El ayuno intermitente es una de esas dietas de moda que, aun contando con cierta evidencia científica, deben realizarse con cuidado. Es cierto que puede ayudar a perder peso y acarrear algunos beneficios para la salud. Incluso se ha estudiado su papel en el tratamiento de algunas enfermedades. No obstante, también puede conllevar perjuicios. Ya se conocen algunos, que generalmente se solucionan si se lleva a cabo con seguimiento profesional. Ahora, en cambio, un equipo de científicos de la Universidad de East Anglia ha añadido los problemas de fertilidad a la lista.

Es importante destacar que el estudio en cuestión se ha llevado a cabo con peces. Concretamente con ejemplares de pez cebra (Danio rerio), una especie muy usada como modelo de laboratorio. Esto, lógicamente, indica que sería necesario realizar también estudios en humano para comprobar si se pueden extrapolar los resultados. No obstante, dadas las similitudes genéticas entre esta especie y la nuestra, no se puede descartar que ocurra algo similar. 

Por eso, este estudio invita a seguir investigando este posible efecto del ayuno intermitente. Al fin y al cabo, cada vez son más las personas que lo hacen, por lo que vale la pena estudiar en profundidad todos sus efectos.

¿Qué es el ayuno intermitente?

En realidad, el ayuno intermitente no es exactamente una dieta, sino más bien una forma de distribuir las comidas a lo largo de un día. Básicamente, lo que se hace es dejar una cantidad de horas de ayuno, de manera que las comidas se realicen en momentos muy concretos. Hay de distintos tipos, según cuánto duren los periodos de ayuno. Por ejemplo, uno de los más famosos es el 16/8, en el que se hacen 16 horas de ayuno y 8 de alimentación. También se puede hacer ayuno en días alternos, de modo que cada fase dura más o menos 24 horas.

Se ha comprobado que si el ayuno dura lo suficiente, se pueden activar rutas metabólicas alternativas, menos dependientes de la glucosa y más de otras fuentes de carbono. También es posible que se ajuste mejor la dieta con los ritmos circadianos, de manera que se obtendrían diversos beneficios. 

No obstante, el ayuno intermitente, también conocido como ayuno restringido en el tiempo, no es para todo el mundo. Para empezar, las personas con trastornos de la conducta alimentaria no deberían llevar esta alimentación. Y no solo eso. Hay determinados trastornos congénitos, inicialmente leves, que se pueden complicar con el ayuno intermitente, dando lugar a problemas renales o hepáticos, entre otros. Es precisamente por eso por lo que se recomienda siempre el seguimiento de un profesional. Ahora bien, dejando todo eso a un lado, ¿puede haber otros riesgos menos conocidos?

El peligro de romper el equilibrio entre fertilidad y alimentación

Nuestro organismo cuenta con una cantidad de energía que debe repartir entre todas las funciones necesarias para su supervivencia. Si esta energía es suficiente, pueden llevarse a cabo todas. Sin embargo, cuando empieza a escasear, se deben establecer prioridades. Y la reproducción no es una prioridad. Sí que lo es para la supervivencia de la especie, pero no para la supervivencia individual de una persona.

Por eso, se ha observado que, cuando hay desnutrición, suelen alterarse las funciones reproductivas. Buen ejemplo de ello es el de las mujeres con anorexia, que en muchos casos pierden la menstruación cuando llegan a cierto grado de desnutrición. El cuerpo dosifica la poca energía que recibe a través de los alimentos.

Esto llevó a los autores de esta nueva investigación a pensar que con el ayuno intermitente podría pasar algo similar. Es cierto que no se genera una desnutrición. Pero sí hay periodos en los que el cuerpo podría interpretar que debe empezar a dosificar la energía.

Para comprobarlo, sometieron a ayuno intermitente a un grupo de peces cebra, tanto machos como hembras. Así, se vio que, una vez terminado el periodo de ayuno intermitente, tanto los óvulos de las hembras como los espermatozoides de los machos disminuyeron su calidad. Eso no impidió que mantuviesen su descendencia, por lo que esta fue también de una peor calidad.

Esto indica que, si en humanos ocurre lo mismo, la fertilidad podría verse afectada incluso después de volver a un patrón de alimentación normal. Se necesita más investigación para verificar si es así. Pero, de momento, hay motivos para sospecharlo.

pez cebra
Wikimedia Commons

¿Por qué se usaron peces cebra?

El pez cebra es uno de los modelos de laboratorio más habituales, después del ratón. Se debe a varios motivos. Para empezar, son muy fáciles de criar y se reproducen en gran cantidad y muy deprisa. Esto facilita tener muchos ejemplares en poco tiempo.

Además, en buena parte de su desarrollo son transparentes, por lo que se puede ver lo que ocurre en su organismo sin necesidad de abrirlos. Eso, unido a su capacidad de regeneración y a su parecido genético con los humanos, los convierte en una especie idónea.

En este caso, han puesto sobre la mesa un posible efecto desconocido del ayuno intermitente. Quizás, con otro modelo animal, no habría sido posible.

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