Una de las experiencias más bonitas por las que pueden pasar unos padres que acaban de tener un hijo es estrechar por primera vez a su bebé entre los brazos, acercar su frágil cuerpo al pecho y mirarlo como si no hubiese nada más que él en el mundo. Esto, además, puede conllevar grandes beneficios, tanto para el recién nacido como para la madre. Sin embargo, para poder disfrutar de estas ventajas es necesario aprender cómo hacerlo; ya que, si no se lleva a cabo correctamente, puede ser un peligro e incluso poner en riesgo la vida del pequeño.

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Buen ejemplo de ello es el del colapso neonatal, un fenómeno muy infrecuente, pero que ha incrementado su número de casos desde que se ha generalizado la práctica del proceso conocido comúnmente como “piel con piel”. Muchos pediatras alertan ya a los padres de los peligros que esto supone. Sin embargo, la información al respecto sigue siendo insuficiente en algunos casos, por lo que no está de más tener en cuenta algunos consejos para prevenirlo.

La cara desconocida del “piel con piel”

Se conoce como “piel con piel” a la práctica de colocar en contacto directo al recién nacido desnudo sobre el pecho de la madre o del otro cuidador si ella no está disponible, cubriendo a ambos con sábanas o mantas precalentadas. Es un procedimiento muy recomendado, por los beneficios que aporta para el bebé, según explica a Hipertextual José Ramón Fernández Fructuoso, pediatra neonatólogo del Hospital Santa Lucía de Cartagena. “De esta forma el bebé regula mejor la temperatura corporal, su respiración y su frecuencia cardíaca, disminuye el estrés de ambos y se puede iniciar la lactancia materna de forma precoz si la madre así lo desea, por lo que se recomienda realizarlo a todas las madres, independientemente del tipo de lactancia que vayan a elegir”. La propia OMS recomienda que se lleve a cabo lo antes posible después del parto, al menos durante una hora. Hasta aquí todo parece perfecto y de hecho lo es. Sin embargo, en los últimos años han aumentado notablemente los casos de colapso neonatal en niños que se encontraban en plena práctica del “piel con piel”. ¿Pero qué es exactamente el colapso neonatal?

“Es un fenómeno en el que un recién nacido aparentemente sano, con más de 35 semanas de gestación, sufre un deterioro súbito de sus funciones respiratoria y cardíaca (dejan de respirar o su corazón late más despacio de lo normal), requiriendo medidas de reanimación para revertir la situación”, aclara el pediatra. “Se estima que aproximadamente la mitad de estos niños fallecen y un 25% sufren secuelas neurológicas graves por falta de aporte de oxígeno cerebral”.

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Lógicamente, este accidente puede darse por causas muy variadas, desde infecciones hasta cardiopatías congénitas, pasando por algunas enfermedades raras, como las metabolopatías. Pero a esta lista en los últimos años se ha añadido también una mala puesta en práctica del “piel con piel”. Lo explicaba en una entrada de su blog el pediatra José María Lloreda. En ella describe el caso de una urgencia en la que la enfermera busca al médico para que atienda a un bebé que estaba poniéndose un poco hipotónico. Este término médico hace referencia a la disminución de tono muscular y se aplica en bebés cuando tienden a deslizarse entre las manos de quiénes los cogen, por no contar apenas con fuerza de resistencia. Esto podía deberse a muchas razones, pero cuando el doctor llega a la habitación del recién nacido la cosa no pinta nada bien. Su madre lo mantiene en brazos, todavía en posición de “piel con piel”, pero la debilidad del pequeño ya es el menor de sus problemas, pues ha comenzado a ponerse azul y no respira. Finalmente es necesario intubarlo e ingresarlo en una UCI neonatal. Esto, como aclara Lloreda, era un caso aislado hace veinte años, pero ha incrementado peligrosamente su frecuencia en los últimos seis o siete. También ha experimentado varios casos similares José Ramón Fernández. “Cuando realizaba la residencia de pediatría, en esos 4 años recuerdo especialmente dos casos que me tocó atender y que resultaron fatales”, relata. “Posteriormente he atendido otros casos que, por suerte, gracias a que los padres advirtieron que algo no iba bien y a la rápida intervención del personal sanitario, no han tenido consecuencias graves. No podría precisar cuántos casos he visto, pero sí puedo decir que todos los años se ve alguno; porque, si bien la incidencia estimada es muy baja según los estudios publicados, es algo que aún se encuentra en investigación y se sospecha que es una entidad infradiagnosticada”.

Consejos para evitarlo

Las causas por las que el “piel con piel” se asocia con el colapso neonatal no están claras, aunque se cree que puede estar relacionado con la postura con la que el recién nacido se coloca boca abajo, ya que podría impedirle respirar con normalidad. Sin embargo, otro factor clave que influye en ello es el cansancio. Puede que el ataque se dé por alguno de los motivos antes mencionados, pero al tener al bebé de ese modo, si la madre o el cuidador no están atentos por culpa del cansancio propio de una noche de contracciones o en vela, podrían pasar desapercibidos los síntomas iniciales. Por eso, para evitarlo es muy importante seguir una serie de consejos.

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“La primera y fundamental condición es que tanto madre como recién nacido estén en condiciones físicas de realizarlo”, advierte el neonatólogo del hospital Santa Lucía. “Si la madre ha recibido medicación que la adormece o está tan cansada tras el parto que no puede atender al bebé, el contacto piel con piel puede resultar peligroso si no hay una vigilancia adecuada o incluso a veces puede contraindicarse de entrada”. Además, también se desaconseja si el recién nacido no ha tenido una transición adecuada tras el parto y ha precisado medidas de reanimación, quedando con poco tono muscular, dificultad respiratoria o cualquier otras situación que valore el personal sanitario.

Teniendo esto claro, puede comenzar a realizarse el “piel con piel”, pero siguiendo unas pautas muy importantes. “La nariz y la boca deben estar descubiertas y ser visibles, la cabeza debe estar de lado y el cuello recto, sobre la parte superior del tórax, evitando que la cabeza del bebé quede "enterrada" entre las mamas o sobre el abdomen”. También es importante que haya una vigilancia constante y que se revise el estado de la madre y el hijo cada 10 o 15 minutos, al menos durante las primeras horas de vida del pequeño. Para ello es necesario que el personal sanitario esté atento, pero la madre y el cuidador también deben saber reconocer los signos de alarma. Estos son color no sonrosado de la piel, respiración irregular, posición inadecuada de la cabeza o bajo tono muscular. Esto último se detecta si el bebé se comporta como un muñeco, sin fuerza. Además, se debe comprobar que pueda mantener las extremidades flexionadas.

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Por último, y aunque pueda parecer una obviedad, es muy importante dejar a un lado el teléfono móvil. Esto puede comprobarse en un estudio sobre el tema publicado en 2013, en el que 3 de los 26 colapsos neonatales analizados se debieron a distracciones provocadas por el teléfono móvil.

Es importante que también disponga de toda esta información el personal que trabaja en el paritorio; ya que, al tratarse de algo que hasta hace poco no era frecuente, muchos podrían no estar al tanto.

La importancia de informar

Algunos organismos, como la OMS, aconsejan la realización del “piel con piel” ensalzando sus virtudes, pero sin avisar de los peligros de no realizarlo correctamente. Por suerte, otros organismos ya han añadido las pautas que se deben seguir para evitar estos peligros. Entre ellos se encuentra el Comité de Estándares de la Sociedad Española de Neonatología, que comenzó a contemplar estas directrices en 2014, y la Academia Americana de Pediatría, que hizo lo propio en 2016.

En España ya se informa sobre ellos a los padres en la mayoría de paritorios del país, siempre desde la cautela, pero nunca desde el pánico; ya que, afortunadamente, sigue siendo un fenómeno infrecuente. De cualquier modo, como recuerda José Ramón Fernández, es una información muy importante, de la que deben disponer los padres y cuidadores. “Es un momento ideal para empoderar a los cuidadores del bebé y realizar prevención”. Al fin y al cabo, y sobre todo cuando hay bebés de por medio, siempre será mil veces mejor prevenir que curar.

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