Ser adolescente es un asunto complicado. Algo que Hollywood se encarga de recordar cada cierto tiempo. Pero pocas veces lo ha hecho con tanto ingenio y buen humor que como lo logró en la película Chicas malas del director Mark Waters. El clásico adolescente del 2004, basado en el libro Queen Bees and Wannabes (2002) de Rosalind Wiseman es gamberro y malintencionado.

También, logró contar la historia de las rivalidades, penurias y dolores adolescentes desde una óptica humorística inolvidable. Parte del mérito lo tuvo Tina Fey. La guionista tomó el material original y lo convirtió en una rara mezcla entre comedia de crecimiento y burla a las jerarquías juveniles estadounidenses. El resultado fue un argumento burlón que, además, tenía la capacidad de ser fresco e innovador. 

El musical Chicas malas (2024), de Samantha Jayne y Arturo Perez Jr., conserva buena parte de esa crueldad satírica que tanto hizo reír a una generación. Veinte años después, la historia llega para otro tipo de público, pero sin perder su capacidad para el humor retorcido. Solo que ahora, es mucho más malicioso y sin duda, mejor enfocado en sus temas centrales que la película del 2004. Eso no quiere decir que sea necesariamente mejor. La icónica cinta que lanzó a la Regina George de Rachel McAdams, encuentra en el milenio mucho más terreno que explorar. A la vez, que sus ideas sean más claras y menos mezcladas con la necesidad de encajar en el género alguno.

Chicas Malas

Chicas malas (2024), de Samantha Jayne y Arturo Perez Jr., no tiene nada que envidiar al clásico adolescente de 2003. En su lugar, crea una historia que, sin ser novedosa, es divertida por derecho propio. El apartado musical - que desecha varios de los éxitos de Broadway del musical - es eficaz sin ser del todo memorable. Pero es el carisma del elenco lo que sostiene la producción. En especial  Reneé Rapp , que brilla como la nueva Regina George.

Puntuación: 4 de 5.

El resultado es una cinta que aunque sabe de dónde proviene — las referencias y guiños a la anterior son constantes — tiene su propia entidad. También, claras ambiciones que cumple al dedillo. Eso lo logra al incorporar el apartado musical, no como un elemento que ralentiza o cae en sobre explicar la trama, sino que brinda una nueva dimensión. Si la original siempre tuvo mucho de drama exagerado y divertido, la nueva versión disfruta con sacar jugo a esa cualidad. Por lo que el escenario escolar, se transforma, otra vez, en una jungla social en la que hay que sobrevivir. 

Vuelve la chica más malvada del colegio

Un punto interesante de la cinta es desmarcarse de cualquier comparación con la anterior, asumiendo, directamente, que es una combinación de dos cosas. Por un lado, deja claro que aunque va a contar la misma historia de la del año 2004, no lo hará ni bajo el mismo enfoque ni, tampoco, con las preocupaciones de la anterior. Y hace bien. Después de todo, vivir en la jungla escolar con teléfonos móviles, redes sociales y miedos del siglo XXI, es una experiencia nueva. Chicas malas no lo ignora, sino que lo incorpora de manera brillante y bien estructurada. 

Pero lo mejor es lograr su identidad, al tener más atención al musical de Broadway que adapta que a la cinta en que se basan ambas. El resultado es que las canciones se sienten orgánicas, necesarias y no solo una excusa para hacer avanzar la trama. No son sencillas de aprender y es poco probable se conviertan en clásicos. Pero en pantalla son tan divertidas como para permitir que el relato tenga su propio ritmo, sentido y se encauce con facilidad hacia el núcleo de lo que cuenta. Sobrevivir a los pasillos de la secundaria. 

La combinación crea entonces un estudio sobre la vida adolescente que es hilarante porque podría aplicarse a todo lugar y a todo espacio con facilidad. Cady Heron (Angourie Rice) interpreta a su estudiante recién llegada con simpatía y buen humor. Y no obstante, para que no puede superar a Lindsay Lohan en el mismo papel, si hay mucho de encanto y carisma. Esta chica torpe que, de pronto, se encuentra en el centro del torbellino social, es mucho más de lo que parece. El escenario de furiosa rivalidad nunca le queda grande o aplasta su figura. En lugar de eso, marca la pauta de la transformación del personaje con facilidad. 

La chica del momento acaba de llegar

Pero claro está, el centro de todas las miradas es Regina George. Reneé Rapp interpreta a la abeja reina de la escala social adolescente con una alegría maliciosa, que es contagiosa. La actriz se aleja mucho del recuerdo general sobre el personaje y lo centra en su poder para manipular. 

Busy Philipps plays Mrs. George in Mean Girls from Paramount Pictures. Photo: Jojo Whilden/Paramount © 2023 Paramount Pictures.

Menos sutil de lo que fue McAdams, Rapp logra crear la sensación que el universo entero estudiantil depende de las murmuraciones de su grupo. Pero más allá de eso, es una líder nata, más grande que la vida y más feroz de lo que cabría suponer. De hecho, en varios momentos, el personaje parece en exceso agresivo, pero la apropiada dirección, logra sostener su vitalidad sin que sea desagradable.

Sus cómplices Gretchen (Bebe Wood) y la torpe Karen (Avantika), son un deleite de chistes absurdos y en buena medida, de risa fácil. Aun así, las tres juntas crean un equipo infalible cuya energía llena toda la pantalla. Por último, Aaron Samuels (Christopher Briney), se convierte en objeto del deseo sin mucho entusiasmo y es quizás uno de los puntos débiles de la producción. 

Otra vez rosa, pero esta vez, de una tonalidad distinta

En 2023, Barbie de Greta Gerwig cubrió el mundo de un rosa fraterno, amable y lleno de reflexiones existencialistas. En Chicas malas, también hay el mismo tipo de poder femenino y casi, con exacta tonalidad. Pero la cinta, tiene la cualidad de ser más agresiva, furiosa y disparatada. Lo que le brinda un terreno desconocido para explorar.

Con sus cameos de personajes originales y banda sonora pensada directamente para la generación Tiktoker, la cinta a quien se dirige. Y sin duda, hace un gran esfuerzo en mostrar lo que este — nuevo — clásico puede dar para una nueva generación de chicas. Lo más divertido de un espectáculo que, seguramente, se volverá obsesión de la cultura pop.