Las Naciones Unidas publicaron un dato escandaloso esta semana: solo hay un 14 % de probabilidades de que logremos limitar el calentamiento global por debajo de los 1,5 °C. Es, quizás, el testimonio más contundente que evidencia el fracaso parcial del Acuerdo de París, un compromiso que asumieron casi todos los países del planeta en 2015 para frenar el cambio climático. Pero todo puede ser peor. Por eso, los gobiernos del mundo se reunirán la semana que viene para discutir acciones correctivas en la COP28.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) se realizará en Dubai, del 30 de noviembre al 12 de diciembre. El gran objetivo del encuentro es, una vez más, fijar condiciones que permitan reducir la emisión de gases contaminantes, los grandes impulsores del calentamiento actual. Y es que vamos muy mal en este sentido.
En 2022, por ejemplo, se emitieron cerca de 36.800 millones de toneladas de gases contaminantes, la cifra más alta hasta ahora. Ninguno de los países del G20 —varios de los más contaminantes— está reduciendo las emisiones a un ritmo coherente, advierte la ONU. Lejos de proyectarse a la baja, se espera que las emisiones de dióxido de carbono y otros gases aumenten al menos un 1,2 % de aquí al 2030.
«Es una falta de liderazgo, una traición a los vulnerables y una enorme oportunidad perdida», dijo António Guterres, secretario general de la ONU, el lunes. «Las tendencias actuales están llevando a nuestro planeta a un callejón sin salida». Fue Guterres quien en agosto pasado dijo que había terminado la era del calentamiento global: «Ahora es el momento de la era de la ebullición global».
La COP28 y los objetivos de calentamiento global del Acuerdo de París
No es una cumbre más. Sobre todo, porque el calentamiento global nunca había sido tan obvio. Los gobiernos se reunirán en la COP28 en el que será el año más caluroso de toda la historia, de acuerdo con las proyecciones de la comunidad científica. Nunca antes habíamos estado tan cerca de lo que el propio Guterres ha llamado el «punto de no retorno»: los famosos 1,5 °C de calentamiento.
Este indicador hace referencia a cuánto se ha calentado la temperatura global desde que comenzó la actividad industrial. El Acuerdo de París fijó, en este sentido, un objetivo de dos escalones: hacer todo lo posible para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C y mantenerlo «muy por debajo» de 2,0 °C.
Entre noviembre de 2022 y octubre de 2023, el planeta reportó una temperatura promedio global de 1,3 °C por encima de las temperaturas preindustriales. El viernes pasado, por primera vez, la Tierra superó temporalmente en un día los 2 °C, de acuerdo con datos del Servicio de Cambio Climático Copernicus. No es tan grave porque no se trata de una tendencia sostenida —como los 1,3 °C de los últimos 12 meses—, pero es una nueva alerta de hacia dónde vamos.
Varias proyecciones dan por hecho que los 1,5 ° C se superarán pronto, en línea con las probabilidades de solo un 14 % de éxito que presagia la ONU. Un nuevo estudio, publicado a finales de octubre, calcula que ocurrirá en 2029. Así que los nuevos planes ya están apuntando a cómo evitar que se supere el segundo objetivo: los 2 °C de calentamiento.
Los países y las polémicas en la COP28
El informe sobre el desfase en las emisiones en 2023, publicado el lunes por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), no deja espacio a la duda. Si todo sigue como hasta ahora, el mundo se encamina hacia un aumento de entre 2,5 °C y 2,9 °C por encima de los niveles preindustriales en este mismo siglo.
El mundo necesita reducir las emisiones en un 28 % de aquí a 2030 para situarse en la senda que permita lograr el objetivo de 2 °C del Acuerdo de París. El reporte del PNUMA insiste en el rol determinante de las grandes economías. Por eso, es oportuno —o paradójico— que la COP28 sea en Dubai, en los Emiratos Árabes Unidos.
Los Emiratos Árabes Unidos son uno de los 10 principales países productores de petróleo. El petróleo, al igual que el gas y el carbón, es un combustible fósil. Y son los combustibles fósiles la gran causa del cambio climático, porque cuando se queman para obtener energía liberan los gases que generan el efecto invernadero que calienta el planeta.
El país anfitrión ha nombrado como presidente de las conversaciones de la COP28 al director ejecutivo de la petrolera estatal, Sultan Al Jaber. «Es el equivalente a nombrar al director ejecutivo de una empresa tabacalera para supervisar una conferencia sobre curas para el cáncer», lanzó en enero Zeina Khalil Hajj, jefa de campaña global de 350.org, que lucha por el fin del uso de los combustibles fósiles.
Sobre el lobby de la industria
La compañía de Al Jaber, la petrolera de Abu Dabi, planea ampliar su capacidad de producción en los próximos años. Y así, la industria en general. Las estrategias de las 20 compañías de petróleo y gas más grandes del mundo, de acuerdo con estimados de principios de 2023, darán como resultado que las emisiones contaminantes superen los niveles propuestos en el Acuerdo de París en un 173 % para 2040. Ya en 2022 se habían excedido en un 112 %.
Y los gobiernos no se quedan atrás. De acuerdo con el último reporte de The Lancet Countdown, el 78 % de los países evaluados —que incluye a los más contaminantes— todavía promueve la producción de combustibles fósiles a través de subsidios directos netos. En 2020, el apoyo fue por un total neto de 305.000 millones de dólares.
Además de los casi 200 gobiernos, en la COP27 del año pasado estuvieron más de 600 actores de la industria de los combustibles fósiles. La participación creció un 25 % en comparación con la cumbre anterior, según la BBC. Este año, la ONU dispuso que los representantes de compañías de petróleo, gas y carbón tienen que revelar sus vínculos con la industria si quieren participar de las conversaciones. Una forma de desenmascarar el lobby y limitar su influencia.
De todas formas, se espera que la gran polémica de la COP28 tenga que ver con el futuro de los combustibles fósiles. La industria propondrá una «reducción gradual» y algunos gobiernos como la Unión Europea hablarían de «eliminación gradual». Mientras, las agencias de la ONU y los activistas seguirán pulsando por acciones contundentes y radicales que permitan lograr los objetivos.
La ayuda necesaria para los países pobres
Segunda gran polémica de la COP28: el dinero. En la cumbre del año pasado, se aprobó la creación de un fondo de «perdidas y daños». Es una iniciativa que busca que los países más ricos apoyen económicamente a los más pobres para ayudarles a enfrentar los efectos del cambio climático. También, para acompañarles en la transición hacia energías limpias.
No parece descabellado, considerando que las naciones ricas son las más contaminantes. Pero países como EE. UU. ya han descartado pagar este tipo de reparaciones climáticas. La iniciativa, además, intenta resolver el fracaso de otro proyecto parecido.
Los países ricos se habían comprometido a movilizar 100.000 millones de dólares al año para 2020, con el objetivo de ayudar a los de menos recursos. No lo lograron. Una estimación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, que no se ha confirmado, cree que sí se alcanzó en 2022. Pero hay otro problema: parte del dinero que han invertido ha ido a parar a negocios extraños. Por ejemplo: una planta de carbón, un hotel y hasta una cadena de chocolaterías.
El sistema está diseñado para hacer trampa. El compromiso vino sin pautas oficiales sobre qué actividades cuentan como «financiamiento climático». Tampoco obliga a los gobiernos a informar los detalles. La secretaría de Cambio Climático de la ONU ha explicado que depende de los propios países decidir si imponen estándares uniformes. Los países ricos, por supuesto, se han negado.
El objetivo por sí solo es insuficiente. En un análisis sobre las necesidades de financiación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se reveló que los países en desarrollo necesitan una ayuda de al menos 6 billones de dólares para adaptarse a los objetivos del Acuerdo de París. En todo caso, se espera que la COP28 dicte reglas claras sobre el alcance del fondo de «pérdidas y daños» aprobado el año pasado.
La emergencia ya comenzó
Según la organización Climate Central, 7.300 millones de personas soportaron este año al menos 10 días de altas temperaturas, que fueron al menos tres veces más probables debido al cambio climático. El impacto de la crisis climática ya lo está sintiendo el 90% de los habitantes del planeta.
El calor ya es una preocupación gigante, pero no es la única. También lo son las tormentas y los huracanes, que ahora tienen el doble de probabilidades de ser catastróficos. Es la Antártida y los glaciares en gran parte del mundo, que se derriten a niveles récord, afectando los ecosistemas e insumos clave de agua para los humanos. Son al menos 140.000 millones de dólares al año en pérdidas provocadas por el cambio climático. Es el riesgo potenciado de las enfermedades infecciosas.
Es urgente. De acuerdo con la ONU, los factores medioambientales se cobran la vida de unos 13 millones de personas todos los años. Su secretario, António Guterres, ha pedido este miércoles a los líderes de las principales economías del mundo que procuren un resultado «ambicioso, creíble y justo» en la próxima COP28. Mañana es tarde.