Dos de las producciones comerciales más seguidas de 2022 superan las dos horas de duración. Black Panther: Wakanda Forever y Avatar: el sentido del agua. La última tiene una duración total por sobre las tres horas. Aunque no es un debate nuevo, a través de ellas se trajo a la mesa, de nuevo, la discusión: ¿cuál debería ser la duración de las películas? ¿Es posible tener un consenso al respecto?

Hace tres años, la duración de El irlandés, la película dirigida por Martin Scorsese, trajo esta conversación de nuevo a la escena. Esta se extiende por casi tres horas y media. A ejemplos como este, cada tanto, aparecen comentarios que sugieren que al film “le sobró media hora” o más de tiempo. Aunque se trata de apreciaciones que pueden —y suelen— ser subjetivas, describen una tendencia: como consumidores, cada vez dedicamos menos tiempo de atención a los contenidos. 

Es parte de una lógica de consumo que se repite en distintos espacios, desde las redes sociales hasta el consumo noticioso o la extensión de la duración de una canción. Cada vez es más extraño encontrar temas que superen los cuatro minutos, por ejemplo; al menos dentro del pop. O leer, por completo, una revista o diario. A esto se suma el tiempo de aislamiento debido a la pandemia por la COVID-19. Esto es clave para entender las nuevas dinámicas de búsqueda y recepción de información. En este contexto, el cine no es ajeno a esta cuestión y la duración de las películas, cada tanto, genera discusiones. 

La duración de las películas
y algunos cambios en los hábitos de consumo

Para mayo de 2020, BBC Mundo ya anticipaba que uno de los principales cambios que atravesaría la humanidad debido a la pandemia sería la dependencia tecnológica. Mucho de los hábitos de trabajo, de las relaciones interpersonales y el entretenimiento se redujo, durante meses, a las pantallas. Zoe Kleiman, periodista especializada en tecnología, describió a la BBC el escenario de la siguiente manera: 

“Desde los clientes de Zoom hasta los grupos de WhatsApp, para muchos de nosotros las plataformas digitales se han convertido en la única forma en la que podemos trabajar, ponernos en forma, educarnos y entretenernos. También estamos más relajados con respecto a las horas que nosotros y nuestros hijos pasamos frente a las pantallas”.

Dinámicas que antes de la pandemia se realizaban en espacios exteriores se vieron reducidas a otras más estrechas. Prácticas que antes se cuestionaban, quizá, comenzaban a ser vista con mejores ojos; o con los únicos, si se tiene en cuenta que la variedad de opciones de entretenimiento se redujo de forma significativa. De esa manera, se incrementó el pedido de delivery, por ejemplo, las compras por internet o la formación académica a través de plataformas digitales. 

Cine, películas

Mientras tanto, ¿qué ocurría con el cine? Se colgaban carteles de “cerrado temporalmente” en las salas. Distintos estrenos se fueron reprogramando una y otra vez. Se cancelaron festivales y ceremonias de premiación. Todo era suspenso. Uno que, tiempo después, se vio reflejado en el cierre de decenas de salas. 

En Argentina, a finales del año pasado, se estimó que al menos el 14 % de las salas había cerrado. Se preveía que un 20 % no estaba en funcionamiento todavía. Por otro lado, en España, para diciembre de 2021 se podía leer en El País: “Las salas recaudan en 2021 250 millones de euros, ni la mitad que en 2019, y las películas españolas apenas superarán los 40 millones, igualando la cifra de 2020, el año del confinamiento”.

Estas realidades, si bien en 2022 no son exactas, sí que influyeron sobre a nuestro presente. La industria del cine ya tiene a más espectadores en sus salas y los estrenos no se están reprogramando como antes. Sin embargo, las plataformas de streaming se han instalado como una opción sólida de entretenimiento. Mientras el cine se sostiene de grandes producciones, como Avatar: el sentido del agua

La experiencia cinematográfica en oposición
a la comodidad del hogar

Previo al auge de nuevas tecnologías, el “plan cine” tenía otra dimensión. Se trataba de la disposición de ir a ver una película a la que, quizá, no se podría tener acceso de otra manera. El visionado se hacía en un entorno dedicado a su disfrute. Una sala amplia. Buena iluminación (hasta apagarse) y una pantalla enorme para mirar cada detalle a placer. 

Spider-Man: No Way Home

En la actualidad, aunque esa dinámica se mantiene, compite con la certeza de que el último estreno del Universo Cinematográfico de Marvel llegará a Disney+ en algún momento. Un ejemplo de esto, fuera de esa franquicia, es Top Gun: Maverick. El film se encuentra disponible en la plataforma de Paramount en algunas regiones. Aunque Tom Cruise se opusiera a esta idea desde un principio, procurando reivindicar la experiencia cinematográfica por sobre la del streaming.

El resultado de la convivencia de ambos formatos, el cinematográfico y el de streaming, es que las productoras cuentan con sus propios espacios de gestión de contenidos. Una suerte de depósito en el que guardan sus proyectos para que, en otro momento, los usuarios puedan volver a ellos. Una versión digital de las antiguas tiendas de alquiler de VHS o DVD.

Mientras antes se podía pensar en la opción de alquilar una película, ya no es necesario: “están al alcance de un clic”. No todas, por supuesto. Pero hay una amplia variedad de opciones con las cuales mitigar el aburrimiento o evitar hacer un gasto mayor, en tiempos económicos complejos. Algo que contradice esa prudencia son las producciones anticipadas como blockbusters.

Ocurrió con Spider-Man: sin camino a casa, Jurassic World: Dominion, la secuela de Top Gun y está volviendo a ocurrir con Avatar: el sentido del agua. La gente se lanza a las salas de cine. Lo hace, quizá, recordando un viejo tiempo. Uno en el que no solo el otro no podía ser una amenaza, debido a un virus invisible. Sino en el que, también, el cine representaba una experiencia más completa.

Avatar: el sentido del agua: ¿el público
que la duración de las películas sea menor?

Durante las entrevistas previas al estreno de Avatar: el sentido del agua, James Cameron insistió en que la duración de la película, por sobre las tres horas, estaba justificada. Incluso, planteó un escenario interesante, cuando sugirió que no aceptaría reclamos en tiempos durante los cuales el público hace maratón de series, por ejemplo. 

Avatar 2: el sentido del agua // Avatar 2, Avatar 3, Avatar 4, Avatar 5

El detalle es que durante un maratón el espectador tiene acceso a distintas pausas sin que eso represente perderse parte de la serie. Sin embargo, como ocurrió con El irlandés, el planteamiento de James Cameron tiene un fondo válido: ¿por qué unas producciones sí y otras no? ¿El público cada vez quiere propuestas más breves? Aún es pronto para resolver esas preguntas con certezas. 

Sin embargo, es probable que dentro del debate sobre la duración de las películas siga privando una idea por sobre otra: si hay una historia bien desarrollada, lo menos importante es la extensión. Quizá por eso, en 2019, Rotten Tomatoes pudo recopilar una serie de datos para concluir que “Las películas más largas son mejores (y las películas muy largas son aún mejor que eso)”.

Las buenas producciones trascienden más allá de su duración. Son recordadas por su historia, por actuaciones puntuales o corales, por su puesta en escena, por la integración de esos aspectos y de muchos otros, hasta dar con una experiencia cinematográfica memorable. Es posible que, con el paso del tiempo y la evolución de hábitos de consumo recientes, eso cambié. Quizá. Mientras tanto, no parece mal plan poder disfrutar de las posibilidades, sin dejar de ser críticos con la extensión. Sea en el caso de Avatar: el sentido del agua o cualquier otra.

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