Las opciones de las que disponen las diferentes especies animales a la hora de tener hijos son todo un mundo, lleno de alternativas poco frecuentes, pero interesantes. Este es el caso del ornitorrinco, que a pesar de ser mamífero pone huevos, o del caballito de mar, cuyos machos dan a luz después de fertilizar e incubar en su interior los huevos previamente depositados por las hembras.

También es curioso que existan especies que puedan recurrir a las dos opciones, según el lugar en el que vivan. Este es el caso del skink de tres dedos (Saiphos equalis), un lagarto australiano que en 2010 llamó la atención de un equipo de científicos procedentes de la Universidad de Sydney y la Universidad del este de Tennessee por variar su reproducción geográficamente: en los alrededores de Sydney ponen huevos, pero en las montañas más frías del norte traen a sus hijos directamente al mundo.

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En su día esto fue una gran noticia, pues solo otras dos especies de reptil en el mundo pueden reproducirse de esta variada forma, que se considera toda una transición evolutiva. Pero lo que ya de por sí ha sido increíble es lo que acaba de descubrir un nuevo equipo de científicos de la Universidad de Sidney, al detectar por primera vez el cambio en el tipo de nacimiento dentro de una sola camada. De nuevo la protagonista de este hito ha sido una hembra de skink de tres dedos; aunque esta vez, al menos que se haya documentado, parece ser que no hay nadie como ella en el resto del planeta.

Tres huevo y un “bebé”

Los autores del estudio observaron a una hembra que puso tres huevos, para después, unas semanas más tarde, dar a luz a una cría viva, perteneciente a la misma camada. Tras presenciar este curioso suceso procedieron a incubar dos de los tres huevos, hasta conseguir que uno eclosionara, dando lugar a un lagartito vivo.

No es curioso que las hembras de esta especie de lagarto puedan recurrir a las dos opciones reproductivas, aunque nunca se había registrado que lo hicieran en una misma camada. Lógicamente, lo más probable es que no sea la primera que lo hace, pero sí la única a la que han visto. Por eso es un suceso tan interesante, que además conduce a una pregunta que los investigadores están tratando de responder: ¿de qué depende la selección?

Estudios anteriores con este reptil han mostrado que la elección de una u otra opción no parece depender directamente de factores climatológicos, ya que si se cambian de región geográfica siguen manteniendo una misma tendencia. Por lo tanto, es más probable que sea un factor de origen genético, que ha evolucionado lentamente hasta que los habitantes de distintas partes de Australia se adapten al lugar en el que viven. Porque sí, ese lugar puede influir en la necesidad de recurrir a un método u otro.

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Por ejemplo, el frío extremo, la sequía o la presencia de depredadores pueden hacer que los huevos corran peligro, por mucho que la madre vele por ellos, de ahí que lo óptimo sea parir a las crías directamente y que hasta entonces estén protegidas en el vientre. Sin embargo, si el entorno es más favorable, la mejor opción para la madre es disminuir el gasto energético que le supone el embarazo, depositando a las crías cuanto antes en forma de huevos y que estas terminen de desarrollarse en su interior.

Qué ha ocurrido con este caso concreto para que la hembra pueda llevar a cabo los dos procesos en una misma camada es un misterio, aunque este equipo de científicos australianos cree que el hecho de haber evolucionado recientemente desde la puesta de huevos hasta el alumbramiento puede haber favorecido lo que han calificado como “tácticas reproductivas flexibles”. De cualquier modo, esperan que futuras investigaciones les ayuden a encontrar una hipótesis más concreta para la curiosa forma de traer hijos al mundo de este lagarto australiano. De Oceanía tenía que ser.

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