Una buena alimentación es esencial para tener una buena salud en general. Ayuda a prevenir enfermedades, como las afecciones cardiovasculares o algunos tipos de cáncer. Pero también es beneficiosa a niveles mucho más concretos, como la gestión del dolor o del sueño. Esto último se intuye si pensamos que beber café a boras avanzadas de la tarde perjudica el sueño, del mismo modo que las comidas muy pesadas. Sin embargo, la relación entre la alimentación y el sueño va mucho más allá de eso.

Lo ha explicado en The Conversation la epidemióloga nutricional de la Universidad de Michigan Erica Jansen. En su artículo, detalla las investigaciones que ha llevado a cabo con sus compañeros de laboratorio y cómo han analizado qué hábitos y alimentos favorecen un mejor descanso.

También explica que no está claro en qué orden se produce la relación entre la alimentación y el sueño. Es decir, ¿una buena alimentación favorece que durmamos mejor o al dormir bien nos queda energía para tener buenos hábitos alimentarios? Esto no se conoce con seguridad, pero hay suficientes datos como para que el sueño sea otro de los motivos por los que deberíamos cuidar lo que comemos.

¿Cómo influye la alimentación en el sueño

Existen varios tipos de dieta que se han relacionado con una mejor calidad del sueño a distintos niveles. Entre ellas destacan la mediterránea y la antiinflamatoria. En realidad, ambas son muy similares, aunque la segunda refuerza aquellos alimentos con flavonoides, que son sustancias de origen vegetal con un papel muy importante en la reducción de los marcadores inflamatorios en el organismo.

En general, se ha observado que comer una cantidad elevada de fruta, así como grasas saludables, proteínas de calidad y poca carne roja, azúcares añadidos y alimentos procesados, ayuda a dormir mejor. 

Incluso hay alimentos concretos que parecen tener un papel muy importante en la forma beneficiosa en la que influye la alimentación en el sueño. Es, por ejemplo, el caso del pescado graso, los lácteos y frutas como el kiwi, las cerezas, las fresas o los arándanos. Esto se debe a que promueven la síntesis de melatonina, una hormona que nos ayuda a conciliar el sueño.

Además, hay nutrientes como el magnesio, la vitamina D, los ácidos grasos omega 3, el manganeso o el hierro, que también favorecen el descanso. Lo mismo ocurre con la fibra y las proteínas, sobre todo aquellas ricas en el aminoácido triptófano.

Todo esto no quiere decir que debamos hincharnos de cerezas y salmón para dormir mejor. Una alimentación saludable, en general, ya incluye los nutrientes beneficiosos. De cualquier modo, es interesante conocer estos alimentos para intentar reforzarlos en la medida de lo posible.

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Las frutas y verduras son esenciales para conciliar el sueño. Crédito: Julia Zolotova (Unsplash)

¿Qué debemos evitar?

La relación entre la alimentación y el sueño es positiva con los alimentos y nutrientes que ya hemos visto. Pero también hay alimentos y hábitos que enturbian esa relación. Por supuesto, el consumo de cafeína, incluso 6 horas antes de dormir, es uno de esos hábitos. Pero hay mucho más.

Los alimentos ultraprocesados o ricos en azúcares, sobre todo si se toman antes de dormir, nos provocarán una digestión pesada que impide conciliar el sueño. En cambio, los carbohidratos refinados, como los del pan blanco o la pasta, se digieren tan deprisa que, a mitad de la noche, tendremos hambre y posiblemente nos despertaremos.

El alcohol puede parecer un buen somnífero, pero solo para la primera mitad de la noche. Después, nos generará un efecto similar al de los carbohidratos. Todo eso sin contar con la posible resaca del día siguiente, que también nos mantendrá muy cansados.

¿Qué fue antes, la alimentación o el sueño?

Cuando dormimos mal y no estamos descansados, aumenta la necesidad de comer alimentos poco saludables. De hecho, se han realizado estudios con personas que trabajan por la noche, como los médicos de guardia, y se ha visto que después de una noche sin dormir tienen más necesidad de comida basura. 

Por eso, no se sabe con seguridad qué incita a qué. De cualquier modo, está claro que hay una relación entre la alimentación y el sueño. Posiblemente, de hecho, sea un círculo. Si comemos bien dormimos mejor y si dormimos mejor será más fácil seguir alimentándonos de una forma saludable. Ya tenemos un motivo más para empezar a comer mejor en este 2024. Al fin y al cabo, aunque casi todo el mundo lo hace por adelgazar, hay objetivos mucho más importantes que ese. 

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