Aunque ya se dejaron ver durante la pasada feria IFA, Fitbit ha presentado en España los dispositivos Fitbit Flex 2 y Fitbit Charge 2. Y lo ha hecho presumiendo de posición líder en el sector de los wearables. Lo cierto es que tiene motivos reales para sacar pecho: con un asedio constante por parte de otros grandes fabricantes, los más peligrosos son chinos, ha sido capaz de mantenerse como la compañía número uno.

Para conservar el título de campeón, Fitbit se encomienda a una nueva versión de dos de sus productos más exitosos, Fitbit Charge y Fitbit Flex. Ambos presentan nuevas funciones que permiten a los deportistas tener un control más exhaustivo, no sólo durante la práctica de deporte, si no durante todo el día. Si a esto le sumamos precios contenidos, tenemos una fórmula que debería proporcionar cierta tranquilidad a la compañía norteamericana, al menos durante los próximos meses.

Fitbit Charge 2, más pantalla y algo más

Cuando sacamos de la caja la Fitbit Charge 2, la primera impresión es que estamos ante una pulsera grande (sobre todo si lo comparamos con el modelo Charge HR, principalmente por el tamaño de la pantalla OLED, cuatro veces superior al modelo anterior, y el sensor del ritmo cardíaco, que le da un grosor considerable. También es verdad que esa sensación disminuye una vez lo sitúas en la muñeca y empiezas a incorporarlo en tu vida, día a día.

Con relación al diseño, se echa en falta una pequeña curva en el monitor que continúe la forma de la muñeca y de la propia correa. Las personas con muñecas pequeñas o las mujeres, deberán decantarse por el otro modelo, Fitbit Flex 2.

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No nos lleva demasiado tiempo descargar la aplicación, crearnos un usuario y marcarnos una serie de objetivos deportivos. Además, si lo que estamos buscando es bajar de peso de manera rápida, la aplicación también te permite seleccionar un programa alimenticio para controlar la ingesta de calorías.

Una vez que ya estamos registrados y la pulsera ha empezado a contar los primeros pasos, se nota como empiezan a llegar las ganas de salir a hacer deporte. Esa es una de las características comunes en todas las pulseras cuantificadoras: es ponértela y querer hacer algo, aunque sean las 10 de la noche, acabes de cenar o estés en pijama, como fue mi caso.

Entre las funciones que también ofrece la aplicación de Fitbit, y en lo que ha llevado la delantera casi desde el principio, está la de poder interactuar con amigos, usuarios también de Fitbit. Esto es algo bastante positivo ya que permite que, incluso con la práctica de un deporte tan individual como puede ser el running, puedas compartir retos y datos con tus amigos.

La Fitbit Charge 2 recoge varias disciplinas deportivas: correr, levantamiento de pesas, carrera en cinta, entrenamiento, elíptica, ciclismo. La navegación es sencilla, utilizando el botón físico del lateral para ver las funciones y pulsando sobre el marco para ver las opciones dentro de cada una.

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Las principales novedades de la Fitbit Charge 2 vienen de la mano de su tecnología PurePulse, que monitoriza el ritmo cardíaco y permite controlar, de una manera más ajustada, el ejercicio que realizamos. Para personas estresadas y con ansiedad, Charge 2 también ofrece sesiones de respiración controlada en los que, durante dos o cinco minutos, se marcan ritmos para coger aire o soltarlo. Nada que se vaya a convertir en imprescindible en la vida de un deportista.

La medición de datos es, en general, aceptable, aunque como ocurre con la gran mayoría de pulseras, es bastante fácil engañar. Por ejemplo, reconociendo como ejercicio tramos en un viaje en moto en los que se circula a baja velocidad. Nada que no le pase al resto de pulseras cuantificadoras del mercado por la dificultad que entraña diferenciar los dos movimientos, pero donde sí debería intervenir el sensor de ritmo cardíaco para determinar si estás corriendo para coger el autobús o te estás moviendo en coche o moto.

La aplicación es también bastante completa y la única pega que encontramos es que para actualizar los datos, te pide activar manualmente el Bluetooth en lugar de hacerlo automáticamente. Un paso que puede parecer pequeño, pero que se hace pesado si queremos consultarla a menudo.

Lo bueno: misma autonomía que la Fitbit Charge HR

Uno de los grandes aciertos de la nueva Fitbit Charge 2 es que el aumento de la pantalla no ha perjudicado a la duración de la batería. Tanto el nuevo modelo como el anterior, son capaces de aguantar los 4-5 (más los cuatro que los cinco) días de actividad. Para la carga de la batería, hay que acoplar una pinza en el monitor y sólo necesitaremos alrededor de una hora y media para volver a utilizarla.

Lo malo: sin resistencia al agua y diseño exclusivo para la práctica deporte

Como usuarios de este tipo de wearables, hay dos requisitos básicos que debería reunir la pulsera perfecta: la autonomía y la resistencia al agua. La nueva Fitbit no es resistente al agua, sí a salpicaduras pero te recomiendan no ducharte ni nadar con ella. Esto hace que se aleje un poco del concepto que tiene la marca de ofrecer un dispositivo que te acompañe todo el día, no sólo durante la práctica de deporte. Si te la tienes que quitar todas las mañanas para ducharte, lo más normal es que algún día te olvides de ponértela. Y cuando te olvides varias veces y veas que puedes vivir sin ella, acabará relegada exclusivamente al momento de realizar deporte.

A este último punto, también le puede relegar su diseño, que le deja algo fuera de lugar si, por ejemplo, tenemos que asistir a una cena importante para la que nos hemos arreglado. Este es el principal hándicap de Fitbit con respecto a otros wearables, mucho más bonitos, como son el Watch de Apple, los Samsung Gear S2 o Samsung Gear S3 o el propio Fitbit Blaze, wearables que quedan bien en cualquier situación.

Conclusión

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Aunque el boom de monitorizar el deporte ya no es el mismo que hace unos años, todavía existe un nicho de mercado importante y que los fabricantes se niegan a abandonar. Entre todas las opciones que hay por un precio inferior a los 200 euros/dólares, la Fitbit Charge 2 es una opción interesante (149 dólares o 159 euros). Funciona bien y es capaz de ofrecer al deportista, tanto inicial como avanzado, las pautas necesarias para llevar una vida saludable.

El problema al que se enfrentará Fitbit en un futuro no demasiado lejano es que existen otros fabricantes con sistemas operativos más extendidos que poco a poco amenazan con asaltar su trono. Aunque si ha sobrevivido hasta ahora, quizá no debería preocuparse demasiado.