A finales de septiembre, los asesores de la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) se reunieron para discutir la posibilidad de dar luz verde a los ensayos clínicos en humanos de un útero artificial. Estos dispositivos se han estado estudiando durante años, con el objetivo de ayudar a finalizar con más seguridad el desarrollo de bebés prematuros. Su primer gran hito llegó en 2017, cuando se logró mantener corderos fetales nacidos de forma muy prematura durante cuatro semanas. Incluso se habló sobre ello en un capítulo de Anatomía de Grey.

Desde entonces se han ido logrando más y más avances, pero nunca con humanos. Hasta ahora, no se había planteado usar un útero artificial en bebés prematuros. Y, de hecho, incluso si la FDA concede la autorización, aún habría que dar muchos pasos hasta que se convierta en una realidad.

Sin embargo, el simple hecho de que se lo planteen ha dado el pistoletazo de salida a una intensa discusión entre defensores y detractores de este tipo de dispositivos. Es cierto que podría traer muchos beneficios a nivel médico. Pero también se habla de los problemas éticos que podría acarrear un futuro en el que los útero artificiales sean una práctica habitual en los hospitales. Todo, tanto lo bueno como lo malo, será lo que tengan en cuenta los expertos de la FDA. Y, sea cual sea su decisión, deberá seguir planteándose en un futuro, para poner ambos extremos en una balanza y decidir cuál es el que más pesa. Desde luego, salvar la vida de bebés que han venido al mundo antes de tiempo parece ser un buen motivo. 

Un bebé no es lo mismo que un feto...

El útero artificial, también conocido como ambiente extrauterino para el desarrollo neonatal (EXTEND por sus siglas en inglés), busca justamente lo que dice este nombre más largo: facilitar el desarrollo fuera del útero de los bebés que nacen de forma muy prematura.

Generalmente se considera como prematuros a los bebés que nacen antes de la semana 37. Esto es algo muy habitual. De hecho, se considera que aproximadamente el 10% de los bebés nacen de este modo. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, solo en 2020 nacieron 13,4 millones de bebés prematuros en todo el mundo.

Pero no todos nacen en torno a la semana 37. Por debajo de 28 semanas se clasifican como prematuros extremos. De estos, se considera que, con ayuda de las incubadoras, es posible mantener con vida a los bebés nacidos a partir de las semanas 24 y 25. Sin embargo, en estos casos tan extremos, es habitual que queden secuelas, como problemas respiratorios, neurológicos o digestivos. Además, es más probable que contraigan infecciones graves y aumenta muchísimo la mortalidad.

... y no se debe tratar igual

Por todo esto, se han estado investigando alternativas a las incubadores, como la posibilidad de un útero artificial. La gran diferencia entre estos dispositivos y una incubadora es que, si bien en las incubadores los recién nacidos se tratan ya como bebés, en un útero artificial siguen manteniéndose como fetos.

Las grandes diferencias entre un feto en sus estados más avanzados y un bebé son, para empezar, que los fetos no respiran como tal. Lo que hacen, en realidad, es oxigenar su sangre a través de la placenta. Tampoco tienen la misma configuración cardiovascular. Como explican Elselijn Kingma y Suki Finn en un estudio sobre bioética de 2020, “el corazón fetal funciona como una sola bomba, en lugar de una doble, como en los recién nacidos”. Además, “el sistema cardiovascular en los fetos en comparación con los recién nacidos tiene múltiples derivaciones, diferentes caudales y presiones sanguíneas en diferentes partes del sistema”. 

Los úteros artificiales, por lo tanto, mantienen al recién nacido prematuro aún como se mantendría un feto en el vientre de su madre. Y para eso se tienen en cuenta varias consideraciones.

útero artificial
Los ensayos con el úteor artificial se han llevado a cabo en corderos.

Así funciona un útero artificial

En un útero artificial, el bebé-o cordero-prematuro, se mantiene en un ambiente fluido, con unos catéteres unidos al ombligo, que imitan el cordón umbilical, y un oxigenador de membrana externo. De este modo, se les suministran todos los nutrientes necesarios y se favorece el intercambio de gases tal y como tendría lugar en el útero.

En cuanto al fluido elegido, tiene las mismas propiedades que el líquido amniótico en el que normalmente se desarrollan los fetos. Con todo esto, se ha logrado mantener durante cuatro semanas a corderos equivalentes a fetos humanos de 24-25 semanas de gestación. De momento, no parece que haya intención ni posibilidad de que se haga por debajo de ese límite temporal. Sin embargo, los expertos en bioética ya barajan todas las posibilidades. 

Las ventajas por las que se concibió la tecnología EXTEND

El uso de un útero artificial es una forma de ectogénesis completa. Se conoce como ectogénesis a cualquier forma de desarrollo embrionario o fetal fuera del ambiente uterino. Se puede considerar parcial la fecundación in vitro, tras la que se mantiene el embrión durante unos días en el laboratorio, antes de transferirlo al útero. Incluso hay quien considera así la incubación neonatal, ya que no son bebés que hayan nacido a las 40 semanas.

Pero la ectogénesis completa es más drástica. Se trata de fetos que se desarrollan fuera del útero, pero en unas condiciones prácticamente idénticas a las que se producirían en este de forma natural. 

Esto puede ser muy beneficioso a dos niveles. Por un lado, el hecho de tener al bebé fuera del vientre materno permitiría hacer mejores diagnósticos o incluso intervenirlo más fácilmente si fuese necesario. Pero, sobre todo, es ventajoso para los bebés prematuros, por todo lo que hemos visto hasta ahora. Según ha explicado a Hipertextual Rubén Rodríguez Rodríguez, médico especialista en obstetricia y ginecología del Hospital Universitario Materno Infantil de Canarias, un útero artificial “ayudaría a alargar el tiempo de gestación, por lo que el feto tendría más tiempo para desarrollarse antes de nacer”. Como consecuencia, “tendríamos menos muertes y recién nacidos con menos complicaciones a corto y largo plazo”.

¿Cuáles son las desventajas del útero artificial?

Los detractores del útero artificial lo critican principalmente a dos niveles. Por un lado, creen que se podría usar para restringir la libertad de las mujeres sobre el aborto. Esto, a bote pronto, puede parecer extraño. Pero tiene sentido si nos basamos en lo que se conoce como bioética visual. En 2008, el profesor de ética Paul Lauritzen acuñó este término para hacer referencia a cómo lo que vemos afecta a lo que consideramos moral y lo que no.

Esto tiene un efecto especialmente intenso en reproducción. De hecho, es de lo que se aprovechan muchos grupos religiosos y conservadores para evitar que algunas mujeres aborten. Les hacen ver ecografías de sus fetos para que los visualicen  como “personas vivas” y se sientan culpables a la hora de acabar con el embarazo.

En un útero artificial este efecto sería aún más intenso. El feto estaría muy visible y sería mucho más fácil que la embarazada lo viera como una persona tan viva e independiente que es capaz de mantenerse fuera de su útero. 

Ahora mismo esto es algo inviable. No obstante, es necesario considerarlo de cara a un futuro en el que lo que hoy nos parece ciencia ficción se pueda convertir en algo de lo más cotidiano.

No es fácil mantener el feto durante 9 meses

Muchos de los detractores del útero artificial también argumentan que, poco a poco, se podría reducir la semana de gestación a la que se utilizan. Incluso se habla de mantener durante 9 meses al feto y que el embarazo se llevase a cabo de forma totalmente externa.

No obstante, actualmente esto sí que es ciencia ficción. “Con los conocimientos actuales es poco probable que un útero artificial pueda mantener todo el periodo de embarazo”, relata Rodríguez. “Esto es así porque se necesitaría simular un entorno muy específico y difícil de recrear”.

Además, el ginecólogo señala que sería muy costoso utilizar estos dispositivos, ya que, al principio, harían falta centros y profesionales especializados. “No sería de fácil extensión por todo el mundo dada la necesidad de personal altamente cualificado y centros de alta complejidad hasta que en una segunda fase pudieran bajar los costes y la formación de los profesionales se generalice”.

No se trata de jugar a ser Dios, pero tampoco sería beneficioso

Supongamos que sí se puede usar un útero artificial durante 9 meses. Muchos lo verán como jugar a ser Dios. Pero, dejando a un lado las implicaciones religiosas, a nivel médico tampoco sería beneficioso. Podría ser perjudicial tanto para el bebé como para la madre.

“Para el bebé, que la gestación se produzca en un medio fuera del útero conlleva un mayor riesgo de infección. Así mismo, una falta de estímulos maternos pudieran tener una repercusión en el desarrollo del mismo a largo plazo. Por parte de la madre principalmente se podrían destacar problemas psicológicos como el estrés, la ansiedad o depresión por la separación del bebé, además de las consecuencias propias de un parto prematuro. No obstante, se necesitarían más estudios para valorar más a fondo estas carencias”.

Raúl Rodríguez Rodríguez, ginecólogo en el hospital materno infantil de Canarias.

Al fin y al cabo, un embarazo es posiblemente la conexión más fuerte que existe entre dos personas. Romper esos lazos desde su origen puede traer muchos problemas. Separarlos antes de tiempo por el bien de las dos partes, es, sin duda, uno de esos beneficios para la humanidad por los que sí debe trabajar la ciencia. 

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