Desde luego, no nos podemos quejar por que los directores elegidos para encargarse de los episodios de una serie fascinadora como *Westworld* (Jonathan Nolan y Lisa Joy, desde 2016) no vengan precedidos de un currículum que hable por sí solo. En el caso de la canadiense Helen Shaver, realizadora del intenso “Passed Pawn” (3x07), lo cierto es que tiene bastante experiencia tanto delante como detrás de las cámaras: comenzó como actriz y, veinticuatro años después, se propuso desempeñarse también como cineasta, labor para la que en verdad se ha mantenido constante en más de dos décadas. Los guiones, eso sí, casi ni los ha tocado.
De aparecer en *Terror en Amityville (Stuart Rosenberg, 1979) como Carolyn, en Canción triste de Hill Street (Steven Bochco y Michael Kozoll, 1981-1987) en la piel de Teresa Hyler, en El color del dinero* (Martin Scorsese, 1986) como Janelle o la doctora Rachel Corrigan en Poltergeist: El legado (Richard Barton Lewis, 1996-1999), pasó a dirigir capítulos de cuarenta y ocho series hasta ahora, como Más allá del límite (Leslie Stevens, 1995-2002), Ley y orden: Unidad de víctimas especiales (Dick Wolf, desde 1999), Person of Interest (Nolan, 2011-2016), Orphan Black (Graeme Manson y John Fawcett, 2013-2017) o Vikings (Michael Hirst, desde 2013).
Tal como nos había indicado un huevo de pascua en “Decoherence” (3x06), la anfitriona Clementine Pennyfeather (Angela Sarafyan) ha vuelto a ser reconstruida por Maeve Millay (Thandie Newton) y a la consciencia en el mundo de los humanos. Y no es la única pues, aparte de la propia Maeve y del destruido Héctor Escaton (Rodrigo Santoro), faltaba por saber la identidad de uno de los androides traídos de vuelta para oponerse a los planes de Dolores Abernathy (Evan Rachel Wood): se trata de Hanaryo (Tao Okamoto), contraparte de Armistice (Ingrid Bolsø Berdal) **a la que Maeve había conocido en el Shogun World** durante la segunda temporada.
Y no parece muy contenta de ver que Dolores se ha copiado a sí misma como Musashi (Hiroyuki Sanada), “un hombre bueno”, y lo elimina sin contemplaciones. A continuación, unos flashbacks sobre la muerte de Francis (Kid Cudi), el compañero de Caleb Nichols (Aaron Paul), nos indican que esta tiene relación con el misterio sobre su pasado oculto incluso para él. Y, por lo que habla con Dolores, ya sabe de su naturaleza androide y que la lio pardísima en Westworld, y ella le dice que busca un lugar como el Salvaje Oeste para establecer a su especie diezmada y que él debería liderar a los humanos tras la caía del sistema de Engerraund Serac (Vincent Cassel) y Rehoboam.
En la distopía de las personas, reflejo de la que sufren los robots en los parques de Delos Destinantions, Caleb se parece a Dolores en que ambos eran sujetos insignificantes e inconscientes de la realidad en la que vivían y han puesto en marcha una revolución, y ella desea que recupere su memoria perdida. Por otro lado, Bernard Lowe (Jeffrey Wright) informa a el Hombre de Negro (Ed Harris) de que la copia de Dolores como Charlotte Hale (Tessa Thompson) le inyectó un virus en la sangre para rastrearla y acceder a algún tipo de emplazamiento decisivo y que, para el sistema, él ya está muerto.
*El relato con la voz en off* de Caleb sobre la operación militar contra la insurgencia en una guerra civil rusa nos hace intuir que lo ocurrido no es lo que parece o que, en realidad, se trata de recuerdos implantados para que él crea una versión falsa de los hechos. Y, cuando Dolores le lleva a las mismas instalaciones a las que había llegado Liam Dempsey Sr.** (Jefferson Mays) antes de que Serac lo matara por oponerse a lo que allí hacían, obtenemos la confirmación de que han sido tratados en ellas tanto Caleb como el Hombre de Negro, y que son las que buscaba Dolores con el virus que le había inyectado a este último.
Pero hay otra cosa interesante en sus entrañas: Salomón, la inteligencia artificial predecesora de Rehoboam, “esquizofrénica” como Jean Mi, el pobre hermano de Serac, y especializada en trazar estrategias para futuros posibles, que se refiere a una terapia secreta de reacondicionamiento a la que fue sometido Caleb, y que la conversación entre Bernard, Ashley Stubbs (Luke Hemsworth) y el Hombre de Negro, con el que no funciona dicha terapia, redondean: es como la reprogramación de los androides defectuosos en los parques de atracciones, una muesca más en el juego de espejos de las distopías.
Y por fin **descubrimos el propósito original del proyecto en el que reproducían la mente humana de los huéspedes llegados a los parques de Delos Destinations: necesitaban capital, así que el Hombre de Negro se las vendió a Serac, pero parece que Dolores se interpuso en esta transacción**. Además, otra muesca en el reflejo distópico es el confinamiento de los individuos imposibles de reacondicionar, como almacenaban a los androides que no respondían a su programación en los parques. Después de la visión asombrosa de las hileras e hileras de los confinados, Dolores le pide a Salomón una estrategia revolucionaria.
Y he aquí la historia de Caleb: cazaba a los rebeldes siguiendo las instrucciones de la aplicación con la que le veíamos ganarse la vida desde el principio, y cuando él y Francis capturaron a Whitman (Enrico Colantoni), que no se trataba del líder de los insurgentes en Crimea sino del fabricante las drogas límbicas con las que los mantienen tranquilitos, y el primero permitió que hablase y sembrara dudas, Serac decidió volverlos el uno contra el otro por una recompensa, y fue Caleb el que mató a su viejo amigo en defensa propia; y de ahí sus tendencias suicidas. El espectacular enfrentamiento entre Dolores y Maeve se produce y queda en tablas.
El aparato cuyo botón presiona la primera desconecta todo componente electrónico que hay a su alrededor, incluidas ambas, que se desploman, inertes; y lo hace justo en el momento en que la inteligencia artificial iba a advertirle alguna cosa a Caleb. A quien Bernard señala como el más probable destructor del género humano porque Dolores fue programada “con una sensibilidad poética”. Y el Hombre de Negro, que tras enfrenarse a sus demonios **ha comprendido que su pecado más grave fue propiciar la creación de los androides, se propone aniquilarlos, y apunta con una escopeta a Stubbs y a Bernard: cliffhanger**.