Un buen día, uno como cualquier otro, Doomsday apareció. Así, de las entrañas de la Tierra. Emergió, poderoso y furioso, como un vendaval imparable. La Liga de la Justicia le hizo frente y se la cargó en un santiamén. Sólo Superman pudo con él y le costó la vida. ¿De dónde vino? Nadie lo sabe. Y eso es lo más temible: como una fuerza de la naturaleza, como un designio del destino, como una maldición imprevista, podría regresar sin que nadie lo esperara.

Doomsday es la pesadilla de Superman. El héroe despierta sudoroso, pálido, con un sueño vívido que le estremece. El monstruo sigue allá afuera, al acecho. ¿Temor infundado o cruel premonición? El Hombre de Acero no puede con la duda y decide saltar al espacio a buscar el cadáver de su némesis. Por desgracia, nuestras sospechas se confirman: atado a un meteorito, Doomsday se cruza con una infortunada nave. El terror está de vuelta y no viene solo.

Superman/Doomsday: Hunter/Prey es el colofón de la gran batalla entre ambos titanes tras La muerte de Superman. Escrita en 1994, la historia tenía la misión de esclarecer el origen de este villano. A través de un flashback, nos enteramos que Doomsday es producto de la ingeniería genética, un ser obligado a adaptarse a las condiciones más hostiles del universo mediante el ensayo y error. Nacido en un Kryptón primigenio (¡dónde más!), el monstruo es el epítome de la supervivencia, obligado por un rencor impreso en su ADN a darle caza a la criatura más amenazante de su entorno.

En esa tónica, entendemos por fin el porqué de la campaña de Doomsday contra Superman. El villano es una creación formidable de la adaptación: prácticamente no cuenta con órganos internos ni fluidos corporales, se alimenta de la luz solar y es capaz de guardarla durante milenios en estado de hibernación. Su capacidad de aprendizaje sobrepasa al aspecto físico, pues es imposible derrotarle dos veces bajo el mismo método. Ahí el mayor problema: tras su enfrentamiento, Doomsday ya es inmune a Superman.

A pesar de los momios en contra, el superhéroe decide darle caza para ponerle fin a la confrontación. La batalla lo lleva a Apokolips, donde se revela que ha sido el Cyborg quien ha liberado a la bestia. En una inusual alianza entre Darkseid y Superman, la amenaza es repelida hacia Calaton, otro de los planetas donde Doomsday ha sucumbido en tiempos inmemoriables. A pesar de ir armado y preparado, Superman no consigue vencer al monstruo en dicho terreno. ¿Cómo derrotar a alguien que está diseñado para sobrevivir a toda costa? Sólo es el fin de los tiempos el que alcanza a contenerlo... por el momento.

Aunque después vendrán más historias entre ambos antagonistas, la capacidad de furia de Doomsday no vuelve a tocar su cénit de nuevo. Es en Superman/Doomsday: Hunter/Prey donde el villano se luce en todo su esplendor. Si en La Muerte de Superman nos quedamos con una sensación agridulce por su inexplicable aparición --casi rozando el deus ex-machina, esta entrega sacia ese deseo, entregándonos un villano trascendental, emblemático. Y al final, como todo gran cómic, nos deja con esa gran duda: ¿es realmente Superman el cazador, o sólo una presa de un miedo insondable que le asaltará cada noche, como otro monstruo bajo la cama?

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