Parece que el peligro no cesa en esta última temporada de The Walking Dead (Frank Darabont y Angela Kang, desde 2010); al menos, en lo que respecta a determinados personajes. Después de la situación comprometida para el grupo de los supervivientes Daryl Dixon (Norman Reedus), Maggie Rhee (Lauren Cohan), Gabriel Stokes (Seth Gilliam), Negan (Jeffrey Dean Morgan) y compañía en la que les había dejado el episodio “Acheron: Part II” (11x02), el siguiente, titulado “Hunted” (11x03), se inicia de un modo brutal, en el mismo punto en que se hallaban y sin perder el tiempo con circunloquio alguno.
El director californiano Frederick E. O. Toye nos ofrece una planificación muy efectiva para describir e insuflar a las imágenes la angustia de lo que ocurre, siguiendo lo que pauta el guion de su compatriota Vivian Tse.
El uno ha estado involucrado en el rodaje de otras cuarenta y una series: con un capítulo de Lost (J. J. Abrams, Damon Lindelof y Jeffrey Lieber, 2004-2010), ocho Fringe (Abrams, Alex Kurtzman y Roberto Orci, 2008-2013), once de The Good Wife (Michelle King y Robert King, 2009-2016), dos de 22.11.63 (Bridget Carpenter, 2016), tres de Westworld (Jonathan Nolan y Lisa Joy, desde 2016), uno de American Gods (Bryan Fuller y Michael Green, 2017-2021), otro de Watchmen (Damon Lindelof, 2019) o dos más de The Boys (Eric Kripke, desde 2019).
La guionista, en cambio, no ha podido prodigarse tanto y, aparte de seis de The Walking Dead, solo se conoce que ha escrito el libreto de un par de Knightfall (Don Handfield y Richard Rayner, 2017-2019) y otro de La travesía (Jay Beattie y Dan Dworkin, 2018).
Las motivaciones de unos enemigos implacables
Tras enfrentarse a hordas de los propios y persistentes zombis como enemigos, a bandas de seres humanos crueles, como las del Gobernador (David Morrissey) y el mismo Negan, o a los escalofriantes Susurradores con Alfa (Samantha Morton) y Beta (Ryan Hurst) al frente, tal vez solo otra con la habilidad letal semejante a la de los Segadores podría resultarnos más peligrosa en lo que lleva The Walking Dead de los monstruos de verdad, que aún tienen pulso y respiran, durante un apocalipsis así, inaugurado con La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968).
Lo que aún no se sabe ni podemos comprender las motivaciones de estos implacables homicidas más allá de la pura violencia y su empeño destructivo, para las que esperamos una explicación convincente sin demasiada demora. Sobre todo, considerando que hay aquí una clara oportunidad para ello y no se aprovecha en ese sentido, sino para que no se nos escape a dónde ha conducido a Gabriel Stokes su ruda y desesperanzada evolución desde que cantaba alabanzas divinas.
Una encerrona narrativa en ‘The Walking Dead’
Por otro lado, la narración de “Hunted” pivota entre la lucha por sobrevivir a estos temibles individuos y a las amenazas de siempre, con duros enfrentamientos, pérdidas dolorosas —no tanto para los espectadores, a los que ni fu ni fa, como para cierta protagonista de The Walking Dead— y decisiones difíciles, y la que Carol Peletier (Melissa McBride), Rosita Espinosa (Christian Serratos) y otros libran contra el hambre que asedia a su comunidad, aún en pie pese a los numerosos avatares que ha sufrido hasta ahora.
El segundo foco de la narración supone cierto alivio para la oscuridad dramática de la primera; si bien no por completo: en este mundo horrible de la civilización sucumbida y la precariedad vital, los sacrificios que deben asumirse se encuentran a la orden del día. Aunque tampoco había una necesidad imperiosa de mitigar la tensión; no es ninguna montaña rusa este episodio.
Pero concluye de un modo inteligente, permitiendo que dos personajes enemistados se queden solos para que suceda algo importante entre ellos; y además subrayan la razón espantosa del conflicto con un plano elocuente que nos retrotrae a otros de “Last Day on Earth” (6x16) o “The Day Will Come When You Won’t Be” (7x01). Así las cosas, ya queremos enterarnos de lo que pasará con estos dos en The Walking Dead.