En el capítulo 6 de La Casa del Dragón, los huevos de dragón toman un gran protagonismo. Como viene siendo tradición entre los Targaryen, se regala a las mujeres embarazadas y los recién nacidos un huevo de cuyo interior deberá emerger el reptil de este nuevo miembro de la familia. Los dos hijos mayores de Rhaenyra tienen ya a sus dragones, mientras que solo el mayor de los dos varones de Alicent y Viserys tiene al suyo. El huevo de Aemond no ha eclosionado, como tampoco lo ha hecho el de una de las hijas de Daemon Targaryen y Lady Laena. El factor común a todos los huevos que aparecen sin eclosionar en el capítulo es que se conservan en ascuas para mantener el calor.
También en Juego de Tronos vemos como los tres huevos de dragón petrificados que le regalan a Daenerys eclosionan solo cuando los introduce en las llamas con ella. En realidad todo esto tiene sentido. Son huevos de dragón, un animal que escupe fuego, por lo que parece evidente que necesitan calor.
Sin embargo, si nos ceñimos tanto a la ciencia como a la mitología, este detalle podría haber sido prescindible. Incluso podría considerarse incorrecto si no fuese porque estamos hablando de fantasía.
Mitología y temperatura corporal
La mitología describe a los dragones de diferentes formas según la cultura, pero la mayoría coinciden en que son capaces de escupir fuego. No obstante, no se hace mención a su temperatura corporal. Si nos fijamos en los que salen en Juego de Tronos y La Casa del Dragón, su temperatura no debería ser demasiado elevada, pues los jinetes se quemarían al montarlos. Pero no se sabe mucho más al respecto.
Sí que hay más datos sobre la salamandra, también conocida como lagarto de fuego. Este es otro animal mitológico, de apariencia similar a un pequeño dragón, que no escupía fuego, sino que se lo comía. Además, era capaz de introducirse en las llamas sin quemarse. Y, precisamente por eso, tenía una temperatura corporal extremadamente baja, que compensaba la del fuego por el que tanta afinidad sentía. Podría haber ocurrido lo mismo con los dragones. Pero veamos qué dice la ciencia.
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¿Cómo se incubarían los huevos de dragón?
Los mitos mitos son y, como tal, pueden variar mucho de unas culturas a otras. En cambio, la ciencia es bastante más clara al hablar de este tipo de cuestiones.
Y lo que dice la ciencia, o al menos lo que decía, es que la mayoría de reptiles son de sangre fría. Es importante este tiempo pasado, ya que hoy en día está desfasado, aunque se siga usando. Anteriormente, se hablaba de animales de sangre caliente cuando eran capaces de regular su temperatura corporal independientemente de la del medio que les rodea. Es, por ejemplo, el caso de los humanos, que nos mantenemos alrededor de los 36,5 °C, aunque en el exterior haya 10 °C o 40 °C. En cuanto a los de sangre fría, se suponía que no eran capaces de regular su temperatura. Pero hoy en día sabemos que hay diferentes mecanismos para conseguirlo.
Los reptiles suelen tener sus propios mecanismos de regulación de la temperatura, que a menudo se basan simplemente en moverse entre sol y sombra según lo que necesiten en cada momento. Aun así, cada reptil tiene sus propios rangos, que en general no llegan a ser muy altos.
En el extremo inferior nos encontramos con el tuátara. Este es un reptil endémico de las islas aledañas de Nueva Zelanda, conocido por tener una temperatura corporal óptima de entre 16 °C y 21 °C. La más baja de todos los reptiles.
En el otro extremo, uno de los reptiles con mayor temperatura corporal, es precisamente un dragón. Pero no un dragón escupidor de fuego. Se trata del dragón de Komodo, conocido de este modo por una de las islas de Indonesia en las que viven. No vuelan, pero su aspecto feroz lo convierte quizás en el reptil más parecido al dragón mitológico. Y, gracias a una gran facilidad para regular su temperatura, este suele mantenerse entre los 34 °C y los 35,6 °C. Si bien no es el reptil con mayor temperatura corporal, hay pocos por encima y, aun así, esta se encuentra incluso por debajo de la de los humanos.
En cuanto a los huevos, tampoco se necesitan unas condiciones de temperatura muy extremas para incubarlos. De hecho, los criadores de reptiles suelen recomendar mantener los huevos entre los 24 °C y los 32 °C.
La realidad de ‘La Casa del Dragón’
En realidad, La Casa del Dragón no es la única obra de ficción que hace referencia a la alta temperatura requerida por los huevos. También en Harry Potter se dice que los huevos necesitan estar a una temperatura muy elevada para eclosionar. De hecho, en la primera entrega de la saga vemos cómo Hagrid, protegido con los guantes del horno, saca un huevo, del que más tarde nace la dragona Norberta, de un cubo dentro de la chimenea.
Por lo tanto, no es tan descabellado que los huevos de dragón necesiten mucho calor para mantenerse. Lo demás solo son simples juegos para adentrarnos en la ciencia a través de la televisión. No hay que tomarlo al pie de la letra, solo disfrutar de lo que nos ofrecen series como, por supuesto, La Casa del Dragón.