Las historias policíacas, aquellas en las que agentes de la ley luchan contra el crimen como se suele decir, llaman bastante la atención del público. Por ese motivo se producen tantas series televisivas al respecto, con algunas tan notables como The Wire (David Simon, 2002-2008), Broadchurch (Chris Chibnall, 2013-2017) o True Detective (Nic Pizzolatto, desde 2014). Pero las de los dificilísimos operativos contra el terrorismo islámico internacional tienen un plus de interés por el lógico secretismo con el que se llevan. Y de esta circunstancia saca provecho La Unidad, la ficción española creada por el gallego Dani de la Torre y el italiano Alberto Marini para Movistar Plus este 2020.
Gracias a su currículum se les presupone plenas capacidades para asumir la realización de lo que, en principio, se ha elaborado como una miniserie sin cabos sueltos, pero resulta más que probable que continúe en nuevas temporadas. De la Torre debutó con otra miniserie de aventuras, Mar libre (2010), y El desconocido (2015) fue su estreno en el largometraje, al que le siguió La sombra de la ley (2018), dos thrillers muy decentes protagonizados por Luis Tosar (Celda 2011). Marini firmó el libreto trepidante del primero, si bien el de Romasanta, la caza de la bestia (Paco Plaza, 2004) fue con el que se lanzó a la piscina del largo más de una década antes.
También había escrito los guiones de Para entrar a vivir y Mientras duermes (Jaume Balagueró, 2006, 2011), el de Extinction (Miguel Ángel Vivas, 2015) y el de la única película en la que se ha desempeñado como director hasta ahora, la arbitraria e indiscutiblemente fallida Summer Camp (2015), en la que intenta algo innovador con infectados y acaba perdiéndose. Después vinieron los de Tu hijo (Vivas, 2018), Feedback (Pedro C. Alonso, 2019) y los de episodios sin determinar de Hierro (Pepe Coira, desde 2019), todo entre el terror y el thriller. Pero hay que decir que Marini se ha ocupado de los textos de La Unidad a cuatro manos con la poco prodigada Amèlia Mora (Copito de Nieve).
Y la intriga estimulante que ha construido con su compañero sobre policías antiterroristas rezuma un realismo exacerbado y una absoluta credibilidad, tanto en las conversaciones de los personajes y el desarrollo de la trama como en la ambientación, la puesta en escena y las interpretaciones; a nada se le ven las costuras, lo cual dice mucho y bueno de ambos. Y, si en El desconocido y La sombra de la ley optaba De la Torre por un planteamiento virtuoso, con llamativos planos secuencia, en La Unidad ha preferido una sencillez mayor, sin perder su montaje dinámico, que se acentúa por el salto constante de un entorno a otro, ni una cámara que se mueve bien, con planos aéreos y vigor audiovisual.
El Paul Greengrass de Domingo sangriento (2002) y United 93 (2006) y la Kathryn Bigelow de En tierra hostil (2008) y La noche más oscura (2012) son sus referentes principales de estilo, según nos contaba, y así quería darle un valor documental a la serie, sin virguerías que sacaran a los espectadores de lo que están viendo en ningún instante; con la cámara alejada, casi espiando a sus seres de ficción, trasuntos de agentes que existen en la realidad y a los que interpreta un reparto sin mácula, desde Nathalie Poza (Caronte) y Michel Noher (El desentierro) como Carla y Marcos hasta Marian Álvarez (Siete vidas) y un pletórico Luis Zahera (Concursante) en la piel de Míriam y Sergio.
Y Fele Martínez (Los amantes del círculo polar), Raúl Fernández de Pablo (El pueblo), Abdel Hamid Krim (Incierta gloria), Amina Leony (Paradise Hills), Carlos Blanco (Volver), Fariba Sheikhan (El secreto de Puente Viejo), Moussa Echarif (Mar de plástico), Francesc Orella (Merlí), Alba Bersabe (Señoras del (H)AMPA) o el novato Mourad Ouani. Todos contribuyen a la verosimilitud de La Unidad, como atmosférica banda sonora incide con su discreción en el realismo buscado y ha sido compuesta por Manuel Riveiro (Diario de un skin), siempre al servicio del director desde su segundo cortometraje, Lobos (2004).
Por otro lado, nos impresiona alguna recreación bélica muy inesperada, y un curioso montaje paralelo que humaniza y asemeja a los personajes, por muy alejados que estén en su naturaleza moral y sus intenciones. Y hay tensión de la buena en los últimos tramos de los seis capítulos que componen La Unidad, y Dani de la Torre y Alberto Marini nos descerrajan en cierto momento una escena escalofriante, imposible de olvidar, seguida de la más conmovedora de la miniserie. Y, si ya resulta atractiva debido al asunto que aborda, solo por estas dos escenas merece que uno se acomode para contemplarla.
