En la última década, el género de acción abandonó los escenarios borrosos de la producción independiente, barata y torpe para incursionar en regiones más sofisticada. De la saga Taken y The Equalizer, con sus tensos protagonistas convertidos en máquinas de matar hasta la puesta en escena barroca de la franquicia John Wick. Eso sin olvidar la duología Tyler Rake de Netflix. El caso es los nuevos héroes brutales en cintas en la que la sangre corre en medio de lluvia de balas, son cada vez más sofisticados. A la vez, sus historias más sólidas y alejadas de los habituales clichés. 

Monkey Man (2024), el debut en la dirección del acto Dev Patel, es, quizás, la heredera más reciente de esta nueva dimensión de la acción. Tan cruel y explícita como para asombrar y con escenas de acción que dejarán sin aliento a los fanáticos, la cinta es una combinación de varias cosas. Por un lado, tiene la conciencia del sentido acrobático en el uso de cámaras y encuadres en las secuencias de peleas y muertes.

Lo que convierte a los momentos principales de la película en una rara mezcla entre un sentido estético notable y un ritmo vertiginoso. Al otro extremo, el héroe que también encarna Patel — un hombre sin nombre basado en el mito del dios indio Hanuman — es la quintaesencia del asesino irredimible. Con el rostro cubierto por una máscara de mono, el protagonista se sube cada noche a un ring de lucha. Eso, para ganar peleas salvajes que le dejaron cubierto de cicatrices y cada vez más enfurecido.

Monkey Man

Monkey Man’convierte la venganza de un hombre solitario en un espectáculo de acción de alto calibre. En especial, gracias a sus bien cartografiadas escenas de acción y la capacidad del guion para avanzar con rapidez, pero sin dejar de responder las principales cuestiones de su conflicto. Con todo, la película de vez en cuando falla en ser creíble e intenta mezclar muchos temas a la vez, sin lograr que sean comprensibles siempre.

Puntuación: 4 de 5.

En ‘Monkey Man’,
el centro de todo es la venganza

Patel, que también escribe el guion, logra hacer de su personaje un misterio. Eso, sin perder la sensación que hay un pasado del que conocemos poco al comenzar — pero que gradualmente se revela — y una deuda que saldar. La película dedica sus primeros minutos a establecer que este hombre anónimo, es una bomba enfurecida a punto de estallar. También, que deberá enfrentar los terrores que le hicieron tal y como es, para asegurarse el futuro. Y tal como deja claro las primeras secuencias, se trata de un ejército de un solo hombre, que no necesita armas — no muchas, en cualquier caso — para arrasar con todos los que considere su enemigo. 

Con cierto sentido del tropo de la revancha basada en un destino inevitable, Monkey Man avanza con rapidez hacia su conflicto. La cinta está construida de tal manera, que las grandes escenas de acción en su argumento — que son tres, en concreto — sean el punto más alto de una larga preparación. Por lo que una vez que establece que el luchador desconocido de Patel es prácticamente imparable, sigue hacia el siguiente punto de interés. A saber: el motivo por el cual la venganza devora al personaje. 

Una batalla a balazos que comienza de manera casual

El guion tiene la suficiente habilidad como para contar la historia, sin hacerse tediosa a fuerzas de recuerdos, flashbacks o diálogos explicativos. En lugar de eso, el luchador parece estar siempre en el lugar correcto para avanzar en su propósito. Por lo que después de intervenir en un crimen, termina por ser contratado en un club enigmático.

La película se hace entonces densa, oscura e irrespirable. Estos son las cuevas de ilegalidad en las que los poderosos van a divertirse sin nadie que los juzgue. Lo que incluye al jefe de policía (interpretado por el actor de Bollywood, Sikandar Kher). Este fue el causante de la muerte de la madre del luchador y responsable de la mayor parte de las desgracias que le han ocurrido. Por lo que el centro y comienzo de la venganza incluye su muerte. 

Una vez en este punto, Monkey Man tiene uno de sus pocos problemas de ritmo. La película se hace tumultuosa, mientras el luchador anónimo intenta organizar sus planes para arrasar con todo a su paso. Al debutante Patel le falta la sincronía de obras mayores como John Wick y la primera gran escena de acción es un baño de sangre caótico. Pero a pesar de la torpeza visual, la secuencia marca el tono. A partir de entonces, la cinta se hará más y más brutal, sin perder el sentido del misterio que la hace tan interesante y bien construida. 

Balazos, sangre y huesos rotos en todas partes

Uno de los elementos más interesantes de Monkey Man, es su capacidad para hacer realista la acción. Las peleas a mano limpia — que abundan y tienen una duración aparentemente en tiempo real — son una colección de fracturas y sangre derramada. Patel utiliza el sonido y en especial, la capacidad de los actores para expresar dolor, en una rara forma de hacer avanzar la trama. Lo logra, en la medida que su personaje se hace cada vez más poderoso — y mata a más enemigos — los heridos a su paso marcan una extraña cronología.

El largometraje se vuelve paulatinamente más oscuro y siniestro, hasta incluso rendir homenaje al dios que le da nombre en una escena onírica. Pero lo mejor de Monkey Man, es su capacidad para ser excesiva, salvaje y por momentos agobiante, sin dejar de ser enormemente entretenida y bien narrada. Parte del mérito lo tienen los editores David Jancso y Tim Murrell, que transforman las peleas en secuencias rápidas que ocurren entre aparentes parpadeos de sangre. También, la directora de fotografía Sharone Meir, que logra captar las secuencias con una rapidez abrumadora, sin perder nitidez o enfoque. 

Para su final — predecible y apresurado — la película demostró que a pesar de sus baches, es una de las apuestas más firmes del cine de acción. Con una última batalla campal que asombra por su inteligencia visual, Monkey Man despide a su personaje, aunque no para siempre. Es probable que este luchador taciturno y silencioso vuelva a la pantalla grande. Pero de no ser así, la primera película de Patel será recordada como una joya rara de un género en reinvención. Su mejor punto. 

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