Ébola, Marburg, Hendra, Nipah, SARS-CoV, MERS... estos son solo unos pocos de los más de sesenta patógenos que esconden los murciélagos entre sus células. Algunos de ellos son letales para los seres humanos (y también para otros animales). Entonces, ¿por qué no se ponen enfermos? Cuando Batman decidió copiar las habilidades de estos bichos voladores, y adaptarlas en su particular cruzada contra el crimen, se equivocó escogiendo. Si hubiera copiado este poder oculto entre los murciélagos, las enfermedades no podrían hacer mella en él.
El poder oculto
Y es que los murciélagos son vectores conocidos de algunas de las enfermedades que más nos preocupan. No hace demasiado tiempo, el ébola era una de estas preocupaciones más inmediatas, ya que son portadores y responsable de contagio en muchos sitios de África.
Sin embargo, los murciélagos ni tan siquiera caen enfermos ante los virus que a nosotros nos causan pavor. No nos fiemos de la desinformación: lo cierto es que los virus suelen ser muy exquisitos a la hora de actuar sobre una especie concreta. Pero existen virus y bacterias, por supuesto, capaces de afectar tanto a humanos como a animales.
Por otro lado, los murciélagos parecen cuasi inmunes. No es solo que no mueran por dichos patógenos, sino que ni tan siquiera llegan a mostrar signos de malestar o enfermedad, a pesar de ser portadores virulentos. Esta incógnita lleva ya un tiempo molestando a los investigadores.
Un nuevo estudio, publicado en Cell Host & Microbe, podría haber sido la base para que el magnate, Bruce Wayne, hubiera diseñado su propio sistema de defensa celular contra enfermedades de todo tipo. Y, ya de paso, habría ayudado a curar muchas de ellas por el mundo. ¿De qué estamos hablando?
Interferón, virus y otras cosas del montón
Los científicos del Instituto de Virología de Wuhan, en China, han descubierto que los murciélagos regulan la vía inmunitaria antiviral conocida como ruta STING-interferón. ¿En qué consiste este mecanismo? La proteína STING juega un papel importantísimo en la defensa innata animal (y humana, obviamente).
Esta se encarga de producir interferón, otras proteínas encargadas de marcar posibles atacantes, incluyendo virus, células tumorales, bacterias y otros. El mecanismo por el que las STING producen interferón es llamado, como explicábamos, ruta STING-interferón.
Una vez que el interferón ha marcado a "su presa", el sistema inmune entero reacciona levantando el hacha de guerra. Es entonces cuando sobreviene la fiebre, la hinchazón u otras manifestaciones, que no son otra cosa que las muestras de que el organismo está luchando contra algo malo (y no, en sí, una reacción directa del propio patógeno, en principio).
Pero claro, cuando esto ocurre, aunque es una señal de que el cuerpo está combatiendo, no siempre es positivo. A veces el cuerpo se sobrepasa en sus medidas de defensa, como ocurre con las enfermedades autoinmunes o con las alergias, grosso modo. Los murciélagos, sin embargo, no sufren este problema, parece ser.
Controla a tu 'ejército' interior
El truco de los murciélagos, el que a Batman tanto bien habría hecho, consiste en la regulación de esta vía de la que hablábamos para que la expresión de interferón sea la adecuada, ni más ni menos. Esto se traduce en que los murciélagos pueden mantener las defensas contra enfermedad sin desencadenar una reacción inmune intensificada, que mostraría un cuadro clínico.
"Creemos que hay un equilibrio entre los murciélagos y los patógenos que portan", explica el autor principal del artículo, Peng Zhou. "Este trabajo demuestra que para mantener un balance equitativo con los virus, los murciélagos pueden haber evolucionado para frenar ciertas vías inmunitarias".
Por ejemplo, en seres humanos, STING y la vía de producción de interferón están relacionadas con algunas enfermedades graves de carácter autoinmune. Por el contrario, este "poder oculto" (y que ya no es tan secreto) de los murciélagos permite controlar al sistema inmune para que sea efectivo sin que eso desencadene un problema.
Este descubrimiento viene a confirmar algunas de las sospechas que ya teníamos sobre su capacidad de resistencia. "Los humanos hemos estado persiguiendo soluciones para enfermedades infecciosas una tras otra", explicaba Zhou, "pero los murciélagos parecen ser una especie de 'supermamíferos' contra estos virus mortales".
Evolución con alas
Los autores creen que esta estrategia de defensa evolucionó relacionada con otras dos características propias de estos animales. Una de ellas es su habilidad para volar; la otra es su gran esperanza de vida, en comparación con otros animales del mismo tamaño.
"La adaptación al vuelo parece haber causado la selección positiva de varios genes relacionados con la respuesta inmune y la reparación de daño en el ADN del murciélago", comentaba Zhou para la prensa. "Estas adaptaciones podrían haberle "dado forma" a ciertas vías antivirales, como la STING-interferón y otras, para convertirlos en buenos reservorios, manteniendo un equilibrio tolerable de virus.
Esta hipótesis, como decíamos, lleva barajándose ya un tiempo, con varios estudios anteriores que abrían las puertas de la hipótesis seguida por Zhou y su equipo. En todas ellas la evolución del murciélago y su capacidad voladora tienen un papel fundamental.
Esto se debe a que el murciélago, en los momentos de vuelo intenso, aumenta tanto el ratio metabólico como la temperatura, lo que podría ayudar a mantener a raya a los patógenos. Todo este mecanismo "murcieguil" contra los virus y bacterias resulta fascinante y nos ayuda a entender mejor el sistema inmune.
Es una pena que Wayne no se permitiese el lujo de analizarlo con todo el detenimiento que se merece. Quién sabe si ahora no dispondríamos de mejores tratamientos y una vida con menos patógenos, al menos en la ficción. En cualquier caso, si Batman no se preocupó por el poder oculto de los murciélagos, no pasa nada, ya se encargan los científicos de hacerlo.