**Ha tenido que regresar el interesantísimo Hombre de Negro a Westworld* (Jonathan Nolan y Lisa Joy, desde 2016), a quien que encarna con maestría el gran Ed Harris (Las horas*), para ofrecernos la mejor secuencia en lo que llevamos de temporada, la inicial de “The Mother of Exiles” (3x04), onírica y absolutamente pesadillesca. En pocos minutos, nos resume la trayectoria destructiva del personaje dentro y fuera de su lugar favorito, sus dudas y su estado mental, y es obra del cineasta Paul Cameron según el libreto escrito por la propia Joy (Criando malvas) y de Jordan Goldberg (Gotham Tonight).
Se trata de su estreno como director tras haberse encargado de la fotografía en filmes como El fuego de la venganza, Collateral (Tony Scott, Michael Mann, 2004), *Piratas del Caribe: La venganza de Salazar (Joachim Rønning y Espen Sandberg, 2017) o El pasajero (Jaume Collet-Serra, 2018), una estupenda oportunidad después de haber realizado igualmente la de *los capítulos “The Original” (1x01) y “Parce Domine” (3x01)**, y de haber ayudado con ella en otros nueve entre “Chesnut” (1x02) y “The Passenger” (2x10). Y agarraos con fuerza a donde podáis porque vienen curvas.
Las piezas, que ya se habían colocado en su sitio durante los capítulos anteriores, empiezan a moverse por el tablero de ajedrez hacia un previsible e intenso choque futuro, pero son de más de dos colores porque hay intereses diversos. Bernard Lowe (Jeffrey Wright) y Ashley Stubbs (Luke Hemsworth) por un lado, a la caza de Liam Dempsey (John Gallagher Jr.), a quien creen que Dolores Abernathy (Evan Rachel Wood) ha sustituido por un androide cuando ha sido a Martin Connells (Tommy Flanagan) y su reconocible acento escocés; por otro, la misma Dolores con el humano Caleb Nichols (Aaron Paul) y los otros robots aparte del falso Connells y la suplente de Charlotte Hale (Tessa Thompson).
En un último equipo se encuentran Engerraund Serac (Vincent Cassel), creador de Rehoboam, y tal vez Maeve Millay (Thandie Newton), a la que quiere reclutar contra los planes de Dolores. Por lo que le explica a la androide autoconsciente en Singapur, **lo que busca Rehoboam son divergencias en “la narrativa” totalitaria instaurada para salvar a los seres humanos de sí mismos**; y saber de la desvastación de París con un hongo atómico nos sobrecoge. Pero no hay duda de la falta de escrúpulos y de filantropía de Serac cuando le pega un tiro a bocajarro, delante de Maeve, a quien le facilitó nuevas identidades a Dolores para sus amigos robóticos y para ella en el mundo real.
Para que el trabajo de Rehoboam esté completo, este individuo **ansía las réplicas mentales que Delos Destinations realizó de cuantos huéspedes fueron a saciar sus apetitos en los seis violentos parques de atracciones temáticos de la compañía, y el acceso a ellas lo tiene Dolores, como el del paraíso virtual en que se halla la hija de Maeve (Jasmyn Rae). De modo que, si lo ayuda contra la portadora de la llave con la que se cumplirían ambos deseos, Serac permitirá que se reúna con ella por fin y para siempre. O eso dice. Y el enfrentamiento se produce, claro**, y descubrimos con un montaje a tres y una expresión de horrorizada sorpresa en la cara que Dolores se ha limitado a copiarse a sí misma.
Y estas copias los vencen a todos por goleada en una jugada maestra: la original, a Stubbs; la de Connells, a Bernard; la de un inesperado Musashi (Hiroyuki Sanada), la de un inesperado Musashi (Hiroyuki Sanada), amigo de Maeve en el Shogun World con barriles de líquido amniótico androide, a la misma; y la de Hale, al ahora inhabilitado Hombre de Negro —y resulta curioso ver al personaje de Harris con alucinaciones inducidas sobre una persona o un androide que no están ahí, si uno recuerda su papel en Una mente maravillosa (Ron Howard, 2001)—. Y suponemos que la fragilidad de Dolores en Hale durante el primer tramo de “The Absence of Field” (3x03) se debía a la personalidad dulce “que crió” Peter Abernathy (Louis Herthum). Así que Dolores se lo guisa y Dolores se lo come.
