Ridley Scott tiene todo listo para estrenar Napoléon. Su macroproyecto es una de las películas más esperadas del año. Encabezado por Joaquín Phoenix y Vanessa Kirby, el filme presenta toda la historia del legendario militar francés. Ambicioso y despiadado, conquistó media Europa y se autoproclamó Emperador. Todo ello podrá verse en cines el 24 de noviembre.
Para celebrar tamaño acontecimiento, Scott ha viajado a España. Aunque no aparece en la película, el país fue uno de los primeros territorios que logró expulsar a los franceses. El director ha visitado el Museo del Prado. De sus paredes cuelgan numerosas obras de la Guerra de la Independencia, como La carga de los mamelucos y Los fusilamientos del 3 de mayo, ambas de Francisco de Goya.
Entre cuadros y esculturas, Scott nos recibe en el Claustro de los Jerónimos, destruido durante la guerra por las tropas de Napoleón. Flamantes estatuas y relieves de Carlos V y su familia observan cómo el director, a sus 85 años, nos da la bienvenida uno a uno a los periodistas durante varias horas en las que no se toma un solo descanso. Cuando llega el turno de Hipertextual, nos da la mano educadamente y, sin perder el tiempo, se sumerge de lleno en los secretos y detalles de su película.
Entre la crítica, uno de los aspectos más celebrados son sus épicas y sangrientas batallas. Seleccionar las que aparecerían en el filme no fue una tarea sencilla. “Fue difícil. Napoleón luchó 66 batallas” indica Scott, “y tan solo perdió unas pocas”. De este reducido grupo, el cineasta tuvo claro cuáles quería incluir. "La más grande, que perdió desastrosamente, fue la batalla al ir a Moscú. No debió hacer eso. Así que esa yo tenía que grabarla porque fue un completo error de juicio", reconoce. Un instante que, en la cinta, supone un punto de inflexión para el protagonista. "Luego, también tenía que hacer Waterloo", añade.
Pero las derrotas de Napoleón no son lo único que aparece recogido en el filme. "Me gustaba lo del hielo en el lago, Austerlitz", expone Scott. Dicha batalla es considerada como una de las más importantes en la vida del Emperador. En ella, dio un recital a nivel táctico para derrotar a las tropas ruso-austríacas. "Demostró una intuición muy inteligente y una clarividente planificación. Eligió el lago porque sabía que estarían acampados entre cinco y ocho kilómetros alrededor. Se presentaría él mismo como un señuelo. El lago era famoso por su espesa niebla matutina. Así que puso 2.000 tiendas de campaña, y hay quienes se arriesgan a decir que 20.000. Ese fue el señuelo. Así que esa me gusta por sus tácticas perspicaces" explica el director, que también menciona la batalla de Borodinó.
Josefina, el punto débil de Napoleón
La guerra no es lo único que Ridley Scott ha querido retratar en su visión de Napoleón. Para ello, ha dotado de una importancia vital en el filme a la mujer del protagonista, Josefina de Beauharnais. Y es que no quería hacer de su Bonaparte un hombre invencible e impenetrable. "¿Cómo lo hago? No puedo hacer solamente batallas porque si ves demasiadas te aburres. No puedo hacer escenas de dormitorio porque también se vuelve aburrido. ¿Así que cuál era la clave de la historia?", se planteó al abordar el proyecto.
"La clave fue que era un hombre extremadamente poderoso en todos los sentidos, incluso era Emperador. Pero tenía su talón de Aquiles. Tenía ese punto débil por esta mujer. ¿Por qué? De nuevo, no puede ser solo sexo, es demasiado simplista. Tenía que haber algo más en su naturaleza, en su personalidad", comenta el cineasta. Es ahí donde puso su foco. En cómo el hombre más poderoso del mundo sucumbía a Josefina. "Josefina había evolucionado. Tenía una cierta gracia social natural. Tenía unos dones que él no tenía", menciona, "eso fue lo que le atraía".
Un rodaje eficiente
Entre las escenas favoritas de Scott a la hora de dirigir Napoleón se encuentra la mencionada batalla de Austerlitz, pero también el Golpe de Estado de 1799. "Cuando lleva a todos esos hombres, a esos políticos, hasta la asamblea. El ejército está allí y ellos creen que es para protegerlos pero en realidad es para atraparlos", comienza relatando el director. "Yo dije de hacerlo en una sola toma con ocho cámaras", desvela a continuación.
"Coloqué las cámaras, dije acción y ¡pum! Nos llevó unos 8 minutos. Esa velocidad es la que se puede ver. Después le dije a Joaquin: '¿Todo bien? ¿Estás contento?' 'Sí'. ¿Quieres hacer otra?' 'No'. Y eso fue todo. Una toma. Podríamos haber estado el día entero pero acabamos ganándole tiempo al reloj", cuenta orgulloso el veterano director. Y es que, a pesar de que sus películas suelen ser largas y ambiciosas, Scott es uno de los cineastas que mejor optimiza los recursos de los que dispone. Así, Napoleón se rodó en tan solo 62 días.
El resultado, una película de 2 horas y 40 minutos que, en realidad, estaba destinada a durar el doble. En anteriores ocasiones, Scott ha asegurado que estaba trabajando en un montaje alternativo. Sin embargo, ahora afirma que el que se verá en cines es su versión de Napoleón. "Este es mi director's cut. He estado haciendo director's cuts durante 20 años, así que todo lo que se estrena está muy medido. Sé que hay un momento en el que la película se hace demasiado larga y el público tiene que tolerarlo. Así que estableces límites para la reacción que quieres conseguir. Y las películas cuestan dinero así que quieres tener éxito para el estudio. Soy muy consciente de eso", sentencia al respecto, sembrando la duda de si el montaje más extenso verá la luz o no. Entretanto, Napoleón se estrena en cines el 24 de noviembre.