“Muchas veces en consulta nos sorprende cómo chicos y chicas de 12 años o menos empiezan a sacar de una bolsa un montón de cremas, jabones, exfoliantes, maquillajes, a veces más de 15 productos, y nos preguntan qué hacer con ellos o si les podemos recetar más cosas”.  Esto que cuenta en conversación con Hipertextual Rosa Taberner, dermatóloga del Hospital Son Llátzer (Palma de Mallorca) y miembro de la Asociación Española de Dermatología y Venereología, no es algo excepcional. Se trata de un fenómeno conocido como cosmeticorexia y se está haciendo cada vez más frecuente.

La moda del skincare en las redes sociales está llevando a que muchos niños y adolescentes quieran también subirse al carro. Se encuentran en una edad en la que la aceptación de grupo y la validación del físico forma una parte muy importante de sus vidas. Su autoestima depende en buena parte de ambos factores. Por eso, si se da una importancia vital al aspecto físico y las rutinas de skincare se presentan como una solución rápida para lucir una cara espectacular, no es raro que cada vez más personas demasiado jóvenes quieran tener su propia rutina.

Es así como nace la cosmeticorexia, un fenómeno que puede ser dañino a muchos niveles. Por un lado,  no es bueno para el bolsillo. Los jóvenes se están gastando sumas muy importantes de dinero en productos que no necesitan. Por otro lado, puede ser dañino para la piel, ya que a menudo se mezclan compuestos incompatibles o se usan productos agresivos innecesariamente. Y, finalmente, psicológicamente esto también tiene muchas connotaciones negativas. Vale la pena conocerlas y, sobre todo, que los adultos con niños y adolescentes en su entorno se mantengan ojo avizor.

¿Qué es la cosmeticorexia?

El término “cosmeticorexia” es bastante nuevo. Se empezó a usar el año pasado a raíz del aumento exponencial de niños y adolescentes obsesionados con las rutinas de skincare que se promocionan en las redes sociales. A los niños afectados, en algunos ámbitos se les conoce como Sephora kids”. 

Aunque el término se empezó a usar recientemente, es cierto que muchos dermatólogos han empezado a detectarlo prácticamente desde poco después del inicio de la pandemia.

Esto se debe, básicamente, a que en esta época han aumentado también muchísimo los creadores de contenido dedicados a hablar de cuidado de la piel en redes sociales. Normalmente obvian el hecho de que las rutinas a las que hacen referencia no están recomendadas para niños. Simplemente ensalzan las bondades del ácido hialurónico, la vitamina C o el retinol, entre otros compuestos. Si alguien tan preocupado por el físico como suelen ser los adolescentes ve todo lo maravilloso que pueden hacer esos compuestos, es normal que quiera utilizarlos.

De hecho, Rosa Taberner explica algo muy curioso en este aspecto. “Hace no demasiado tiempo nos costaba que un adolescente con acné siguiera a rajatabla un tratamiento que le proponíamos, pero ahora hemos descubierto el truco para que lo hagan: basta con decirle que le vamos a mandar una rutina”, relata. “Es como una palabra mágica que garantiza el cumplimiento terapéutico”.

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Las mejores son las rutinas de skincare minimalistas. Crédito: Bahiu Olivetto (Pexels)

La cosmética de los más jóvenes

Los niños y adolescentes, en realidad, no necesitan seguir ningún tipo de rutina. Simplemente, como cualquier otra persona, deben lavarse la cara. Si van a estar expuestos al sol, también es importante que utilicen un protector solar, pues para eso no hay edad. Para Rosa Taberner, en alguien que no tiene ninguna enfermedad dermatológica, con esto bastaría.

Puede que haya alguna afección. Dos de las más comunes en estos rasgos de edad son la dermatitis atópica y el acné. En esos casos, ya sí que sería necesario un tratamiento o, como prefieren concebirlo los jóvenes: una rutina.

“A un adolescente con acné le diremos que se lave la cara por la mañana con un limpiador específico y que se ponga una crema de tratamiento por la noche y, en los meses de sol, que utilice un fotoprotector no graso”.  Con eso bastaría. 

No hay una edad mágica

Sí que es cierto que, a medida que vamos cumpliendo años, nuestra piel empieza a tener unas necesidades especiales, por las que sí puede ser necesario añadir más pasos a esa rutina básica que deben seguir los jóvenes.

No hay una edad mágica, como bien insiste Taberner. Para ella, si tuviese que decir una cifra, serían los 30 años. Pero varía mucho entre personas. Ahora bien, incluso a esa edad, siempre se debe tener en cuenta la premisa de que menos es más. “Si nos limitamos a la higiene y fotoprotección añadiendo algún que otro activo por la noche debería ser más que suficiente en la mayor parte de los casos”.

A todo esto, la dermatóloga añade que de poco sirven las rutinas de cuidado de la piel completísimas si seguimos manteniendo hábitos como fumar, comer mal o no practicar ejercicio físico. La piel no se cuida solo con cremas y eso es algo de lo que no hablan las redes sociales.

Chica chateando en su smartphone
Los jóvenes y adolescentes dan mucha importancia a lo que ven en las redes sociales. Tim Mossholder / Unsplash

Los problemas físicos de la cosmeticorexia

Dos de los ingredientes más de moda en las rutinas cosméticas de los últimos años son el retinol y los alfa y beta hidroxiácidos.

El primero es un derivado de la vitamina A, con una gran evidencia científiica sobre su utilidad. Tiene un bajo peso molecular, por lo que penetra fácilmente en las capas más profundas de la piel. pero, a la vez, actúa a nivel superficial. Promueve la renovación celular, por lo que favorece que se elimine la piel muerta y aparezca piel nueva, más luminosa. Además, mejora la textura de la piel y su elasticidad, despigmenta y previene y reduce las arrugas. Por si fuese poco también es seborregulador.

En general, se considera uno de los mejores aliados contra el fotoenvejecimeinto. Y es aquí donde nos encontramos con la primera incongruencia de la cosmeticorexia. No tiene ningún sentido que los adolescentes usen este ingrediente para mantener su piel bonita. Su piel ya es bonita y joven. Si tienen algún problema, necesitan ir a un dermatólogo que les ponga un tratamiento. No usar el retinol, por mucho que lo publiciten en redes sociales. Y es que no solo supone un gasto de dinero. Como hemos visto, el retinol ayuda a renovar la piel. Eso significa que la descama. Y esa descamación, a concentraciones altas o cuando la piel no está acostumbrada, es muy elevada.

Paso a paso

A personas adultas que realmente lo necesiten, se les recomienda empezar por concentraciones bajas de retinol e ir subiendo progresivamente si lo ven necesario. Además, se debe usar siempre por la noche, empleando protector solar al día siguiente. Y, en las primeras semanas, usarlo primero un par de noches semanales, después, subir a una noche sí y otra no y finalmente ya a diario.

Incluso con estas consideraciones, a veces las pieles sensibles deben prescindir del retinol y probar otros productos. Con los hidroxiácidos pasa algo similar. Son exfoliantes químicos. Es decir, no tienen gránulos como los exfoliantes físicos, sino que actúan directamente sobre la piel retirando las capas superficiales de piel muerta. Esto, de nuevo, supone una descamación por la que se debe empezar progresivamente. 

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Algunos ingredientes pueden ser peligrosos si se mezclan. Crédito: Crystalweed (Unsplash)

Ojo con lo que mezclas

Antiguamente el skincare consistía en lavarse la cara y añadir crema extraída de una enorme lata con la que había producto para todo el año. Hoy en día, en cambio, la cosmética se ha convertido en toda una exhibición de química. Esto puede traer beneficios, pero también la necesidad de medir muy bien lo que hacemos; ya que, igual que ocurre en un laboratorio, hay ingredientes que nunca se deben mezclar. Algunos ejemplos son el retinol y los alfa hidroxiácidos, la vitamina C y los ácidos, el peróxido de benzoilo y los hidroxiácidos o varios tipos de hidroxiácidos de la misma clase. 

Por eso, como dice Rosa Taberner, “menos es más”. Se debe usar lo mínimo para obtener beneficios y nada más. Además, según explicó en un artículo sobre comseticorexia de la revista Telva la dermatóloga Cristina García Millán, un uso incorrecto de cosméticos puede producir irritaciones y piel asfíctica. Esto último se da cuando el folículo sebáceo se obstruye y puede ser muy molesto.

¿Qué le está pasando a los adolescentes?

El boom de la cosmeticorexia es reciente. Lógicamente, ha coincidido con la explosión de los vídeos sobre skincare publicados en redes sociales. ¿Pero por qué obsesionan tanto estos vídeos a los adolescentes? Para la psicóloga infanto-juvenil Esther Laso, esta es una cuestión de autoestima:

“Todos necesitamos sentir que nos sostiene una buena autoestima. La autoestima se va construyendo a lo largo de toda la vida y la tenemos más sólida en unos aspectos que en otros. Cuando uno es adolescente necesita ser validado por sus iguales y los valores de los iguales serán la medida del valor de la persona. Si me muevo en un entorno deportivo, mis cualidades físicas serán las que me sostendrán, si estoy en otro ámbito buscaré ser válido también allí”. 

Esther Laso, psicóloga

La cuestión es que en las redes sociales el primer punto de entrada es la imagen, especialmente para los más jóvenes. Los anuncios y vídeos de creadores de contenido muchas veces se aprovechan, consciente o inconscientemente, de esta necesidad que todos tenemos. Presentan estos productos como una solución rápida para tener una mejor imagen. Además, a veces se presentan como algo asqueroso ciertas realidades de la adolescencia tan comunes como el acné. 

Todo eso lleva a que los adolescentes necesiten con todas sus fuerzas mejorar su imagen. “Creen que la imagen les dará esa autoestima que todavía tienen en construcción”, señala Laso. “Centrarse en el físico les da algo de seguridad”.

voz madres, adolescentes
Los padres deben validar las emociones de sus hijos. Pexels

¿Qué deben hacer los padres que detecten un caso de cosmeticorexia?

En primer lugar, para evitar problemas como la cosmeticorexia, es importante que los más jóvenes hagan un buen uso de las redes sociales. Este, según señala Laso, debe ser progresivo y acompañado de los familiares en un principio. “Es como dejar que tu hijo salga solo”, ejemplifica la psicóloga. “Primero sale a tomarse un helado, luego va adquiriendo seguridad para dar un paseo y cuando ya es más mayor se va de juerga”. 

Con las redes sociales pasa lo mismo. Y, desde luego, la edad en la que se les va soltando de la mano para que tomen solos ese helado depende mucho de cada niño. No obstante, como edad orientativa, Laso habla de los 14 años.

Ahora bien, ¿qué pasa si ya tienen redes sociales y los familiares o adultos cercanos ven que se están obsesionando con los cosméticos? ¿Qué se debe hacer ante un caso de cosmeticorexia?

Para empezar, valídales

El primer paso, como explica la especialista, es validar esa preocupación que tienen. “Validar es dar importancia pero no necesariamente estar de acuerdo”, aclara. “Contextualizar el impacto del aspecto físico en su vida, y dar la respuesta que la familia considera más adecuada”. También depende del caso, lógicamente.  “Si un chaval tiene acné no pasa nada porque se cuide la piel. El problema es cuando centro mis objetivos en la imagen y todo mi comportamiento y mi respuesta emocional está relacionada con mi aspecto físico”.

En ese caso, “el abordaje es más importante que no comprar el producto, pues se debe identificar dónde ponemos la mirada cuando hablamos al adolescente”. Por ejemplo, es importante recalcar esas capacidades que les hacen valiosos más allá de su físico. Ayudarles a darse cuenta que son mucho más que una cara bonita y que no es necesario que se obsesionen con cuidarla. Que están genial como están. 

Lógicamente, en caso de que no sea suficiente, ante un caso de cosmeticorexia podría ser necesario acudir a un psicólogo para la cuestión emocional y a un dermatólogo que les ayude a comprender lo que su piel realmente necesita. Lo que todos necesitamos, es querernos a nosotros mismos. Ese debería ser el primer paso de cualquier rutina de la piel. 

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