculizar la figura de Napoleón, firme enemigo de los ingleses durante el siglo XIX. Y la última polémica que ha azotado a la película ha sido que está rodada en inglés. Joaquin Phoenix, el actor que da vida al militar y estratega protagonista, es de origen estadounidense. Vanessa Kirby, que interpreta a su mujer, Josefina de Beauharnais, es de Wimbledon, al lado de Londres.

Así que, evidentemente, Napoleón está íntegramente hecha en inglés. Es entendible que en Francia el proyecto no haya caído demasiado bien en algunos sectores. Al fin y al cabo, Bonaparte es una de las figuras más importantes de su historia. Pero hay que tener claro que el filme no es un documental. Es una obra de ficción. Y su producción tampoco es francesa, es estadounidense. No tendría ningún sentido que Apple TV+ apostara por un proyecto de unas dimensiones tan gigantescas y lo hiciera en un idioma que no es el suyo.

Porque el principal objetivo de la compañía no es hacer un retrato preciso y milimétricamente medido de Napoleón. La meta es conseguir un producto de masas que lleve a los espectadores a ver la película al cine y posteriormente en streaming. En todo el mundo. En megaproducciones así, es muy extraño encontrar ejemplos de obras en un idioma diferente al inglés. Por no hablar de que las estrellas francófonas, al igual que las hispanohablantes o de cualquier otra lengua, venden muchísimo menos que las angloparlantes. Salvo contadas excepciones, claro.

Napoleón

El idioma de Napoleón

Por todo lo anterior, sería absurdo pensar que una compañía tan grande y un director como Ridley Scott podrían haber abogado por rodar en francés Napoleón. De hecho, ni siquiera se preocupa por darles acento a sus personajes porque sería aún más lamentable. Sirva como ejemplo lo que pasó con La Casa Gucci y los torpes acentos italianos de los intérpretes. Anteriormente, se han hecho desde Francia otras aproximaciones a este personaje. Y se han hecho en francés, faltaría más. Pero la cinta que nos ocupa no le debe nada al país más allá de la historia que quiere contar. A nivel de industria, es un proyecto de Hollywood más y juega bajo esas normas, no las del cine europeo.

De hecho, Napoleón ni siquiera es la primera película estadounidense que presenta a una figura histórica que no hablaba en inglés. Y casi siempre se ha hecho así por motivos evidentes. Ahí están los casos de El Cid (1961), Cleopatra (1963), Amadeus (1984), La lista de Schindler (1993) o Van Gogh, a las puertas de la eternidad (2018). Esos son tan solo algunos ejemplos de los muchos que el séptimo arte ha dado con los años. Y, está claro, Napoleón tampoco va a ser la última. Por eso, esta polémica es un sinsentido ridículo.

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